Capitulo 39. ¿Una Casi Pelea de Gallos?

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POV. MARINETTE.

Han pasado diez meses que estamos casados.

Si se preguntan qué pasó después de que me enferme, pues Adrien decidió comprar una estufa para nuestra habitación.

Así es, seguimos en la misma habitación. Aunque debo admitir que yo creí que después de sanarme del resfrío el decidiría irse a su antigua habitación.

Pero eso no ha sucedido.

Su comportamiento es extraño, la mayoría de los días es frio, serio y cortante pero no como antes es muy diferente porque... él ya no me ignora.

Siento el sol en mi cara, me remuevo y abro los ojos lentamente. La alarma aún no ha sonado.

Al frente mío está Adrien con los ojos cerrados, lo observo detenidamente se ve tan sereno y calmado. Sin la cejas fruncidas es un poco extraño verlo de esa manera.

Pero él realmente es un Dios Griego en persona, su cara fina; más fina que la mía. Incluso tiene una manos más finas y bonitas que las mías. Observo mis manos y las pongo debajo de las sabanas.

En verdad el debería haberse casado con otra persona y no conmigo. Con alguien que sea tan fina como él.

Un sonido me saca de mis pensamientos dirigiendo mi vista al despertador y en varios intentos fallidos de apagar lo consigo.

Y me encuentro con los ojos penetrantes de Adrien. Desvío la mirada.

La cama se hunde y siento su mirada penetrante en mí. No sé qué decir y de pronto siento mi cara caliente.

-¿qué sucede...? - pregunta y no comprendo - tienes la cara roja...- no sé qué decir.

Tal vez puedo empezar diciéndole con un "A sí, es que te estaba mirando mientras dormías.. sólo eso"

Pongo la alarma en su lugar y me levantó apresurada con algunos tropezones.

Me quedó parada en medio de la habitación -iré a hacer el desayuno mientras te levantas..-

-bueno, puedes hacerme un buen café bien cargado...- dice con esa voz varonil que logra descolocarme en un dos por tres.

-eh... si...- le digo y salgo sin siquiera mirarle.

Preparo el desayuno así como le gusta a Adrien un café cargado sin azúcar y los panes sin nada de dulce.

En estos diez meses aprendí que a él no le gustan las cosas dulces y es más de lo amargo y salado.

Termino y lo veo bajar ya con su traje y su cabello mojado. No puedo dejar de mirarle.

Camina hacia mí y se sienta al frente mío y yo hago lo mismo. No puedo dejar de mirarle.

Desayunamos en completo silencio.

Él se pone de pie y camina en dirección a la puerta, pero se detiene y me observa desde esa distancia.

-¿está todo bien hoy..? - pregunta mirándome a los ojos.

-si... ¿por qué...? - pregunto algo nerviosa. Bueno claramente muy nerviosa.

- me has estado mirando desde que desperté.. - dice fijando su vista hacía su reloj -sé que soy irresistible...- sonríe lascivamente -pero verte a ti mirándome... es....- su celular suena y contesta observándome, toma sus cosas y sale de casa.

Suspiro aliviada ya no tendré que contestar sus preguntas que claramente sé a dónde van.

Claramente, él me dijo lo que siente por mí. Pero yo no puedo decir lo mismo, con mi madre enferma no puedo pensar en una relación seria con él al menos hasta que mi madre salga de peligro.

Miraculous. Forzados a Casarnos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora