Quédate.

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La cena continuó sin que ninguno de los dos nos dirijamos la palabra. Cada uno estaba concentrado en su plato, y sólo nos miramos cuando, tras pagar, Kendall se levantó de la mesa para ir hacia su auto. Al igual que antes, abrió mi puerta -No quieras ser caballero ahora Kendall- le dije furiosa. Ante eso, él me miró fijamente, pude notar la oscuridad alrededor de su pupila, y con mucha brusquedad, sin apartar los ojos de mí, cerró la puerta del coche, haciendo que este se sacuda, consiguiendo que suelte un grito ahogado. Sin nada que decir y con cara de pocos amigos, se subió al auto, esperando a que yo haga lo mismo, pero aquella situación me estaba asustando, y sentí que una cascada de lágrimas se escaparían de mis ojos. No podía permitir que él me vea así, entonces decidí dar media vuelta y comencé a caminar, sin importar el dónde, solo quería alejarme.

Al recorrer un par de cuadras, noté que un auto se acercaba -Maddison espera- gritaba Kendall algo frustrado, pero en mis planes no estaba incluído ceder, así que continué.

-Maddison, vamos, no te comportes como una niña- me decía mientras se acercaba cada vez más.

-No Kendall, dejame sola- dije casi suplicando y con un mar de lágrimas en mis ojos.

Él ignoró mi petición, pues frenó el auto y bajó corriendo a buscarme, me tomó por las rodillas y me cargó en sus hombros hasta sentarme en el coche -¿Qué haces?- le pregunté furiosa.

-No quiero que estés sola, sólo te estoy cuidando- me contestó con una mirada tierna pero distante.

-Prefiero estar sola, siento que tú me ocultas algo todo el tiempo, por un momento estás bien y al otro te enojas, no te entiendo- él suspiró y se pasó la mano por su cabeza, resaltando que se sentía estresado.

-No comprendes Maddie, no todo es tan simple como parece, sólo confía en mí cuando te digo que te protegeré- me contestó con ternura.

-¿Cómo quieres que confíe en ti si no sé qué es real y qué no?- sin dudar ni por un segundo, Kendall se acercó hacia mí, dándome un dulce beso -Esto sí es real- agregó al final.

Todo el camino fuimos callados, yo me encontraba en una guerra conmigo misma, pues una parte de mí odiaba a Kendall por el mal momento que me hizo pasar, pero la otra, recordaba aquel beso y lo amaba por su ternura. Me sentía mareada con tantas dudas, y aún no sabía nada sobre el asesino.

Bajamos del auto, y cuando estaba por abrir la puerta de mi casa, las manos de Kendall rodearon mi cintura, y un suave susurro endulzó mis oídos -quédate conmigo esta noche- me suplicó de tal forma, que hizo que me estremeciera, y un escalofrío recorriera mi espalda.

-N-no puedo- dije con dificultad.

-Vamos Maddie, solo por hoy- continuó.

-¿Y mis padres?- ya estaba logrando convencerme. Me giró dejándome frente a él, colocó su mano derecha en mi cara y con su pulgar recorrió la comisura de mis labios.

-No se enteraran, te lo prometo- dijo casi susurrando. Yo sólo tuve fuerzas para asentir, dejé que me guiara hasta su casa, y luego, hasta su habitación. Como aún seguía con el vestido puesto, me prestó una camiseta suya que me llegaba hasta por encima de las rodillas, y acostados en la cama, fuimos sinceros por primera vez.

-Sabes... mi vida aquí, antes de que llegarás tú, era un calvario- me dijo mientras corría un mechón de cabello de mi cara y lo colocaba tras la oreja.
-¿Ahora no es peor?- le contesté riendo.
-No- dijo entre sonrisas -eras lo que me hacía falta- tras agregar eso, Kendall me acercó más hacia él, y con mucha ternura comenzamos a besarnos. Sus labios me estaban convirtiendo en adicta, pues ningún chico besaba igual a él, era incomparable, único. De un giro logró quedar sobre mí, eso hizo que mi corazón acelerara, él debió notarlo, pues sonreía entre los besos.
-Eres perfecta Maddison- dijo mientras me miraba a los ojos.
-Tú también lo...- me interrumpió, colocando uno de sus dedos sobre mis labios, indicando que me callara.
-No lo soy- dijo secamente -y ese es el problema.

Continuamos besándonos, a pesar de mi confusión, no sabía a qué se refería, y deseaba preguntárselo, pero era imposible frenar aquellos besos. La noche nos fue atrapando cada vez más, y consiguió que me recostara sobre su pecho, haciendo que caiga en un sueño profundo.

Darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora