Capítulo XXIII: Al fin te encontré

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"No puedo dejar de quererte, sé que sin ti moriría"

Cristina finalmente logró su objetivo que era alejar a Camilo de Alan, desde el secuestro del pelinegro la policía no se ha detenido en la búsqueda de su novio, la mayoría ha dicho que podría estar en otro país o lo peor que ella lo haya asesinado aunque solo fue una hipótesis la última opción.

Sin la presencia de él se sentía desprotegido como si algo importante le hiciera mucha falta, la noche era su enemiga porque pensaba muchas cosas que terminaba llorando hasta al amanecer, no tenía ánimos para nada estaba como muerto en vida. No quería que nadie se le acercara o que le hablara porque lo corría de su habitación incluso le costaba comer la comida prácticamente la dejaba entera era un momento muy duro para él y los abuelos de Camilo porque lo esperaron y nunca regresó.

Todos tenían la esperanza de que regresaría sano y salvo a casa solo que no debían perder la esperanza, sino buscarla para tenerla en los pensamientos. Alan se sentía enojado consigo mismo, porque no pudo hacer nada para ayudarlo solo se quedo parado viendo como se lo llevaban, no quería estar en el hoyo de la depresión porque eso sería peor si eso llegara a ocurrir.

Salió de su habitación para tomar agua al ver el balcón recordó cuando Camilo le dio su primer beso, sus ojos se cristalizaron un poco por tan bello recuerdo no podría reprimir sus sentimientos porque le haría daño, se sentó en el mueble y se dio cuenta que estaba un suéter de él alí doblado. Lo agarró, aún tenía su olor, lo abraza y se imagina que está allí con él tras varios segundos silenciosos el timbre de su departamento suena.

—Me pregunto quién será—habló mientras se levantaba del mueble.

—¿Edgar?—exclamó con asombro al abrir la puerta.

—Hola, siento interrumpir, me preocupe cuando supe que fuiste secuestrado, decidí hacerte una visita, ¿estabas llorando?

—Solo es alergia—mintió—Creo que fui claro que no quería recibir visitas de nadie.

—Sé que no quieres ver a nadie, pero desahogarte te hará bien, vine como amigo y psicólogo—respondió. 

La conversación que tuvo con Edgar fue realmente buena porque le hizo olvidar un poco esos pensamientos negativos, incluso ordenó un poco de comida chatarra para que fuera al menos una tarde agradable para los dos, al terminar la visita nuevamente...

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La conversación que tuvo con Edgar fue realmente buena porque le hizo olvidar un poco esos pensamientos negativos, incluso ordenó un poco de comida chatarra para que fuera al menos una tarde agradable para los dos, al terminar la visita nuevamente el silencio fue su acompañante. Apago la luz de la cocina caminaba entre la oscuridad llegó a su cama, se arropó con su edredón para quedarse dormido finalmente.

Ya había amanecido y por impulso Alan se despertó tocando el otro lado de la cama para luego recibir un duro golpe de la realidad, él ya no estaba a su lado porque le fue arrebatado por alguien que era una persona mezquina, revisó su celular este estaba lleno de llamadas y algunos mensajes. Llamó a su padre y tuvo una conversación con él quería visitarlo y saber sobre su estado de salud, Alexander le dice que Patricio lo buscaría para que no manejara y estuviera más tranquilo.

En treinta minutos ya Patricio estaba esperándolo abajo, tomó sus llaves en cuestión de minutos ya iba camino a la casa de su padre, no hablaba con el chofer ya que ellos tenían una relación cercana desde que él era un niño. Le avisó que habían llegado, Alan estaba un poco distraído en ocasiones no medía el tiempo era como si se quedara estancado. Se bajó y le dio las gracias al hombre, su padre lo estaba en la puerta principal le dio un beso en la frente y permanecieron un rato abrazados, le dolía ver a su hijo sufrir.

—No estás bien hijo, lo puedo notar en tu mirada.

—No te preocupes por mí, tengo la esperanza de que volverá con nosotros, y esto solo será un mal sueño malo.

—Todo estará bien.



Decidió quedarse en casa de su padre para tratar de mejorar un poco, Alexander trataba de animarlo para que al menos sacarle una sonrisa. Decidió dejarlo solo pensó que necesitaba su espacio para poder estar un poco tranquilo, nuevamente comenzó a llorar en ese momento tan duro necesitaba un abrazo de su madre quería su calor, se retiró del jardín para ir a la antigua habitación y tratar de dormir un poco.

Su último pensamiento fue Camilo recordaba cuando le dio el collar de luna, lo tocaba, se dio vuelta y quedó completamente dormido. Las horas pasaron rápido, ya la noche llegó y Alan seguía dormido hasta que su celular sonó el sonido lo despertó enseguida y con rapidez atendió la llamada.

—¿Camilo eres tú? Dime dónde estás, necesito saber si te encuentras bien, ¿Cristina está contigo? Maldición di algo.

Una voz se hizo presente era una mujer gritando en francés, la policía había investigado a esta mujer y resultó ser una impostora su nombre no era Cristina Holmes, su nombre real era Sabine Ferrec. Era buscada por la policía de Francia y era culpable de la muerte de una mujer policía que llevaba por nombre Cristina, ella robó su identidad y huyó, fue rápida en cambiar de identidad incluso de físico. La llamada finaliza, era evidente que estaban en Francia, a él no le importaba tomar un vuelo y rescatar a su novio.

Llamó al comodante de la policía explicándole toda la situación, el hombre le indica que fuera a la estación para poder rastrear la llamada para asegurarse de que esa llamada provino de Francia, colgó y salió de la casa junto a Patricio solo le tomó unos quince minutos llegar.

—Comodante este es el número—habla Alan mostrando su celular.

—En seguida lo buscaremos—por favor tome asiento.

—No me sentaré hasta que me confirmen—replicó serio.

Alan espero lo suficiente hasta que el comodante llegó con una respuesta positiva, aquel número provenía de Francia les fue informado a las autoridades de allá que había una posibilidad de que Sabine estuviera allá, un equipo iría a Francia para poder ayudarlos y tener más apoyo.

—Déjeme ir con ustedes—propuso Alan.

—Señor Valenzuela, no es buena idea que un civil este un operativo—alegó el hombre.

—No le estoy pidiendo permiso, yo necesito ayudar porque si me quedo aquí, la ansiedad me está matando, incluso puedo ayudarles con su información psicológica. Tengo pruebas de que ella es un peligro para la sociedad y para ella misma.

—Está bien, la condición será que no cometa una locura, recuerde que estamos lidiando con una asesina.

—¿Cuándo salimos a Francia?—pregunta interesado.

—Mañana mismo.


ALAN© [COMPLETA] (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora