17. De par en par

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Capítulo 17

Llorar.

¿Éso haría una chica normal en éste momento, no?

Llorar.

Ja, suena razonable pero no.

Una vez más, la pelirroja rió frente a mí, —De verdad eres patética.

Que se jodan.

Me encogí de hombros, —Siempre lo fui.

—Ya no tienes como defenderte, ¿no?

Que se jodan todos.

Le heché una mirada cansada a Alice, luego miré a Alex, de quién aún sangraba la nariz y finalmente, miré a TJ, —No.

Alice sonríó truinfante, —¿Dónde está la Spinelli ruda aho—

—Ya basta Alice— fruncí el ceño, pero no estaba enojada, solo... no lo sé. —Ya tienes lo que querías: Me quitaste a mi mejor amigo.. me quitaste a Alex... me quitaste mis lágrimas... y me quitaste mi dignidad. ¿Qué más quieres?— hablé con toda tranquilidad. —Ya tienes a TJ... ya no es mío, ya déjame en paz.

Después de éso, giré sobre mis talones, solo quería salir de ahí. Detrás mío estaba TJ, junto a la puerta de salida. Solo caminé y una vez que llegué a su lado, instintamente paré, él me miró pero yo no le correspondí. Cerré mis ojos con fuerza, respiré profundo y dejé que las lágrimas recorrieran mis mejillas mientras seguía mi camino, dejando a todos detrás.

Se acabó.

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Alex Willow

—¿Mañana es la obra, verdad?

Mi hermana asintió con la cabeza  mientras pasaba el rimel por sus largas pestañas, —Ajá.

¿Cómo se puede maquillar en el auto?

—¿Vas a invitarlo?

—Obvio sí, es mi mejor amigo.

Suspiré cansado al estacionar el auto, ella me había tenido toda la mañana de un lado a otro, comprando vestuarios, materiales y accesorios para la obra de Peter Pan, —Ése tipo no me da buena pinta.

—¿A quién le importa éso? Yo lo conozco, y sí, sé que és violento pero no es para tanto.

Rodé los ojos irritado, —En fin, bájate, tengo que conseguir ése disfraz de duende verde.

—Se llama Peter Pan.

—Da lo mismo, no tengo todo el día.

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Ashley Spinelli

No creo que encerrarte en la sala a oscuras con videojuegos sea la mejor manera de pasar tu jueves, señorita.

Mantuve la mirada sobre la pantalla frente a mí, —No hay nada mejor que hacer.

—¿Nada mejor que hacer?— preguntó mi madre colocándose frente a mí, esperando respuesta alguna de mi parte. —Mañana es la obra, ¿ya tienes tu disfraz?

Por qué no me dejas en paz y te largas.

No.

—¿Y qué esperas?

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