CAPITULO 20: efectos secundarios

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Tsuna contuvo un suspiro de alivio cuando su corazón regresó a su lugar apropiado. No podía descansar. Hibari se iría tan pronto como los "negociadores" habían comenzado a revisar el perímetro por más amenazas y probablemente recuperaría la fuerza suficiente para aporrear a Tsuna en el suelo. Sin embargo, Hibari no era por quien Tsuna estaba actualmente preocupado. El pequeño demonio hitman todavía no había dicho una palabra desde que Tsuna había reclamado el título de su hermano. Había sido la única cosa que el pequeño moreno pudo pensar para salvar a Lancia de regresar a esa prisión. Tsuna no había sentido la misma calidez enfermiza que tuvo con Hibari, pero el hombre no había hecho nada. Él no debería tener que ir a prisión por las acciones de alguien más.

"Gracias por su ayuda, Vongola Decimo," dijo el hombre alto con una ligera reverencia, sus ojos azul claro permanecieron en Tsuna. Tsuna tragó saliva y oró porque su muerte fuera rápida. Cuando nada pasó, Tsuna se atrevió a echar un vistazo desde detrás de su cabello al hitman demasiado tranquilo. El hitman tenía sus ojos cerrados, y una burbuja explotó de su nariz. Tsuna no sabía si quería arrancarse el cabello o hundirse en alivio ante el hecho de que el demonio estaba dormido.

Cerrando sus ojos, Tsuna escuchó el pulso del calor. Se había suavizado a un casi fuego lento e imperceptible. Los hombres vendados se habían ido. Las rodillas de Tsuna colapsaron debajo de él, y tuvo que estirar sus manos para evitar que su cabeza golpeara el suelo. Cuando se atrapó, sus manos temblaron, el calor se fue y lo dejó sintiendo plenamente el palpitante dolor en sus hombros (había pensado que esquivo todos) y luego sus brazos. La mirada gruñendo en el rostro del rubio apareció en la mente de Tsuna junto con la aterradora en el rostro de Rokudo Mukuro y la despiadada indiferencia en la del adolescente de cabello negro. Y luego la manera fría y silenciosa en la que los hombres vendados habían hecho que el calor casi dejara a Tsuna de pie congelado delante del letal hombre de negro hizo que los brazos de Tsuna se rindieran debajo de él y la bolsa cayó de su hombro.

"T-tan a-aterrador," susurró, apretando el suelo y luchando contra la bilis elevándose en su garganta.

"Levantate," dijo una voz áspera. "Esa no es la manera en que debe actuar un futuro jefe de la mafia."

Dejando su cabeza caer al suelo y las gafas deslizándose de su rostro, Tsuna ajusto sus temblorosas extremidades en una dogeza (1). Colapso varias veces cuando su cuerpo inestable lo desequilibraba con pensamientos de lo que podría haber sido y lo que podría ser, pero finalmente lo logro de la forma apropiada.

"¡L-l-lo s-sie...s-siento!" tartamudeó Tsuna, su voz diez veces peor.

"Te dije que te levantes," ordenó la voz, y Tsuna habría gritado su hubiera tenido la fuerza. "¿Y qué te he dicho sobre el tartamudeo?"

"L-l-lo—" Tsuna se detuvo y respiró profundo. Él no estaba en peligro. El calor no había regresado a su ardiente estado. Reborn no mataría al pequeño moreno, no aun. No si Tsuna usaba lo último de su fuerza para mover su cuerpo inestable en una posición sentada. "L-lo—lo siento. Yo...quería salvar a Lancia-san."

"Y lo salvaste," dijo el hitman. "Pero hay consecuencias. Declaraste a Vindice que eras el futuro Vongola Decimo. Y nadie miente a Vindice."

"P-pe—Pero dijiste que era la responsabilidad de T-Ta—Tamaki-san encargarse de d-de—derrotar a Mukuro. A-así—así que lo dejé," dijo Tsuna, esperando que el hitman estuviera de acuerdo con el razonamiento del pequeño moreno. Una vez más, nadie reclamó que Tsuna era inteligente.

"Los Vindice dejaron a Lancia en custodia del futuro Vongola Decimo con la condicion de que él sería regresado a ellos con la evidencia declarando su culpa. El costo era que si el hombre no era encontrado bajo la tutela de Vongola cuando Vindice viniera por él, Vongola tendría que pagar por su negligencia. Así que te conviertes en Vongola Decimo o sufres la ira de Vindice y los Vongola.

More Than No GoodDonde viven las historias. Descúbrelo ahora