Leonardo

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En el camino a la escuela pensé de todo. Que ella leyó las cartas y se burlaría de mí. Que también le gusto, que me va aceptar sólo por lástima, me va a devolver las cartas...

— ¿Y si mejor no voy? Quizás Daniela también se arrepintió y no va a ir... ¿Qué hago?

   Estaba a tres cuadras de la escuela. Estaba demasiado nervioso. Tenía ganas de llegar y a la vez no. 

— Agh... Ya, no va a pasar nada malo... Si te cito es por algo. No creo que lo haya hecho para burlarse, ella no es así... Seguramente es algo bueno, por eso la urgencia de verme en persona — los que pasaban al lado de mí me miraban y se reían — Debería de dejar de hablar solo... 

   Seguí caminando. Estaba a nada de llegar a la escuela. Caminé lento, cuando llegué a la esquina me asomé un poco para ver si Daniela ya había llegado. Estaba sentada en la baqueta escuchando música. Me acerqué a ella.

— Da... Dani — no me hizo caso — Dani... — seguía sin hacerme caso. Después de unos segundos me di cuenta de porque — ¡Dios, pero que idiota soy! ¿Qué no ves que tiene puestos los audífonos? ¡Idiota! — Me dí un golpe en la cabeza con la palma de la mano. La toqué del hombro, ella volteó a verme.

— Hola.

— Hola — sonreí.

— Pensé que no ibas a venir.

— ¿Cómo crees que te dejaría plantada?

— Bueno... Creo que es lógico porque quería verte... Leí todas tus cartas dos veces. En especial la que escribiste para mi cumpleaños — pasé saliva.

— Y... ¿qué piensas? — se quedó un rato en silencio. Cada segundo que pasaba me latía más rápido el corazón. De verdad me estaba poniendo muy nervioso. Ella sonrió.

— Eres un idiota — de repente mi corazón dejó de latir. Me sentí vacío, sentí que me había quitado todas mi ilusiones, mis sueños, todo... — Somos unos idiotas... Tú también me gustabas. Me gustabas desde el primer día de secundaria. También tenía mucho miedo de lo que fueras a decir, de que me dejaras de hablar...

— No puede ser... — me puse las manos en la cabeza — ¿Es en serio? — asintió — No... Soy un... ¡Agh! — Me sentía bien y a la vez mal de lo que me dijo. En parte me sentía bien porque también le gusto, pero por otra parte me sentía mal porque deje pasar tres años a lo idiota. Tres años que pudieron ser los mejores, sólo los desaproveché... — Soy un cobarde... ¡Soy un maldito cobarde! Pudimos estar juntos estos tres años, pero no... Por se tan cobarde y no decirte lo que siento dejé pasar demasiado tiempo... Tú te irás a otra escuela, nos vamos a separar...

— No eres el único que tiene la culpa. Yo también pude haberte dicho lo que sentía por ti y no lo hice. Ambos somos culpables.

— Pero... Es que se supone que eso es algo que yo tengo que hacer...

— ¿Quién dice? Yo también puedo hacerlo. Recuerda que estamos en el siglo veintiuno — Sonrió. La abracé. No pude evitarlo.

— Daniela... Te amo — No podía esperar más. La tomé de las mejillas y la besé. Al principio ella se sorprendió, pero aún así me siguió.

  Yo siempre pensé que el día que llegue a besar a Daniela me pondría muy nervioso, me iba a latir rápido el corazón se iba acelerar mi respiración. Pero no. Fue todo lo contrario. Me sentí muy tranquilo, me sentí seguro, sentí que el tiempo se detuvo, sentí que estaba sobre una nube. No escuchaba nadie más, sólo existíamos ella y yo.

— Lo siento... Fue... Fue un impulso... Yo... — ella me besó. Me sentí exactamente igual que hace un momento.

— Así estamos a mano — sonrió y yo igual.

— ¿Sabes algo? Es... Es mi primer beso...

— El mio igual... — Sonreí.

— Me alegra que haya sido así para los dos... — nos quedamos un rato en silencio — Daniela... ¿Tú crees que podamos intentarlo? Es decir... Quizás ya sea algo tonto, pero me gustaría tener una oportunidad, saber si podríamos intentarlo...

— Supongo que sí... Creo que es mejor que quedarnos con la duda.

— Daniela... — Puse una rodilla al suelo — ¿Quieres ser mi novia? — Note que se sonrojó un poco. 

— Sí — me abrazó — Te amo, Leo.

   Sin duda fue el mejor día de mi vida. Jamás pensé que tendría el valor para algo así... Pero estaba muy feliz, me sentía totalmente seguro de lo que hacía... 

— Te juro que voy hacer todo lo posible porque nuestra relación dure... Haré de todo para que ambos estemos bien, seamos felices, nos casemos, tengamos hijos, nietos, bisnietos.

— Estás exagerando. 

— Bueno, quizás un poco, pero en serio haré todo lo posible para que duremos mucho tiempo... No te quisiera perder — Sonrió — Te amo demasiado y juro que cuidaré de ti siempre, incluso si llegamos a terminar, siempre estaré para ti... — La besé.

Cartas Sin Fecha De EntregaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora