Un encuentro secreto

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Una sombra de una silueta, me tapaba la irritante luz que había a mi alrededor, una luz que lo quemaba todo dejando una enorme burbuja blanca en la que me veía envuelto.

-¿Quién eres?

-¿Cómo está tu hombro?- parece realmente preocupado.

-Jodido. ¿Cómo lo sabes? ¿Quién eres? - soné con fiereza pero realmente no quise transmitirle miedo. Parecía frágil, que se desvanecería como el humo si lo soplabas.

-Por favor, cuídalo.

-Tengo que nadar con Rin.

-No vuelvas a hacer una locura así.- lo siento, pero nadie me puede convencer de lo contrario.

-¡Pero tengo que nadar con Rin!

La sombra nubló toda la blancura. Sentí un calor agradable, una tranquilidad y algo en mi pecho que funcionó como un reloj con pilas nuevas. Después, desperté.











Era el día de la competencia. Rin estaba entusiasmado y eso me alegraba. Nitori y Momo también parecían contentos. Yo estaba feliz por ellos pero me sentía extraño en el interior.

La carrera comenzó y Momotarou salió disparado. Nitori le tomó el relevo. Rin nadó como el fiero tiburón que era. Yo... Yo simplemente lo estropeé todo.

Rin estaba asustado, Nitori y Momo se apiadaban de mí.

No quería nada de eso. No quería piedad o compasión.

Les pedí un momento a solas. No quería a mis amigos fingiendo una sonrisa y diciendo que todo iba bien. Yo sabía que nada estaba bien. Ni mi hombro, ni la carrera, ni ellos.

Me permití derrumbarme un momento mientras dejaba el agua fría resbalar por mi cuerpo. Me dolía, más que dolerme me quemaba. Me quemaba más que las tristes sonrisas de mis amigos decepcionados. Estaba tan metido en mis pensamientos que no escuché llegar a esa voz sofocada que debió haber corrido hasta encontrarme.

-¡Yamazaki!- gritó como un loco al verme.

-¿Te conozco?- entrecerré mis ojos pues estaba oscuro y no podía verle.

-¿Cómo está tú hombro?- se acercó a mi lentamente permitiéndome observar su rostro con cada vez más claridad. Sé quién es, aunque su voz sonaba demasiado diferente a como la recordaba.

-Jodido.- respondí simplemente. Él apagó el agua fría y me envolvió en una toalla mientras intentaba incorporarme.

-Por favor, cuídalo.- dijo con un sólo dedo en mi hombro. Miré sus ojos que transmitían una extraña seriedad, que al igualmente que su voz, no le representaba.

-No creo que pueda cuidarlo ya.- me dirigió la cara hasta sus iris frondosos y tragué saliva, nunca le había visto tan intangible.

-No vuelvas a hacer una locura así.- sonó de nuevo demasiado grave, nada parecido a la voz amigable y risueña de Tachibana.

Mis ojos parpadearon para iluminar mi extraño sueño. ¿No eran esas las palabras? Sí. Estaba seguro, yo había soñado con este chico. Él era la sombra que me cuidaba de la luz cegadora, él era el calor que me envolvía.

Y así, afirmando mis pensamientos, e envolvió. Me rodeó entre sus brazos y comenzó a llorar como un niño. Sin sonrisas compasivas ni palabras de humo. Él estaba siendo franco y directo. Sincero. Real. Sobretodo agradecí que aquel chico fuese verdadero y me mostrase lo que sentía. Y aún así, él no era si quiera un amigo.

-¿Tachibana?-acaricié su pelo.

-No lo has entendido, Yamazaki. Te has destrozado sinsentido. Lo he visto en tus ojos.- no entendía sus palabras.- Ellos están preocupados.

-No quiero que lo estén.

-Son tus amigos. Sólo intentaban que tú no estuvieras triste, ellos estaban dándote ánimos como cuando nadabas, no dejaron de alentarte ni un sólo segundo. Ni cuando vieron como te destrozabas a ti mismo.- tragué saliva, esas palabras me estaban haciendo mella. No le faltaba razón. Tuvo que ser él quien me regañara para darme de bruces con la realidad.

-Es verdad... Soy un idiota por no darme cuenta, sólo le estoy preocupando más.

-Por favor, Yamazaki, deja de hacerte daño. Prométemelo.

Con mis brazos, no sé porqué fui inducido, le rodeé también. Sintiendo su cuerpo por completo.

-Dame un segundo, me estás calando demasiado rápido.

Me sostuvo de las mejillas y las praderas verdes de sus ojos tocaron el cielo de los míos. Sus dedos rozaban mis mejillas mientras aquellas lágrimas corrían por las suyas. ¿Por qué lloraba? Ni si quiera era mi amigo. Es sólo un conocido. Mi pecho comenzó a apretarse.

-Tendré paciencia.- susurró y se limpió las lágrimas.- Yamazaki, perdóname. Sé que no soy nadie, pero hay algo muy dentro de mí que ruega por tu bienestar.

-¿Sí?- sonreí por sus palabras.

-E-es una locura, lo sé pero...

-No, Tachibana. Una locura es que yo sueñe contigo y ahora estés aquí, sacándome del pozo.- volví a sostenerlo entre mis brazos aprovechando el calor de su cuerpo mientras el correspondía y acariciaba mi hombro con su suavidad. Como si sus manos fuesen la magia que algún día sanarían mí cuerpo y mi espíritu.

Amar [Free!] [SouMako]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora