La había arrastrado hasta lo que suponía era el centro del sauna, volviéndola a soltar. Su roce fue tan breve que parecía producto de su imaginación, ya que solo vio su brazo, pero nada más. ¿Qué pretendía? No podía significar nada bueno y no tenía ánimos de ser sorprendida otra vez. Ya suficiente había padecido con los últimos acontecimientos. Sin embargo, antes de que de nuevo empezara a buscar a tientas la salida, su voz aterciopelada sonó como un eco omnipresente.
–Muy bien, de qué querías hablar.
–Te dije que puedo volver otro día –repitió, tratando de contener la ansiedad de arrancar de ahí de una carrera–. Además, no me gustan los saunas.
Sintió su risa grave inundar el lugar.
–No es un sauna, Granger, es un baño de vapor. Además, no creo que sea eso lo que te tiene así... ¿No me dirás que estás nerviosa? –le soltó sardónico–. En fin. Ya estás acá, ya interrumpiste mi relajo, así que ahora voy a escucharte, no después. Por otro lado, luego de cómo te comportaste anoche, no te compro tu pose de santurrona.
Ella abrió los ojos desmesuradamente y experimentó una sensación de vacío bajo sus pies. ¿Qué demonios había hecho anoche? Pero antes de poder preguntar, él volvió a la carga, dejándola fuera de combate con otra frase insinuante.
–¿El calor no te deja pensar? ¿O es la humedad? Puedes quitarte la ropa con confianza o te vas a sofocar. No te preocupes, no será nada que no haya visto antes.
–¡Qué! –chilló Hermione, en suma alterada–. ¡Qué me hiciste anoche depravado!
Un minuto de incómodo silencio se instaló entre ambos, mientras ella sentía como gotas de sudor emergían en la punta de su nariz y otras comenzaban a correr por sus sienes. Si seguía tan tapada probablemente se asfixiaría, así que se quitó el suéter que llevaba encima y lo dejó colgando en su brazo izquierdo, secándose el sudor de la frente con la manga de su blusa color crema.
–No te hice nada –explicó finalmente Malfoy, con tono ofendido–, a pesar de lo provocativa que te colocas borracha. ¿De verdad no recuerdas cómo te paseaste en ropa interior frente a mí? ¿Cómo te desnudaste para enfundarte en ese ridículo pijama infantil sin importarte que yo estuviera ahí? Si no fuera un caballero, si no hubiera corrido la vista en ese momento, hoy estarías con los músculos entumecidos y la garganta desgarrada, Granger. No soy de cartón.
Hermione comenzó a sudar con mayor ahínco, pero sospechaba que no se trataba del calor ni de la humedad, sino de la vergüenza que estaba experimentando. De ser cierto lo que escuchaba, claramente la había cagado hasta el fondo.
–Entonces... –prosiguió él, retomando su voz lúdica–. ¿Qué querías decirme que no podías esperar y te apareces a estas horas?
Ella tragó espeso. Sentía su voz envolviéndola y no podía identificar desde dónde le estaba hablando, aunque eso no importaba mucho. Tenía la mirada clavada al piso, temerosa de que sus ojos se encontraran con su figura. Algo le decía que si eso pasaba, se desencadenarían una serie de sucesos inesperados.
–No podía dormir. Necesitaba desquitarme contigo –confesó.
–¿Desquitarte? –repitió él–. ¿Querías que te ayudara a conciliar el sueño?
–¡No me refería a eso! –se apresuró a aclarar, atorándose con su propia saliva–. ¡Qué diablos te pasa! Estás más descarado de lo habitual. ¿No me que odiabas?
¿La estaba rodeando? Su voz le llegaba de distintas direcciones. Sospechaba que él caminaba en círculos alrededor de ella, lo cual la hacía sentirse como una presa frente a un depredador. No obstante, lo que más le sorprendía era que no tenía la voluntad de marcharse de ahí. Perfectamente podría haber buscado la salida, sacar la varita y hacerse camino a la puerta, pero no se creía capaz de eso. Sus pies estaban clavados, petrificados, ya que si bien su cerebro le ordenaba largarse para evitar la tentación, su cuerpo no tomaba nota de ello, como si estuviera esperando algo.
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Vendetta
FanfictionA pesar de esperar tantos años para ver su venganza concretada, el sabor de la victoria nunca había sido tan dulce.