Capítulo XVIII: ¿Quién eres?

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Alan notó que Rodrigo venía con alguien más buscaba reconocerlo lo único llamativo era su tatuaje que tenía en su cuello, intentaba reconocer su rostro pero le resultaba imposible por eso decidió preguntarle directamente.

—Rodrigo Andrés, ¿quién es él?—expresó con el ceño fruncido.

—Es un amigo nuevo, su nombre es Fernando lo conocí hace ya una hora. Él es mi primo Alan.

Se quedó paralizado como si fuera una estatua de una plaza, ambos le hablaban y seguía sin emitir palabra alguna. Nuevamente su frente y manos comenzaron a sudar como nunca, hasta que Rodrigo lo tomó del brazo y reaccionó finalmente solo para decir:—Un placer, yo creo que es mejor que me vaya. Supongo que Alan le resultará incómodo que un extraño este en su casa, así que nos veremos luego.

—Solo vine por una ropa, me quedaré en mi antigua casa, ustedes pueden seguir hablando—sonríe—Volveré cuando la salud de mi padre esté relativamente bien.

—Vale, yo cuando pueda iré para la clínica nuevamente—respondió Rodrigo.

Alexander aún no despertaba del coma inducido solo era cuestión de que su sistema estuviera completamente recuperado, lo que realmente le preocupaba era quien pudo haberle hecho daño para ocasionar aquel paro cardíaco. Su tío le comentó que siempre había un socio que no estaba de acuerdo con lo que hacía y en ocasiones sus discusiones eran muy fuertes, cabía la posibilidad de que fuera un sospechoso principal por eso se abrió una investigación.

Mientras terminaba de acomodar su maleta y se disponía a salir de la habitación vio como el amigo de Rodrigo salió rápido por la puerta, como lo hubiesen corrido del departamento le pareció extraño que se fuera tan rápido.

—¿Qué le sucedió a tu amigo?—pregunta.

—Tenía cosas por hacer, ¿no lo notaste cómo nervioso?—Inquirió Rodrigo.

—La verdad sí, estaba asustado. En fin, debo irme no quiero tardarme más.

Iba caminando por el estacionamiento se encontraba un poco solo, se escuchaba los claxones de los carros que estaban en el exterior y comenzó soplar el viento unos pasos comenzaron estar un poco cerca de él, no le extrañó porque a esa hora siempre salía algún propietario del edificio. Esta vez los pasos iban a la misma dirección donde estaba ubicado su auto, llamó a su primo y no hubo respuesta. Se estaba preocupando porque no lograba ver de quién se trataba, hasta que salió una mujer con falda roja y camisa blanca en su mano llevaba un cuchillo con gran filo.

—Te equivocaste, soy yo Cristina.

Al escuchar la voz de ella respira profundamente y se da la vuelta para hablarle, suponía que ella le iba a reclamar por la llamada y la manera que discutieron por Camilo. Comenzaba acercarse pero ella lo apuntó con el cuchillo, su intención era herirlo claramente por eso decidió retroceder un poco.

—Porque no hablamos mejor como personas civilizadas, dame ese cuchillo.

—¿Hablar? Yo no vengo a eso, vengo a matarte por haberme desafiado—apretaba más el cuchillo—Lastima que nadie podrá ayudarte.

La inestabilidad se le podía notar porque su mirada era la de una persona peligrosa psicológicamente, una risa escandalosa soltó mientras corría hacia el pelinegro. Alan esquivo el ataque e intentó quitarle el cuchillo pero le fue imposible ella cada vez más se le acercaba al cuello. Su única opción era empujarla y huir de allí aunque lo más seguro es que Cristina lo persiguiera en donde fuera, le dio un fuerte empujón y corrió en busca de algún escondite cercano.

—Vamos Alan, sal, solo quiero jugar contigo—hablo mientras le pasaba la lengua al cuchillo.

—¡Déjalo en paz!—gritó una voz masculina.

Alan estaba detrás de una camioneta intentaba ver de quién se trataba, ellos discutían fue entonces tomó su celular para hablarle a Camilo mediante mensaje de texto. Escribió rápido y le preocupaba la señal, porque solo su celular marcaba una sola barrita, por suerte su mensaje fue enviado antes de perder la señal por completo. 


—No salgas de donde estas—grito el muchacho misterioso

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—No salgas de donde estas—grito el muchacho misterioso.

—Protegerlo no te servirá de nada, ¿crees que haciéndole daño te hará sentir satisfecha? Eso te convierte en una asesina.

—No me conoces, te advierto que te alejes o vas a terminar muerto—espetó con violencia.

Alan pensaba que llamar a la policía era su salvación mientras revisaba su celular fue sorprendido por Cristina, no entendía cómo logró encontrarlo y zafarse de aquel muchacho. El cuchillo estaba frío y pegado a su cuello la cantidad de ofensas que le decía al oído eran interminables, ambos se fueron levantando poco a poco con su mirada buscaba algún objeto para defenderse pero no encontró alguno.

Repentinamente Cristina grita de dolor mientras se retorcía en el suelo, el amigo de Rodrigo fue quien lo salvó de ella. Ambos comienzan a correr para salir del estacionamiento y no voltearon en caso que los persiguiera, abandonaron el edificio quedando justamente frente al parque.

—¿Estás bien?—le pregunta.

—Sí, la verdad me has salvado de ella, ¿Fernando es tu nombre?

—Aja, lo haría nuevamente.

—Debo volver, mi novio debe estar buscándome.

Su celular comenzó a sonar mucho y a recibir muchas llamadas de Camilo incluso su mejor amiga estuvo entre sus llamadas perdidas, se ofreció a acompañarlo pero Alan se negó no quería involucrar más a Fernando. La voz de Camilo interrumpió la conversación de ellos dos, se abrazan fuertemente dándole un gran alivio al castaño porque pensaba lo peor cuando iba en camino a buscarlo.

—De nuevo te doy las gracias, la verdad, no sabría qué hubiese sucedido si no estuvieras allí—le comenta dándole un apretón de manos.

—No es nada, espero que puedan resolver ese problema con ella, nos vemos.

Se despidió de los dos y poco a poco fue desapareciendo entre las personas, Camilo le sugirió hacer una denuncia más seria porque ya se convertía en intento de homicidio. No quería que ese incidente no llegara a oídos de sus familiares, en especial su padre Alexander. 

ALAN© [COMPLETA] (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora