♡15♡

384 39 1
                                    

Marco consideraba su abandono un reto: la sometería, satisfaría su necesidad de dominarla, para luego empezar algo diferente, contentándose con dejarla vivir igual que en los últimos años. Pero él no se apartaría de su negocio ni trataría de dedicar su tiempo a algo más.
Gracias a Dios, esa llamada telefónica le impidió cometer una estupidez. Estuvo a punto de persuadirla. Debió ser el vino. En el futuro, no bajaría la guardia.

Llegó al trabajo en bicicleta, admirando los colores brillantes del trayecto, rodeada de una brisa fresca. Las tiendas que vendían ropa y sombreros de paja apenas estaban abriendo. Aún no había turistas en las calles y sólo las transitaban unas cuantas personas.
Cuando salió del ascensor, empujando el carrito de servicio, se sorprendió de que Marco la aguardara apoyado contra la pared.

—Buenos días, Star —la saludó en voz baja. 

— ¿Qué haces aquí? —preguntó, dirigiendo el carrito hacia el primer cuarto del corredor.

—Anoche te fuiste demasiado rápido.

—Marco, cenamos, hablamos —se detuvo y lo miró—. No he cambiado de opinión ni tú de forma de ser. En el minuto en que algo de tu negocio se presenta, le dedicas cuerpo y alma, sin que algo más te importe.

—Si eso es todo el problema...

—No, no lo es. Se trata de la vida que vivíamos. No quiero ser la figura principal en una obra de caridad. Quiero compartir mis horas con las personas, hacer algo interesante, sentirme vibrar. Deseo tener hijos, una familia, tradiciones que se prolonguen durante muchos años. Ahora tengo que trabajar, pero al terminar nadaré, bucearé o iré de compras... no pasaré todo el día trabajando, como tú. Adiós, Marco.

Se quedó parado en el mismo sitio mientras ella llamaba a la primera puerta.
Rápida y eficiente, acabó sus tareas temprano. No se topó con Marco de nuevo, ni se quedó a charlar con las otras empleadas. Se mudó de ropa y se fue tan pronto como pudo.
Con el propósito de evitar cualquier lugar donde pudiera encontrar a Marco, Star se convirtió en una reclusa durante los siguientes dos días. No nadó ni caminó por las calles de la ciudad, pues no estaba segura de mantener sus resoluciones en pie si hablaba con su esposo.

La tercera mañana, Janna llegó al trabajo antes que Star.
—Hola, Star, no te he visto en varios días —le sonrió, poniéndose su uniforme—. ¿Has estado muy ocupada? —Star asintió—. ¿Quieres volver a tu nivel ahora que el guapísimo señor Diaz se fue? ¿O nos quedamos como estamos? A mí no me importa.

— ¿Marco partió? —Star miró a Janna con el pecho acongojado, Partió. Y ella no lo supo; ni siquiera le dijo adiós. Se sentó en una banca, con las piernas débiles. Al fin se fue. ¿Eso no le causaba alegría?

—Hace un día o dos. ¿No te enteraste? 

—No, yo... pues... no lo veía todos los días. Sólo era un amigo... —se puso de pie para terminar de vestirse. Debía sentirse más tranquila. Sabía que no podían vivir juntos y no deseaba que él le causara más problemas en Key West.

—A mí me pareció que los unía algo más que la amistad. Había una cierta pasión... No sé, como si pudieran convertirse en mucho más que amigos, en especial después de la merienda en la playa —opinó Janna, sentándose en la banca, lista para iniciar una conversación confidencial.

—No, nuestros mundos son demasiado diferentes. Marco tiene una empresa constructora que le da mucho dinero y dedica todo su tiempo a administrarla —murmuró Star, alisándose el uniforme. ¿Acaso Janna los vio besarse en la playa?

—Debe ganar bastante para poder pagar este hotel. Oh, pues ese tipo no es para las chicas que trabajamos —Janna se puso de pie—. Yo no cambiaría a Tom por nadie. Pero creí que tú y Marco se adaptarían uno al otro. Escucha, iremos al cine esta noche... Jackie también. ¿Quieres acompañarnos?

—Claro, ¿qué película escogieron?

Empujaron sus carritos, saludando con la cabeza a las empleadas de ese turno, y se dirigieron a los ascensores, discutiendo los méritos de las películas que se exhibían en ese momento. Key West era una ciudad pequeña, así que no había muchas opciones cuando se trataba de ir al cine.

Star se partió en dos. La mitad se quedó con Janna, escuchándola, replicando cuando le parecía apropiado; el resto intentaba aceptar que Marco se había ido, y que había dejado un vacío en su vida.
Al fin estaba libre. Él debió darse cuenta de que Star cumpliría lo que decía y se rindió. Quizás al salir de su cuarto, la última noche que se vieron, ella le demostró que hablaba en serio. La discusión en el restaurante no cambió la situación. Por lo tanto, no había más qué decir.

Vuelve a Mi||Starco||TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora