Sarah

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Sarah huele a tierra mojada después de la lluvia, a manzanas de caramelo recién hechas y al jugo de frutas frescas tan rico que su Tía Natasha solía prepararle en las tardes de verano antes de que se marchara.

Peter arruga su nariz y no puede evitar aspirar con más fuerza la esencia de su hermana; Sarah huele extraño, un perfume tan inusual y poco habitual, que debería llegar incomodarle. Pero misteriosamente, a él solo le conforta y calma.

Sarah huele a familia, a Manada, a pertenencia.

Sarah huele a todo lo que alguna vez fue la torre que ahora se encuentra vacía.

"¿Te gusta su olor?" Pregunta Tony desde la camilla y Peter asiente suavemente.

"Huele raro, pero no es molesto..."

"Bueno, tendrás que esperar un par de meses antes de que se establezca su aroma real." Dice Tony, con sus ojos cansados sonriendo tenuemente hacía el mayor de sus hijos. "Ella aún es muy pequeña para tener su propia esencia y de momento, será una mezcla extraña de olores que tendremos que aguantar. ¿Crees que puedas hacerlo?"

"Puedo soportarlo, Pá. No te preocupes." Responde el niño, encogiéndose de hombros. "Además, ahora Sarah es de mi Manada y debo protegerla incluso si su olor no me gusta." Musita suavemente él, y entonces la promesa se hace.

Peter debe y tiene que proteger a su pequeña y dulce hermana, aunque la vida se le vaya en ello.

Porque ahora que Papá Steve ya no estaba, él tiene que hacerlo; es su misión, su meta. Su razón de vida.

Peter tiene que proteger a la única Manada que le queda.

Probablemente Sarah nunca llegaría a conocer lo que era despertar en las mañanas por los constante griteríos de sus tíos discutiendo sobre que ver en la televisión mientras desayunaban tocino y la fruta recién picada que su Papá se esmeraba tanto en preparar todas las mañanas; ella nunca vería a su amada tía Nat practicar a las luchas con el tío Clint mientras que el resto de su familia apostaba cuanto durarían así antes de que él aullara de dolor y su tía lo dejara ir con una sonrisa divertida; Sam jamás la sacaría a jugar béisbol al parque cuando atardeciera; nunca recibiría dulces a escondidas por parte de Visión y mucho menos podría sentir lo que era flotar gracias a Wanda y su extraña magia roja. Puede que Sarah nunca vería a sus padres darse besos a escondidas cuando creían que nadie los observaba y jamás sentiría los protectores brazos que Papá Steve daba cuando todo estaba mal.

Puede que ella nunca experimentaría esas cosas, pero Peter se encargaría de darle una Manada, una familia, aunque la de ahorita estuviera un poquitín rota.

La haría sentirse amada, querida y protegida.

Porque ella ahora es su responsabilidad y Peter nunca le fallaría como Steve le había fallado a él.

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He loved you even when you foughtDonde viven las historias. Descúbrelo ahora