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El moreno besaba suavemente su rostro, le hacían sentir confundido, se sentía perdido, su ánimo decaído mostraban una alarmante sumisión que no pasó desapercibida por Otabek; se dejó llevar por este, quien tomándole de la mano le sacó del lugar llevándole al departamento.

Yuri, se sentía fuera de lugar y ¿avergonzado?, pues sí, estar nuevamente allí, donde todos sus salvajes recuerdos habían sido llevados a cabo le hicieron estar tenso.

El moreno acariciaba su espalda en forma de consuelo, esto le daba una extraña sensación en su abdomen, quería que se lo tragara la tierra, sus nervios estaban a flor de piel, sin notarlo, llora sobre el pecho de este, siendo reconfortado por esos anchos brazos, necesitaba aclarar su mente, y el llanto parecía ser su mejor opción para desahogarse.

Otabek lo alza en sus brazos, respondiendo este enrollándose en su cuerpo, el cálido abrazo alejaban una mortal pesadez, sus confusiones se veían lejanas ante los suaves besos que este regaba en su cabellera. Al ser dejado en la cama con suavidad este miró atentamente los chocolates del otro, comprendió su mensaje, y se sintió libre, quedándose dormido en sus brazos.

Al amanecer, despertó pasada de la hora acostumbrado, su mente estaba dispersa, se sentía refrescado, pero la vergüenza le invadió, miro al moreno sentado en un blanco sillón frente a él, se veía jodidamente sexy, la mirada del otro evidenció sus intenciones, y una muy evidente sonrisa fue la afirmación. Su teléfono estaba en sus manos, y este luego de dictarle la contraseña, pudo establecer sus nuevos encuentros.

La propuesta establecida iba a buen paso, las ocupaciones no apaciguaban sus salidas y mucho menos mermo la sexo-dependencia a la que estos se habían sumido, se descubrió amante de los fetiches, su plan de que el moreno cayera a sus pies se vio volteada de una buena manera, dejándole caer en cuenta que lo que alguna vez sintió por el canadiense de mierda, fue solo una ilusión, en todo, el kazajo era mil veces mejor, incluyendo el tamaño de su miembro.

Todo marchaba tranquilamente, un día, fue llamado por los abogados de su padre, sintió un repentino desasosiego, pero la cita con estos, consistía en la partición de una gran suma de dinero y acciones de las otras empresas aledañas a la central como herencia, pues la central gracias a su abuelo le pertenecía debido al testamento ya registrado tras su muerte.

Su humor estaba de perros, y su ceño fruncido se notaba hasta el amazonas, ese hombre, que en los papeles decía ser su padre, había muerto y no sentía nada al respecto... se sintió como un ser frio y sin sentimientos, y esto no era bueno...

Solo quería estar junto a Otabek, quien a pesar de estar ocupado en su oficina por las múltiples demandas que debía atender, apartó el tiempo para tómalo entre sus brazos, esa noche estaba más sensible de lo normal, se sentía completamente abordado por la pasión que este imprimía sobre su cuerpo, y entregándose por completo, confeso lo que mucho tiempo lo que se negaba a aceptar... su amor, fue correspondido y por mucho que quisiera quejarse no soportaría estar lejos de su salvaje moreno.

 su amor, fue correspondido y por mucho que quisiera quejarse no soportaría estar lejos de su salvaje moreno

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Yuuri, luego de escuchar la anécdota del rubio, noto y dictaminó que su plan era un poco incongruente y que la factibilidad de ser cumplido era completamente incierta, básicamente el sexo generó el resultado de eso, pero ambos a pesar de ser adultos, eran libertinamente idiotas en cuanto a sus riesgos, Otabek escuchando silenciosamente, su semblante serio indicaban una peligrosa charla, misma que el rubio se encargaría de escuchar sin refutar.

Ya era bastante tarde para el moreno y el ruso, quienes salieron del departamento rumbo al penhouse a aclarar pequeños malentendidos. Pues a decir verdad, Viktor, los había corrido del apartamento reclamando su privacidad.

 Pues a decir verdad, Viktor, los había corrido del apartamento reclamando su privacidad

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DESVARÍO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora