Cicatrices.

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Cuando abrí los ojos noté que no estaba en mi habitación, el aroma de las almohadas era masculino, y al cabo de unos segundos comprendí que me había quedado dormida con Kendall. No supe cómo reaccionar, hasta que oí ruidos que provenían del baño del cuarto. Kendall se estaba duchando,y yo estaba recostada en su cama. Todo era tan extraño y cargado de emociones, lo cual aumentó cuando él salió de la ducha. Con sólo una toalla atada a su cintura, cruzó la habitación y se acercó para darme un beso. El olor de su cabello y las gotas que aún caían de sus mechones me resultaron exquisitos. Separándose de mí, y con una voz ronca pero dulce me dijo -Buenos días Maddie-.

-Al fin te duchaste- dije haciéndome la graciosa.

Kendall soltó una risita y se dio vuelta para buscar una camiseta dentro de su armario. Al ver su espalda desnuda, no pude evitar soltar un pequeño grito -Kendall, ¿Qué tienes?- pregunté desesperada.

Él rápidamente agarró una musculosa y se vistió,impidiendome ver su espalda. Millones de cicatrices, rasguños y moretones la decoraban. Estaba verdaderamente dañado, y tuve muchísimo miedo. ¿Quién podría haberle hecho eso?

-Maddison no mires, y no preguntes- dijo Kendall friamente.

-¿Cómo quieres que no pregunte? Tu espalda está...- me interrumpió.

-Está bien, deja de preocuparte por tonterías Maddison.

-¿Tonterías?- le respondí con lágrimas en los ojos -me preocupo por ti, quiero que estés bien.

-Mi vida no es de tu incumbencia.

-Si Kendall, lo es, porque yo... te quiero- me arrepentí al decir esas últimas dos palabras, pues lo que en realidad sentía era mucho más fuerte que un "te quiero". Pero de igual forma, a él pareció haberle llegado justo al corazón, ya que suspiró profundamente y aflojó los hombros, dándose vuelta lentamente. Pude notar aires de tristeza en su rostro, y una pequeña lágrima que rodó por su mejilla logró contestarme todo.

-Maddie, no hablemos de las cicatrices, por favor- dijo casi susurrando.

-Pero... Kendall... ¿por qué las tienes?- le pregunté sorprendida por su petición.

Él suspiró mientras se secaba las lágrimas con el dorso de su mano -Cuando alguien comete un pecado, suele quedarle alguna marca. ¿Puedes retirarte? Necesito estar solo- dijo seriamente.

Yo asentí asombrada por su reacción, no sólo habia evadido mi pregunta, sino que también me habia echado sutilmente de su casa. Con mi rostro empapado en lágrimas bajé velozmente las escaleras y salí por la puerta esperando no encontrar a mi padres, y asi evitar las explicaciones. Por suerte, en mi casa no había nadie, y mi habitación era el único sitio en donde quería estar.
Finalmente, un poco de música logró callar mis pensamientos. En mi pecho, un enorme vacío prometía aumentar el dolor, y la garganta se anudaba cada vez que recordaba esas cicatrices. Podría haberme ahogado en la letra de las canciones tristes, pero al cabo de un par de horas, el sonido del timbre, inundó mis pensamientos, y me liberó de aquel trance.

-Tú- dije al abrir la puerta y ver a Kendall con un ramo de rosas rojas en la mano.

-Yo- me contestó él con un aire de cansancio en su voz. Sus ojos estaban rojos, parecía que había llorado horas.

-¿Qué quieres Kendall?

-Pedirte disculpas Maddie- dijo mientras intentaba cruzar la puerta y entrar a mi sala.

-No. No quiero que entres- ante esto, él abrió sus ojos por el asombro, y luego frunció el ceño por la confusión. Yo continúe -Estoy cansada de que me lastimes y luego soluciones todo con una disculpa y flores. Mi corazón es frágil, no soportaría esto de nuevo.

-Tienes razón- dijo tras un suspiro -estuve mal... mejor dicho, siempre estoy mal. Pero me atormentas con preguntas que no soy capaz de responder. Debes darme mi espacio.

-Esta bien, te daré tu espacio- le contesté firmemente -pero de tu parte, solo pido honestidad, no quiero más mentiras, y si no logras cumplir con mi pedido, lo siento, pero esto no funcionará.

Él asintió, y al notar que verdaderamente había comprendido, lo dejé entrar a mi sala. Se sentó en uno de los sillones, y me indicó que me sentara junto a él, luego, apoyó mi cabeza contra su pecho, y con mucha suavidad comenzó a acariciar mi cabello.

-No me gusta pelear contigo- dijo suavemente mientras apartaba mechones de cabello de mi cara.

-A mí tampoco, pero...- suspiré de forma frustrada -tengo muchas dudas, y pocas respuestas de tu parte.

Él besó mi frente y agregó -ya tendrás todas las respuestas que pidas, pero ahora, déjame disfrutar de ti, de nosotros, pues cuando conozcas toda la verdad, quizás no sea lo mismo-.

¿Toda la verdad? Pregunté para mis adentros, cómo podía ser que un adolescente en un pequeño pueblo tenga secretos tan grandes y oscuros, quizás hubiera sido mejor no conocerlo, o quizás sólo necesitaba conocerlo más...

Darkness.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora