I. Alan come pizza 🍕

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Hola, permítanme presentarme: soy el narrador. Mi trabajo consiste en contarles una historia que se llama "Américan Hippogryph", es decir, «Hipogrifo Violento»... Por eso todos la llamamos simplemente Hipolento. ¿Por qué el nombre en inglés? No lo sé, supongo que al autor, que como ya sabrán es uno de los más prestigiosos y reconocidos del mundo, le pareció más guay ponerlo así. El caso es que, dado que soy el mejor en mi trabajo, he sido seleccionado (no como otros...) entre miles de millones de aspirantes para narrar esta novela, lo cual es un gran honor. Sé que ahora mismo se lo estarán preguntando todo sobre mí, pero hay un problema: aunque les parezca increíble, el autor no me paga para eso, sino que él sólo quiere que cuente la historia de un pringadillo donnadie llamado Pablos que a nadie le interesa... Yo le propuse contar mejor la última de Rayita, un personaje súper carismático con el que todos podemos empatizar, pero ni caso... En fin, que no me queda otra opción que empezar esta narración por el principio... Uno típico, aburrido y carente de emoción, como leeréis:

Los primeros rayos solares se filtraban por los cristales de la ventana de su alcoba, acariciando su piel con suavidad.
Era un día tranquilo: todo estaba en paz, sumido en una densa calma que alejaba de Pablos todo pensamiento de levantarse. Estaba tan calentito en su cama...
No quería ir a clase, su única intención era quedarse allí hasta aburrirse. Y entonces llegó ella.
Su madre se acercó y le dió un tierno beso.

Ya es hora de levantarse, tesoro.

Asintió con la cabeza, bostezando.

Alguien ha venido a verte —añadió.

Seguramente fuera Alan.
Cuando salió del cuarto se levantó, desperezándose.
Tomó una ducha rápida.
Se vistió.
Se puso sus lentillas.
Metió los libros en su mochila.
Abrió la puerta de su habitación.
Alguien le abrazaba.

Felicidades, Pablos —dijo entre risas.

Álison... -murmuró— ¡Qué sorpresa!

Sonrió. Ella le besó la mejilla contraria que su madre. Estaba increíblemente hermosa, y la luz del sol naciente hacía resplandecer su cabello castaño.

¿Vamos a desayunar? —preguntó con una gran sonrisa, tomando sus manos.

Vamos :)

Bajaron las escaleras cogidos de la mano. Al llegar a la cocina, le tapó los ojos mientras su madre le servía.
Él olfateó el dulce olor de su desayuno.

¿Gofre?

Tu favorito.

Sus ojos se vieron libres y comenzó a degustarlo tras agradecerle mil veces a su madre. Ella se acercó y dejó un regalo encima de la mesa. Pablos paró de comer, mirando el bonito papel que lo envolvía. Tras superar la pena que le producía, se atrevió a romperlo y a abrir la caja.

¿Calcetines? —exclamó decepcionado— ¿En serio?

Sí: son de lana de alpaca, perfectos para el invierno —explicó su madre—. ¿Acaso querías otra cosa?

Yo quería una katana —respondió triste.

Pero Pablo... No eres capaz de pelar una fruta sin cortarte, ¿y esperas que te dé un arma?

Pero mamá, todos mis amigos tienen un arma...

Yo no tengo ninguna —dijo Álison—; y me parece que esos calcetines molan mucho.

Si todos tus amigos se tirasen por un puente, ¿tú lo harías?

Si es bajito, por supuesto que sí.

Mi Tóxico Mejor Amigo el Playboy Hot ¿Enamorado de un Vampiro Gay? {Hipolento}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora