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— ¿Cuánto tiempo te quedarás? — Empezo Star.

—Eso depende de ti.

— ¿Para qué viniste? No tenemos de qué hablar.

—No estoy de acuerdo —objetó. No parecía sentirse incómodo en ese lugar, lo cual desconcertó a Star. Siempre actuaba como en su casa en los mejores restaurantes de Boston; entonces, ¿no debería sentirse incómodo allí?—. ¿Cómo conseguiste ese trabajo? —la interrogó.

—No poseo muchas habilidades y eso fue lo único que encontré —confesó—. No me quedaré en ese empleo toda la vida, Marco. Sólo hasta que decida qué hacer.

— ¿Y hacia qué te inclinas?

—Me gustaría iniciar un negocio. Quizás abrir una pequeña tienda —él sofocó el entusiasmo de la joven con una mirada despectiva. Star decidió no contarle sus planes.

Les llevaron la pizza y  Star tomó una rebanada.
—Quiero que regreses, Star. No es lo mismo sin ti —le confió, apenas se fue la camarera—. No puedes esperar que crea que no extrañas lo que poseíamos en Boston —agregó.

Lo observó, preguntándose a qué se refería con exactitud. Ella no extrañaba la casa, ni a Michell, ni los negocios interminables de Construcciones Diaz. Pero lo extrañaba a él. Extrañaba el amor que compartieron en un principio, la risa, la pasión que los unió.

Star se sonrojo. Jamás admitiría esas debilidades. Algún día hallaría a otro hombre que la haría sentir lo mismo que Marco. Con un poco de suerte.

Ella apartó la mirada y alzó su tarro de cerveza. Había algo en el mundo que ansiaba con toda su alma... el amor. Y también deseaba ocupar el primer lugar en la vida de su pareja.

—Hola, Star —Oskar Greason era uno de los nuevos amigos que acababa de conocer en Key West. A él lo acuciaba la ambición de progresar, de hacer dinero y de tener éxito en los negocios. Trabajaba en un banco y se moría de ganas por mudarse al norte del país para destacar. Oskar siempre ponía el ojo en lo que le daría una ventaja sobre los demás. En eso se parecía a Marco.

—Hola, Oskar. Marco, te presento a Oskar Greason, uno de mis amigos de Key West. Aquí nació. Oskar, este es Marco... un amigo mío de Boston.

El rostro de Marco conservó la sonrisa, aunque sus ojos relampaguearon. Notó que su esposa no había mencionado su apellido.
Oskar para saciar su curiosidad, acribilló a preguntas a Marco, pero él, de la manera más amable, las evadió. Star estaba impresionada. Su marido, sin agredir a Oskar, reveló muy poco de sí y al final, el muchacho aceptó su derrota y volvió a reunirse con el grupo con el que cenaba.

A Star le agradó que Marco no ridiculizara a su amigo y lo premió con una cálida sonrisa.
No podía evitar mirarlo a medida que la velada avanzaba, preguntándose por qué se había preocupado tanto por llevarlo a ese sitio. Se había adaptado al ambiente y parecía saborear la comida y la cerveza.

¿Y por qué no había de adaptarse?, se preguntó. No creó su empresa aislándose de la gente. Tenía que tratar con toda clase de personas, desde banqueros y otros inversionistas, hasta carpinteros y albañiles. Y lo hacía con éxito. Era un don que había perfeccionado a través de los años. Marco se adaptaba a todo, se sentía cómodo y lograba que los demás también gozaran del momento.

—Un poco joven para ti, ¿no? —susurró Marco.

—Oskar es sólo un amigo, Marco —se ruborizó—. De cualquier modo, apenas es un año menor que yo.

Marco asintió en silencio y colocó unos billetes sobre la mesa.
— ¿Nos vamos?

Ella aceptó y se puso de pie. Dentro de poco tiempo se separarían.
Regresaron al hotel; la brisa nocturna, después de un día caluroso, los refrescó. Star inhaló el aroma de las flores del jardín y el aire salino que provenía del mar agregaba una nota romántica a la noche. Le echó una rápida mirada a Marco, ¿se sentía romántico en Key West?

Caminaban por una calle bulliciosa. En las cantinas sonaba música y los pequeños cafés estaban atestados.

— ¿Por dónde? —preguntó él al llegar a una esquina.

—Derecho. No tienes que llevarme a mi casa.

El empezó a decir algo y luego se encogió de hombros.

—De acuerdo. Me agradó conocer a tu nuevo amigo, Star. Diferente de los que tenemos en Boston, pero interesante de todas maneras.

Ella permaneció callada, sin saber si él se mostraba condescendiente o si expresaba un comentario sincero. Deseó corregirlo acerca de "sus" amigos, pero no quiso perturbar el final de una velada agradable. ¿Por qué no le decía que las personas a quienes trataba en Boston no eran sus amigos, puesto que sólo los frecuentaba para sacar algún beneficio para Construcciones Diaz?

Porque pronto se iría y la dejaría en paz.
Marco se detuvo en las sombras, al lado de la luz que salía del vestíbulo del hotel. Durante un momento Star pensó que la besaría para darle las buenas noches. El pánico la invadió. No quería que la besara, sólo que la dejara en paz, que regresara a Boston para que ella continuara con su vida en Key West.
Marco no la besó; se concretó a rozarle la mejilla con los dedos. Star sintió que un estremecimiento la recorría de la cabeza a los pies. Con los ojos muy abiertos, ella trató de descifrar la expresión de su marido, pero la oscuridad le impedía verlo con claridad.

—Buenas noches —se despidió él.

—Buenas noches —respondió con un suspiro. La desilusión la estrujó al comprobar que no la besaria.

Star caminó hasta su apartamento un poco mareada. La caricia de Marco la desconcertó... La sentía en todo el cuerpo y no tenía razón para reaccionar de ese modo. Pensó que la besaría y se sintió desilusionada cuando no lo hizo. ¿Qué le pasaba?
Justo antes de dormirse, se dio cuenta de que no había resuelto ninguna de sus dudas.







Soy generosa y creo que publicare el cap 6 en un momento.....
ya tengo escrito hasta el cap 11,quieren maratón? 7u7 -c va-

Vuelve a Mi||Starco||TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora