El bar del pueblo no se parecía en nada a los bares de Los Ángeles, este tenía un aspecto antiguo, pero sin lugar a dudas era el mejor lugar al que había ido desde que estaba en Balltown. Además, con alguien como Kendall, cualquier lugar parecía mágico. Siempre hablaba con superioridad, quería demostrar que sabía todo, por más de que no fuera así. El aire de extravagancia que tenía su familia podría hacerle creer a cualquiera que él es otro joven egocéntrico, pero eso era solo la fachada, pues hablaba con mucha profundidad, y demostraba sentimientos que nunca imaginé que tendría. Quizas me estaba enamorando, además, no ayudaba el hecho de que fueramos los únicos dos adolescentes de todo el pueblo, sólo nos teníamos el uno para el otro.
Nos sentamos en una mesa junto a la ventana que daba a la calle, la noche estaba tan hermosa que no podía dejar de verla. El bar estaba decorado con unas luces demasiado modernas, y por un momento me sentí cómoda y feliz. El brillo de los ojos de mi acompañante me estaba haciendo perder la cabeza, eran de un color verde intenso, pero presentaban una oscuridad que nunca comprendí de dónde venía, no parecía propia de él. Esa oscuridad era la que estuvo presente la vez que nos conocimos, ese día parecía intensificada. Pero, además de sus increíbles ojos, tenía una enorme sonrisa, y unas facciones propias de una obra de arte. Sin dudas parecía perfecto -¿Se puede saber por qué me miras tanto?- me preguntó.
- Es que... yo...
Justo en ese momento, y como salvada por la campana, llegó el mozo a pedir nuestras órdenes. Kendall no me preguntó, solo pidió la mejor botella de Champaña y un postre de chocolate. Al irse el mozo, me sonrío- Te hice una pregunta.
- Bueno... Yo estaba mirando tus ojos, de verás me llaman la atención.-dije apartando la vista.
- ¿Mis ojos? ¿Por qué?- preguntó sonriendo.
- No lo sé, parece que encierran un misterio.
- ¿Y tú?
- ¿Qué ocurre conmigo?
- Te considero la perfectibilidad infinita de la naturaleza humana.- dijo pausadamente y con la voz grave. Me sonrojé al instante, era lo más bello que alguien me hubiera dicho -Bien, lo prometido es deuda, dejame narrarte el asesinato de las trillizas.- Yo asentí con la cebeza, y mientras el narraba la terrible historia, me perdí en los detalles de su relato y de aquel bar -Hace unos 7 años, tres hermanas idénticas vinieron a vivir aquí a Balltown, fueron las primeras dueñas de tu casa, la diseñaron ellas mismas, pues traían la extrema finura de Francia. Las tres siempre estaban perfectamente arregladas, nadie entendía qué es lo que hacían en este pueblo. Un mes después de su llegada, un hombre de muy buena posición ecónomica compró la que hoy sería mi casa. Al parecer era apuesto, pues las tres hermanas competían entre ellas por la atención del muchacho. Una noche, una de las hermanas consiguió que él la traiga a tomar un trago aquí, mientras las otras dos morían de celos. Pero en su locura, las dos jóvenes decidieron seguirlos, si él no era de todas, no sería de ninguna. Aquí en el bar, decidieron que las tres podrían ser sus "novias", y claramente el hombre aceptó, pues cómo podría resistirse a la propuesta de ser el amante de tres hermosas mujeres al mismo tiempo. El único problema, fue que la gente del pueblo no estaba de acuerdo con esa extraña relación. Cada viernes, él las traía a tomar una copa de la misma champaña que hoy estamos tomando, y se sentaban en esta misma mesa, pero eso acabó cuando un hombre entró una noche por la puerta, y con una serie de disparos terminó con la vida de los cuatro, e igual que en el relato del cine, con el lápiz labial de una de las muchachas, escribió sobre la mesa "Debiste escoger a una..."
- ¿En todos los casos el asesino deja un mensaje?- pregunté interesada.
- Al parecer es su modo de operar.
- Me gusta, es poético.-dije mientras sonreía-
- ¿No te asusta?
-Dijiste que si estaba contigo no me ocurriría nada, confío en eso.
Él río como nunca antes, y agachó la cabeza, me pareció que el sonido de su risa era lo más bello que había escuchado en mi vida. Luego llamó al mozo, pidió la cuenta y nos fuimos. Todo el camino hablamos de nuestros gustos musicales, del arte, la literatura, y me confesó que su mayor temor, era al rechazo.
En la puerta de mi casa, los dos nos miramos, había sido una noche especial, todo salió perfecto, solo bastaba terminarlo igual. No podía dejar de mirarlo, se veía tan bien con esa camisa, y mis ganas de besarlo aumentaban cada vez más. Pero igual, fue él quien se me acercó, colocó su tibia mano en mi cara, me tomó el mentón, y deslizó suavemente su pulgar sobre mis labios. Como por una respuesta involuntaria, mis ojos se cerraron ante el placer del momento. Sentí su otra mano en mi cintura, se estaba acercando cada vez más. Y de pronto, nuestras bocas se unieron. Sentí como si mi corazón lanzara fuegos artificiales, me temblaban las piernas, pero sabía que no me caería, pues me tenía aferrada a su cuerpo. Fue el mejor beso de toda mi vida, me sentí vacía y completa a la vez. Cuando la magia acabó, me dijo al oído "Buenas noches Madison",y se fue, dejandome con ganas de más, mi cuerpo estaba sediento de su piel. Pero con la intensidad corriendo por mis venas, subí las escaleras, verifiqué que mis padres estén durmiendo, y me encerré en mi cuarto. Con la vista fija en la ventana, repetí una y otra vez aquel beso. Hasta que con el silencio de la noche, logré dormir.
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Darkness.
Novela JuvenilUna pareja y su hija adolescente se mudan a un pueblo fantasma en busca de una mejor situación económica, pero la gente y los misterios que allí habitan cambiaran la vida de la joven Madison. Un amor prohibido y una historia siniestra te atraparan c...