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Lo prometido es deuda jajaja se acaba hasta el cap 9 :') el maratón alv xD





A pesar de sus pensamientos agitados, Star durmió bien y se levantó a su hora habitual la mañana siguiente. Se puso el traje de baño para nadar en el mar antes de ir a trabajar.

Como siempre, la tibieza del océano la sorprendió. El agua mantenía una temperatura apenas más fresca que el aire. Así que le parecía un sueño flotar en las olas.
La mañana silenciosa, cálida y llena de paz, despertaba. Al agacharse a recoger su toalla, contempló a un deportista que se acercaba corriendo por la playa. Lo reconoció asombrada: era Marco.

El también se sorprendió al verla, dejó de correr y se acercó despacio, limpiándose el sudor de la cara con la toalla que le rodeaba el cuello.

—Buenos días —lo saludó Star, tímida—. No esperaba que te levantaras tan temprano.

—Me gusta correr a esta hora. Me ayuda a mantenerme en forma para soportar los rigores del mundo de los negocios.

— ¿También en Boston?

—Por lo menos durante los últimos dos años —respondió estudiando las emociones que se pintaban en el rostro de su mujer.

La primera reacción de Star fue de decepción. ¿Cómo pudo estar casada con un hombre y vivir en la misma casa sin enterarse de que corría por las mañanas?
Después, las implicaciones de su ignorancia la agobiaron. Por esa razón se separaron. No compartían sus vidas ni formaban un matrimonio. La tristeza de eso fracaso la aplastó y no quiso resolver ese problema a esa hora de la mañana.

— ¿Nadas todos los días? —indagó Marco, contemplando la playa desierta—. ¿No es peligroso nadar sola?, deberias tener cuidado. No me gustaria que estuvieras en peligro.

Bueno esa mania por la seguridad no la habia perdido en los cuatro meses que llevaban separados, penso Star.
—Tengo cuidado —se defendió.

La respiración de Marco se volvió más lenta y el sudor se le secó en la piel. Star sintió el loco deseo de pasarle las manos por los hombros y el pecho y hundir los dedos en los vellos oscuros que le cubrían el torso.

-Pues no te detengo... Si que planeas seguir corriendo —manifestó ella para romper el silencio. Si continuaba con él le confesaría sus emociones.

—Exacto —admitió Marco y reanudó el ejercicio, sin volverse ni una sola vez, hasta que se convirtió en un puntito en la distancia.

Más tarde, mientras Star limpiaba los cuartos del hotel, pensó que al no compartir la habitación con su marido en los últimos años, no pudo enterarse de que corría por las mañanas. Como Marco no deseaba despertarla al acostarse en la cama, se había mudado a otro dormitorio y la visitaba cuando se le antojaba. Ella rara vez se levantaba antes de las siete, y cuando bajaba a desayunar, Marco ya se había ido a su trabajo. ¿Qué otros aspectos de su vida no conocía?

Al recordar su matrimonio admitió que pasaban muy poco tiempo juntos. Al principio planearon, soñaron y amaron al unísono. Después Marco se concentró en agrandar su negocio, trabajando durante largas horas, haciendo lo imposible por progresar y convertir a Construcciones Diaz en una de las empresas más importantes de Boston. Y lo logró mientras ella lo esperaba, sola, en la casa.

Al principio no le importaba; lo admiraba al máximo y sentía un inmenso orgullo por los triunfos de su marido. Se mostraba tímida en su compañía, ansiosa por complacerlo. Sin embargo, al cabo de un tiempo, se convirtieron en dos extraños. El casi nunca le hablaba de sus negocios; es más, pocas veces hablaba con ella.
Pero tú no trataste de que tu matrimonio fuera diferente, se regañó Star.

Vuelve a Mi||Starco||TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora