De noche las cosas cambian.

504 28 0
                                    

Desperté aún con el calor de ese beso en mi boca, soñé con él, y cada vez que recordaba ese magnífico momento, un calor intenso recorría mi estómago hasta llegar a mi pecho.
Estuve toda la tarde en casa, todavía no había acomodado mi cuarto, quedaban muchas cosas por desempacar, y la habitación era un completo desorden. Colgué algunos cuadros, cambié las cortinas, coloqué un espejo y demás, por fin sentí mío aquel cuarto. Luego, me refresqué y me puse mi ropa de cama, estaba exhausta. Cuando bajé a cenar noté que mis padres estaban demasiado arreglados -Hija, invité a tu madre a cenar, espero que no te moleste quedarte sola esta noche. No hace falta que te quedes despierta esperándonos.- me explicó mi padre -Cariño, puedes invitar a Kendall, hay comida para dos en la heladera, puedes recalentarla- comentó mi madre antes de irse, y de verás que era una buena idea, no lo había visto en todo el día, y la última vez que estuvimos juntos, las cosas habían resultado muy bien.
Con el pijama puesto, fui a la casa de al lado, primero salió Vivian, y luego vino Kendall, aceptó mi propuesta, pero se negó a comer comida recalentada. Se adueñó de mi cocina e hizo un exquisito plato de verduras grilladas. Tenía puesta ropa holgada y estaba despeinado, pero se veía igual de sexy. Luego de la comida, nos sentamos en el sofá a mirar una película. Me abrazó, colocando su mano en mi cintura, y yo me aferré a su pecho. Con una voz algo tierna dije -Esto para mí es perfecto, tú eres perfecto.- el me miró y sonrió, no dijo nada, sólo comenzó a acariciarme el cabello. Ese estado de tranquilidad no duró mucho, pues las alarmas de la casa comenzaron a sonar, las puertas y ventanas estaban completamente cerradas, pero algo las había activado. Apagué el sonido ensordecedor, y Kendall comenzó a revisar la casa. No había nada, y yo no entendía por qué las alarmas comenzaron a sonar, nuevamente estaba asustada, pero esta vez tenía a Kendall a mi lado, él dijo que nada me pasaría.
Mientras me servía un vaso de agua, sentí que llegaba de atrás, tomándome por la cintura. Se acercó a mi cuello y comenzó a besarlo, un calor infernal se apoderó de mi ser. Me giró rápidamente, y comenzó a besarme lento, mientras me cargaba y me subía sobre la mesa. Sabía que estaba mal, en cualquier momento llegarían mis padres, pero no podía detenerme. Suspiró cerca de mi oído y me dijo -Soy tuyo Maddison.- entonces, el corazón me comenzó a latir cada vez más rápido, mis muslos me quemaban, pero nuevamente, el molesto ruido de las alarmas comenzó. Sentía mucho miedo, y Kendall se puso tenso, apagué la alarma y le pregunté -¿Por qué crees que se activan?
-No sé Maddison.- me contestó algo molesto. No entendía qué le ocurría, no era mi culpa. Estaba furiosa con él por enfadarse conmigo, yo no podía hacer nada.
Luego de un rato volvimos a sentarnos en el sofá, pero ya no era lo mismo, estaba helado, sus movimientos eran bruscos, y su mirada estaba oscura como el primer día. Me sentí incómoda, quería que se vaya -Ya es demasiado tarde, mañana debo madrugar.- le dije, indicándole que quería estar sola.
-¿Me estás pidiendo que me vaya?- me preguntó con la voz firme, yo asentí.
Él se levantó del sillón, abrió la puerta y se marchó, no dijo nada, sólo se fue, y yo quedé plantada pensando en qué había hecho mal. Mis padres llegaron, los saludé y me fui a mi cuarto. Un nudo en el estómago no me permitía tragar, y las ganas de llorar eran inmensas.
Me acosté en mi cama, pensando en sus ojos, ¿por qué estaban así?, de pronto noté que alguien estaba lanzando pequeñas rocas a mi ventana, era Kendall.
-¿Qué quieres?- le pregunté algo asustada.
-Pedirte disculpas.- dijo tras un suspiro -Estuve mal, me molestó que el ruido haya interrumpido el mejor momento. Deberíamos seguir por donde nos quedamos.- al oír eso, de nuevo un golpe de calor se apoderó de mí -¿Quieres que suba?- dijo entre sonrisas.
-¿Cómo subirías?- le pregunté.
-¿Eso es un sí?- dijo mientras reía, yo asentí con la cabeza, él trepó el árbol junto a mi ventana y saltó dentro de la habitación, lo había hecho con una destreza increíble. Vino hacia mi, y siguió besándome, a veces paraba y sonreía, o mordía el lóbulo de mi oreja izquierda. Pero cuando estaba más llena de deseo, me besó la frente y dijo -Aún no.- bajó de nuevo por el árbol y se fue, perdiéndose en la noche.

Darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora