XXIV. ¿Los hijos de Alan, mediocres?

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Isabella le dió al botón de imprimir y esperó pacientemente a que el papel saliera de la impresora mientras se maquillaba. Luego admiró la imagen, que recién había salido, y sonrió. Sacó entonces sus tijeras del cajón y recortó la figura cuidadosamente para luego pegarla en el centro de su tablón y sonreír. Mientras lo guardaba todo de nuevo en su escribanía, fue sorprenda por unos toques a la puerta de su cuarto.

—Isa... Álison ya ha llegado.

—Gracias, Wren... Dile que enseguida bajo. 

—Como quieras. 

Wren bajó las escaleras y se encontró con Álison, que lo esperaba de pie sobre la alfombra del hall, algo nerviosa.

—Hola, tortuguita.

—Hola, Wren... ¿Qué tal?

—Afortunado de pasar la noche con la chica más preciosa desta ciudad.

—Gracias, pero creo que exageras un poco...

—Pues yo opino lo mismo... —dijo Isabella en bajando las escaleras— Serás muy guapa, pero aún estás lejos de igualarme. 

—Las dos sois igual de divinas, ¿vale? 

—Bueno, Wrencito, esta vez tendré que darte la razón, pero no te acostumbres... Por cierto, Álison... Como aún tenemos tiempo, ¿podrías arreglarme un poco este dobladillo? 

—Bueno, déjame mirarlo a ver si puedo hacer algo...

—Gracias, sweetie

Ambas se sentaron y Álison comenzó a examinar la parte del vestido que Isabella le incaba. 

—Sí, no parece difícil... ¿Tienes unas tijeras?

—Por supuesto: están en el primer cajón de mi escribanía.

—Perfecto, voy a por ellas y en seguida te lo arreglo.

—Gracias...

Álison se dirigió a paso rápido hacia la alcoba de Isa, y una vez se hubo ido Wren comenzó a sonreír, divertido.

—¿Qué te pasa, idiota? ¿De qué te ríes?

—Nada, nada. Solo de lo del primer cajón de tu escribanía...

—Sí, ¿y? ... ¡Ay, no!

Wren estalló en carcajadas al ver la reacción de su hermana, que comenzó a correr hacia su cuarto, siguiendo los pasos de su amiga.

—¡¡Álison, nooo!! ¡¡Espera!! ¡Para eso está el servicio, no te molestes!

Sin embargo, para cuando Isa llegó a su cuarto ya era demasiado tarde, y se encontró a Álison sentada sobre su cama mirando atentamente su tablón, en forma de corazón. Avanzó hacia ella y se lo arrebató bruscamente de las manos, cerrándolo y abrándolo.

—¡Oh, Isabella! Perdóname, no quería violar tu privacidad, pero esto me llamó la atención.

—Bueno, supongo que ya no importa... —respondió avergonzada. 

—No pasa nada, todas hemos hecho algo parecido alguna vez... Yo siempre vi que eras muy fría, pero ahora veo que también tienes tu corazoncito. 

—Sí, supongo que no tengo de qué avergonzarme...

—¿De dónde has sacado tantas fotos de Alan?

Mi Tóxico Mejor Amigo el Playboy Hot ¿Enamorado de un Vampiro Gay? {Hipolento}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora