Al otro día, me desperté y fui a desayunar, pero al llegar a la cocina noté que en el lavado seguían los platos sucios del día anterior. Me resultó extraño, pues mi madre era maniática de la limpieza. Caminé hasta la habitación de mis padres, y encontré la ropa sucia tirada frente a su puerta. Alarmada entré a su cuarto para asegurarme de que estuvieran allí, pero ninguno de los dos parecía estar en la casa, y tampoco tenía la seguridad de que anoche se encontraran allí, pues saludé a Kendall y me dirigí derecho a mi habitación. Un dolor en el estómago me estaba dejando sin aliento, no sabía dónde estaban mis padres. Corrí al baño, y para mi sorpresa, encontré una inscripción en el espejo que estaba sobre el grifo. Parecía sangre, sí, era sangre. Decía "No tendrían que haber dejado a mami y papi". Solté un grito ahogado, definitivamente no tenía aliento. Esa frase era la misma que la del relato de Kendall. ¿Otra broma? ¿Cómo podía jugar con eso?
En medio del silencio que sólo era ocupado por mi respiración agitada, escuché que la puerta de la sala se abría lentamente. Tenía dos alternativas, subir a mi cuarto y encerrarme allí o ir a la sala a ver quién había entrado. Elegí la segunda opción, pues si de verdad algún asesino ingresó a mi casa, debía enfrentarlo. Tomé una estatuilla de marmol que había en la mesa de noche de mis padres, bajé lentamente las escaleras y me coloqué detrás de la puerta de la cocina.
El silencio era realmente ensordecedor, hasta que el picaporte comenzó a moverse. Intenté no respirar, levante la estatuilla con las dos manos, estaba preparada para dar el golpe, hasta que advertí que aquel hombre que estaba en mi cocina, era mi padre, y tras él, se encontraba mi madre. Solté la pieza de marmol y los abracé fuertemente a ambos, había sufrido el susto de mi vida. Yo estaba llorando desconsoladamente, y ellos se miraban, sin entender qué me ocurría. Mi padre no se atrevió a decir palabra, pero mi madre estaba muy preocupada- Hija, dime qué te ocurre, casi matas a tu padre.- Mi padre intentó callarla, notó mi cara de terror - No Edward, déjame preguntar, algo le ocurre.
-Es que... Creí que algo les había pasado, que había un asesino en la casa.-contesté entre lágrimas.
- Pero, Madisson ¿qué te hizo creer eso?- preguntó mi madre.
- Primero los platos sucios, luego la ropa. Y... ¡La inscripción en el espejo!- dije alterada.
-No tuve tiempo de lavar los platos, creí que podrías hacerlo tú, y esta mañana salimos muy temprano a recorrer el lugar, no alcancé a poner la ropa a lavar. Pero... ¿De qué inscripción hablas?
-¡La del espejo del baño! ¡Papá, dime que tú la viste!- estaba nerviosa y muy agitada.
Mi padre me observó muy preocupado, creía que estaba loca. Corriendo y alterada les pedí que me sigan, tenía que mostrarles aquello que estaba en el espejo. Pero como si fuera por arte de magia, cuando llegamos al baño, ninguna frase estaba escrita en ningún lado. El espejo brillaba, no tenía ni una mancha, y me permitía ver a la perfección el reflejo de la cara de mis padres, ambos estaban preocupados por mí, y no tuve otra alternativa más que llorar - Tranquila Maddie, no es fácil cambiar tu forma de vivir, esto es normal cuando alguien sufre un cambio tan drástico. Tienes que tomar aire fresco, intenta despejarte.- explicó mi padre - Cielo, tu padre tiene razón, además, las historias de este pueblo te deben estar atormentando. ¿Por qué no sales de nuevo con el vecino? Quizás puedas relajarte un poco.
Estaba furiosa conmigo misma por haber visto algo que no era, y con mis padres por considerar a Kendall como el remedio a mi locura, siendo que él era el culpable de que yo haya perdido la cabeza. Pero sin otra alernativa, y con la propuesta de ir al bar, me duché y me vestí para la cita con Kendall. No tenía idea de cómo vestirme, así que acudí a un vestido que mi madre me había regalado el año anterior, por mi cumpleaños de 16. Me llegaba hasta por encima de las rodillas, los breteles estaban alrededor de los hombros, y no sobre ellos, comenzaba siendo ajustado, y terminaba suelto, era fresco, y me pareció perfecto para la ocasión, además tenia unas bellas rosas rojas en la terminación, lo cual lo volvía la opción correcta.
La noche era hermosa, las estrellas brillaban y la brisa de verano convertía la cita en algo ideal. Kendall me esperaba en el jardín, era la primera vez que lo veía con algo que no fuera negro, llevaba una camisa bordó, que combinaba perfectamente con el rojo de las flores de mi vestido. Al mirarme sonrío, y cuando me acerqué lo suficiente, me hizo girar y silbó -Me dejaste sin aliento.
- ¿Tan fea estoy?
-Espantosamente hermosa.
Ambos reímos, y él en medio de la risa, puso en mi mano una rosa, la cual era muy peculiar, era negra -Sé que no te gustan las cosas normales.
-No me digas que la pintaste.
- Por ti haría lo que fuera Maddison.
Yo sólo pude sonreír, no sabía qué decirle. Pero de pronto un pensamiento oscuro nubló mi mente -¿Te puedo hacer una pregunta? Necesito que seas sincero.
- Lo que quieras.
- ¿Tú me tendiste otra broma?
- ¿Bromeas? Después de ver lo asustada que estabas ayer decidí no molestarte más con eso.
- Es que... hoy a la mañana, la frase del relato del cine, estaba escrita en el espejo de mi baño.
- ¿Lo dices en serio?
- Sí, estaba muy asustada Kendall, creí que les había pasado algo a mis padres.
-Mira Maddison, no debes tenerle miedo a las historias del pueblo, no digo que sean falsas, pero sé que a ti no te pasará nada.
- Y... ¿Cómo estás tan seguro?
- Es que... si tu estás conmigo, no te pasará nada, te... te lo prometo.
Estaba confundida, qué había querido decir con eso. ¿Tendría que acudir a él cada vez que sienta miedo? ¿Se estaría aprovechando de la situación? Todo esto me estaba generando muchas dudas, y él debió darse cuenta, pues rompió con el silencio- La noche es perfecta, y tengo como acompañante a la chica más hermosa del pueblo, me siento muy afortunado.
- ¿No querrás decir que tienes como acompañante a la única chica en todo el pueblo?
- Bueno... eso también, pero sin dudas eres la más bella, no sólo del pueblo, sino que de todo el mundo. Mejor vamos antes de que se haga tarde.
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Darkness.
Novela JuvenilUna pareja y su hija adolescente se mudan a un pueblo fantasma en busca de una mejor situación económica, pero la gente y los misterios que allí habitan cambiaran la vida de la joven Madison. Un amor prohibido y una historia siniestra te atraparan c...