P2: Yuuri Katsuki un lindo pero tímido estudiante que llega a Rusia para alterar los sentimientos del popular universitario Viktor Nikiforov...
P1: Yuri Plisethsky un hermoso y ardiente modelo con cara de ángel que guarda un ocurso secreto que Otabe...
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Yuri, corrió apresuradamente hacia los baños, pensó que había escapado de su observador al no sentirlo tras él, pero se equivocó, Otabek detiene la puerta de su cubículo impidiendo que se encerrara dentro... el moreno le miró desafiante, arrinconándole en ese pequeño espacio, y pasándole seguro a la puerta, lo acorrala contra la pared posando ambos brazos a sus costados.
Yuri, tragó grueso ante su fuerte aura, pero al sentir su ancha mano, este acaricia sus mejillas, posando sus labios sobre su piel, depositando suaves besos sobre su cuello, paseando a sus labios, por su hombro, mentón, regresando a nuevamente a sus labios, arrancándole en esto el aliento, la boca del kazajo se movía con destreza, haciéndole ceder ante la pericia de sus envolventes provocaciones sin poner resistencia.
Otabek, lentamente bajó sus manos tocando su cuerpo, reconociendo en su recorrido sus puntos sensibles haciéndole delirar, la atención que le daban sus gruesas manos distaban al descontrol, el moreno amasa con fuerza sus redondeados glúteos y el rubio jadeaba necesitado en respuesta al tacto, este se dejaba llevar, y el otro aprovechaba su distracción para descubrir su piel bajo la estorbosa ropa que le impedía palpar su blanca piel.
Los pantalones del rubio, yacían en el suelo mientras este se encontraba sobre las piernas del kazajo moviendo sus caderas anhelantes de sus caricias...
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Yuri, se movía de forma errática aferrándose al cuerpo del contrario, los besos húmedos le excitaban haciendo menear sus caderas con más énfasis en miembro del moreno, sentía quemarse, sus caricias, sus manos, sus respiraciones encontradas, los jadeos, le hacían suplicar el nombre del moreno, respondiendo este con clara intensión...
Uhm... ¡Beka! ... Be, ¡Beka!
El nombrado disfrutaba la intensidad de sus roces, el movimiento continuo de sus virilidades hacían que fuertes y agradables corrientes despertaran más sus deseos, el mayor levantó la sudadera del rubio descubriendo sus rosados y erectos pezones que reclamaban por la atención de los labios del moreno...
Lamía y chupaba con destreza cada pezón mientras sus manos se movían ágilmente rosando la rosada y palpitante entrada del rubio, quien se movía jadeante en respuesta, perdido ante el tacto... lo necesitaba con urgencia, pues los últimos días el masturbarse con su activa imaginación no calmaron su latente deseo, fantasear con el prominente cuerpo del kazajo no era suficiente.
