El cartero avanzó decidido hacia el buzón de la casa de Pablos hasta que alguien le detuvo.
—Disculpe, ¿No traerá acaso alguna carta del señor Sáenz para Pablos Castléberry?
—En efecto: así es, joven FitzWittiza van Hórvath —respondió el hombre mientras la sostenía en su mano.
—¿Sería mucho pedir que no se la entregue a él, si no a mí, y que actúe del mismo modo con todas las siguientes cartas que el señor Sáenz mande a su hijo?
—¿Por qué iba yo a hacer eso?
—A Pablos no le interesan tales epístolas... Pero a mí sí. Y por cada carta que me entregue a mí en su lugar le daré 50000 quetzales esterlinos, ¿qué me dice?
—Claro que sí, joven Alan: con mucho gusto cumpliré su voluntad, porque para eso están ustedes los ricos: para mandar... :)
—Qué bueno oír eso, señor cartero; ya verá como no sé arrepentirá —dijo Alan extendiéndole un cheque.
—Es usted tan generoso... No se preocupe, no le fallaré. Tenga un buen día, joven.
—Usted también.
Alan guardó la carta, revisó que su apariencia estuviera impecable y llamó al timbre de la casa y esperó un minuto a que la madre de su amigo le abriera.
—Buenos días, señora Castléberry. Luce hoy más hermosa de lo habitual.
—Oh, Alan, ¡qué encantador! —Se ruborizó ella antes de notar la presencia de...— ¡Éric! ¡Hacía tiempo que no te veía! ¿Qué tal tu madre?
—Estupenda.
—Pasad, chicos, por favor. Tal vez aún estéis a tiempo de comer una tortita.
Los chicos la siguieron hasta la cocina, donde se encontraron con Pablos. Él, al verlos, se atragantó.
—¿No te parece que las nuevas zapatillas de moda son aberrantes? Desconozco quién en su sano juicio osaría poner en sus pies algo fosforito. Es el arquetipo del pésimo gusto, el contendiente de la elegancia...
—No podría estar más de acuerdo —concordó Eric con la boca llena por haberse apropiado la última tortita del plato de Pablos—. ¿Tú qué opinas, Pablos?
—¿Q-Qué hacéis en mi casa?
—Tu madre nos invitó a entrar: una negativa habría sido cosa muy decortés.
—Pablos, ¿Con quién hablas? —dijo una voz femenina que tomó por sorpresa a Alan y Éric, que no esperaban que allí estuviese nadie más.
En seguida apareció Álison, avanzando hacia ellos por el pasillo.
—Bueno, Pabb, ya tenemos que irnos... —Dijo Alan acompañando a Pablos hasta la entrada, antes de susurrar—: ¿Se puede saber qué hace aquí esta nerda, eh?
—Lo mismo que tú.
—Vale, está bien. Vamos, entra al coche.
—No.
—¿Qué has dicho?
—Vete con Éric.
—Venga, por favor... No me hagas perder más el tiempo, ¿Quieres?
—¡Que no!
—Veamos, Pabb: te he dicho que subas ya al maldito coche, ¿es que acaso no entiendes? Cuando yo te digo que hagas algo tú simplemente lo haces: eso siempre ha sido así.
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Mi Tóxico Mejor Amigo el Playboy Hot ¿Enamorado de un Vampiro Gay? {Hipolento}
Teen FictionNota: el libro en realidad se llama Américan Hippogryff (a.k.a «Hipolento»), el título la de historia es clíckbeit más que nada 🙃 «Querías un chico caliente... pero, nena, conmigo no te equivoques: aunque también quemo, no estoy caliente: porque lo...