Capitulo XXV: Disparo.

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Alan se encontraba en Francia al llegar al aeropuerto estaban esperando por él y el resto del equipo policiaco, fue un vuelo de veinticuatro horas la verdad le fue un poco incomodo ya que no estaba acostumbrado a volar por tanto tiempo. El pelinegro sentía alegría porque dentro de poco lograría ver a su novio, mientras se montan el carro que le mandaron observaba cada rincón de Francia sin duda era un país magistral con una arquitectura muy bien distribuida, al momento de partir no logró despedirse de Clarisa debido a que se encontraba en su ensayo.

Llegaron a un hotel donde estarían radicados mientras tanto para descansar, llegó a su habitación y se acostó en la cama, su celular comenzó a sonar supuso que era Clarisa con algún mensaje.

—Sé que es tarde, pero no me he olvidado de mi ex amargado amigo. Los ensayos me tienen muy ocupada, pero siempre pienso en ti y en Camilo, espero que todo salga bien y logres encontrarlo sano y salvo.

—Clary de verdad muchas gracias, la verdad lo entiendo no te preocupes, estoy muy orgulloso de tener una amiga famosa.

—Te adoro.

El comodante toca la puerta y el pelinegro sale para abrirla este le informa que ya tienen al parecer una pista de Sabine, van al lobby donde están otro equipo uno de ellos teclea muy rápido el teclado de la computadora, está intentando de dar con la dirección exacta hasta que la pantalla se pone en verde haciendo una especie de sonido, Alan pregunta qué era lo que sucedía.

—Esa es la ubicación del número, debemos ir para allá, solo que esta vez usted no podrá ir, lo mantendré al tanto.

—No es justo, pero no me queda de otra que aceptar, la próxima me lleva con usted, en caso de que lleguen a verse con Sabine recuerden hacer lo que les aconseje.

—Está bien, salgamos muchachos, ya saben que hacer cuando la tengamos en frente—alego el hombre.

—Está bien, salgamos muchachos, ya saben que hacer cuando la tengamos en frente—alego el hombre

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Camilo tuvo suerte al encontrarse con un señor que le ayudó al momento de contarle lo que le había sucedido, era un hombre de al menos unos cuarenta y cinco años pero lucía un poco mayor, su nombre era Franco al saber su historia se conmovió y decidió darle alojamiento para que estuviera mucho más tranquilo. El intentó comunicarse con la policía pero su respuesta fue no, porque eso podría crear problemas incluso mantener a Sabine en guardia.

Aún estaba acostado en la cama pensando como salir de Francia sin ser descubierto, no pudo comunicarse con sus abuelos debido a que Franco no poseía un renta internacional, lo importante es que se estaba en un lugar tranquilo y protegido.

Tocan la puerta y se levanta para abrirla era Franco diciéndole que el almuerzo estaba listo, sale de la habitación y mientras bajaban por las escaleras este le informa que pudo comprar un celular y que podía llamar a sus abuelos, aquello fue una gran noticia tomó el celular para llamarlos la emoción que sentía era mucha, al momento de sonar el celular hablo Rosa.

—¿Rosa? Soy Camilo—habló con alegría.

—Mi niño, oh dios mío, señores aquí está el niño Camilo.

Se podía escuchar las voces de ambos felices Santino tomó el celular y atendió:—Hijo, ¿estas bien? Hemos estado muy preocupados por ti todo este tiempo.

—Abuelo estoy bien, logré escaparme de ella, un señor logró ayudarme y estoy en su casa, solo que estoy a miles de kilómetros de ustedes.

—¿Dónde estás?—preguntó.

—Francia.

Sabino se quedó callado por un momento sin decir nada, Camilo le dijo que llamara a Alan y le dijera que estaba bien que tuviera paciencia para esperarlo, su abuelo le confiesa que su novio también está en Francia aquella confesión lo sorprendió le dijo que estaba en un hotel, le pidió la dirección para trasladarse hasta allá lo más rápido posible.

Al terminar la llamada le mostró la dirección a Franco, le dice que están relativamente cerca, salieron de la casa camino al hotel, nuevamente estarían juntos, lo importante es que ninguno perdió la esperanza en verse y mantener una mente positiva.




Sabine estaba histérica al saber que Camilo logró escapar destruyó la mitad del apartamento, incluso asesinó al hombre que estuvo ayudándole con la seguridad del lugar, antes de salir se colocó una peluca amarilla para no ser reconocida para luego anexar unos lentes oscuros. Manejaba por las calles buscando con su mirada a cualquier sujeto que se pareciera a Camilo, ella discutía con la niña que ella solo veía la pequeña le reclamaba que debió ser más inteligente al momento de tenerlo como prisionero.

—Deberías estar en ese psiquiátrico, ni siquiera sabes retener a un hombre, das pena.

—¡Cállate de una vez!—expreso con un alarido.

Aumentó la velocidad del carro por la rabia que sentía en ese momento, se estacionó cerca de un hotel pensó que podría salir de ese hotel y permaneció un buen rato allí, notó que pasó un hombre alto por su lado y junto él estaba Camilo, se bajó los lentes hasta la nariz y sonrió de algo le había servido esperar allá. Los observo y espero que entraran al hotel para luego aparecerse dentro.

Se bajó del auto y fue caminando hacia el hotel al entrar se quitó los lentes de sol, sacó su pistola sin que el personal del hotel se diera cuenta, caminó un poco y los encontró abrazados. Alan se dio cuenta y lo abrazó más fuerte y se dio la vuelta para protegerlo del disparo, el sonido del disparo fue seco causando miedo y desesperación a los que estaban cerca la mayoría corrío y la otra mitad solo se tiró al piso en caso de que volvieran a disparar. 

ALAN© [COMPLETA] (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora