Capítulo VI: Primer Acercamiento.

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Habían transcurrido exactamente tres semanas y ya el yeso no era tan incómodo para la pierna de Alan, lo único que deseaba era que llegara la cita con el doctor para retirarlo para poder caminar sin problema alguno en cierto también le daba un poco de pena llegar a la universidad en ese aspecto. Tras cumplir su reposo en la universidad fue observado por varios de sus compañeros, algunos solo se limitaban a preguntar para no ser entrometidos otros iban directamente a su lugar para darle ánimo y que su hueso estaría más fuerte que nunca, aunque no fue el hueso sino algunos tendones.

Tomó en cuenta el consejo de Camilo en asistir a un terapeuta para tratar aquellos problemas que no reflejaba, cambió su psicólogo personal por el del castaño y de verdad estaban funcionando las terapias más que todo el desahogarse y dejar de retener sus sentimientos porque aquello era muy dañino. Clarisa iba con ellos por todos lados, no se despegaba de los dos. Seguía con la loca idea de que terminarían como una bella pareja, solo lo pensaba porque si lo manifestaba terminaría destruída por Alan ella solo observaba sus compartimientos.

Todo indicaba que sería un día soleado, los pájaros cantaban y la brisa era cálido para el rostro de las personas que caminaban por las calles de la ciudad. Era domingo, los tres amigos se encontraban dormidos completamente la noche anterior se la pasaron viendo películas de comedia y una sola de terror a petición de Camilo. Una notificación al celular de Clarisa la despertó, con ojos aún cerrados buscó su móvil para descifrar de quién se trataba. Abrió su ojo derecho y luego el izquierdo esa manía nunca la perdió siempre la tuvo desde que era una niña. Finalmente leyó el mensaje y era del grupo de chicas que cantaban, el mensaje comunicaba que en la tarde escogerían las canciones para la presentación que tendrían en un lujoso hotel.

—Espero que sea una buena excusa para textear a las ocho de la mañana, y más si es domingo—comunicó Alan con voz somnolienta.

—Loes, debo asistir a la reunión que hicieron las chicas, espero que puedas verme cantar ese día.

—Allí estaré.

Ambos durmieron en la misma cama, era lo suficientemente grande como para que cupieran dos personas. Ninguno quería levantarse de la cama, hablaban sobre cosas un tanto banales hasta que llegó un olor a sus narices dando entender que Camilo se despertó y preparaba el desayuno. Se miraron y se levantaron animados riendo un poco, al escuchar las risas Camilo se volteó para observarlos y sonreirles.

—Amanecemos contentos hoy—expresó sirviendo jugo de naranja en los vasos que estaban en la mesa.

—Cosas de nosotros—respondió Clarisa riendo.

—Siempre con sus locuras—agregó Alan tomando el vaso de jugo.

Los dos le agradecen que fue un gesto muy bonito prepararles el desayuno, comenzaron hablar sobre que ya solo faltaba una semana para que Alan se quitara el yeso. Mientras comían un mensaje llega al celular de Alan, era su padre preguntándole como estaba. Apago la pantalla, su semblante cambió un poco dejando de hablar, su terapeuta recomendaba que tuviera una conversación privada con él que esas heridas debían curarlas entre los dos. No estaba tan convencido del todo, pero no era sano seguir molesto con Alexander quizás cambió como lo dijo en aquella llamada.

—¿Sucede algo?—pregunta Clarisa.

—No, solo me quedé pensativo un rato—respondió

—No, solo me quedé pensativo un rato—respondió

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ALAN© [COMPLETA] (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora