Capítulo XXXVII: No era tu hora.

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Ya tras varias horas de haberse despertado Alan les explicaba a su padre que estuvo en un lugar donde reinaba mucha tranquilidad, que incluso provocaba quedarse para siempre allí porque no reinaba siquiera la preocupación. Alicia estaba allí a su lado cantándole mientras que él tenía su cabeza recostada en sus piernas, extrañaba mucho a su madre y no quería irse porque sabría que ella no estaría ahí, ella le explicaba que no pertenecía a ese lugar porque no era su hora para despedirse que le faltaba mucho tiempo para poder está allí con ella.

—No quería alejarme de su lado, pero una fuerza me jalo y desperté aquí en la habitación—expresó el pelinegro.

—Estábamos algo preocupados por tí, no sabíamos si seguirías durmiendo un poco más—alegó su padre.

—Al escuchar que ya habías despertado, me pude tranquilizar. No logré dormir bien toda la noche—indicó Camilo acariciando su cabeza.

La puerta es abierta repentinamente provocando que los tres se exaltan un poco, era Clarisa se le notaba en el rostro la preocupación por su mejor amigo se acercó a la cama y la abrazo fuerte provocando que Alan soltara alarido de dolor, ella había olvidado que aún estaba un tanto convaleciente por la cirugía que tuvo. En eso entran Lancelot y Rodrigo Andrés, se podía sentir rodeado por aquella energía familiar y protectora.

Lancelot les informa que oficialmente Sabine Ferrec fue encontrada muerta, todos se quedaron en silencio tras escuchar la lamentable noticia, les indica que fue devorada por una manada de lobos aunque la caída fracturó algunos de sus huesos no afectó el cráneo lo que terminó con su vida fue lo último mencionado. Aquello confirmaba que el amor siempre ganaba sin importar cuantas adversidades se presenten estará ahí fortaleciéndose cada vez más.

—Yo la empujé y me siento culpable por lo que hice—comentó Alan.

—Fue en defensa propia, eso no te incrimina—alegó Lancelot.

Sabine nunca quiso ser salvada fue consumida por la locura y maldad en ocasiones dudo de las acciones que hizo, su enfermedad mental estaba en un estado avanzado ya no diferenciaba que era real o que no, por eso Alan en reiteradas ocasiones intentó ayudarla pero nunca aceptó su ayuda porque el orgullo y la furia se la estaban comiendo.

—Sonará duro pero ella buscó esa muerte, ella pudo tener la ayuda que necesitaba. Debía aceptar que su problema mental era grande, es triste como desperdicio su juventud en un amor no correspondido—agregó Clarisa.

El doctor entró a la habitación interrumpiendo la conversación, revisó la operación y todo estaba marchando bien, su proceso de recuperación estaba siendo rápido solo que debía quedarse hasta el día siguiente para cumplir con el reposo adecuado. 

 

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Camilo y Alan estaban comiendo un poco de la comida que le trajo el castaño, realmente la comida del hospital no era muy buena era un poco deprimente comerla, por eso compró una pizza y algunos dulces para consentir un poco a su chico. Ya no tenían preocupación alguna, su amor podría ser disfrutado sanamente sin afectar a nadie porque ese sentimiento lo puede sentir cualquier persona sin importar su sexo, genero, color es algo natural que esta en los seres humanos y la sociedad debe aceptar que los tiempos cambian. Destruir la felicidad de otros no te hace mejor, solo da a relucir lo vacío que está esa persona.

ALAN© [COMPLETA] (Libro 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora