13. Esa será mi Vendetta

572 37 17
                                        

La declaración golpeó su cerebro como un bate de baseball, haciéndola reaccionar. No sabía si era el veritaserum corriendo por su sistema o si algo en su personalidad se había desbloqueado con los últimos sucesos, pero eso ya poco importaba. Escucharlo pronunciar esas palabras le abrieron la cabeza para descubrir dos cosas.

La primera, era que Draco Malfoy buscaba algo serio. No un revolcón, no algo pasajero. Su determinación para asegurar que la conquistaría implicaba otro nivel de intenciones, aunque no se lo dijera explícitamente. Y eso la llevaba a su segunda revelación, la cual constaba en la cruda aceptación de que ella sentía unos irrefrenables deseos carnales por él, de una animalidad y voracidad desconocida, pero que de ahí no pasaba.

Hasta el momento, no se había permitido sentir nada más que eso. Sus hormonas zapateaban con su cercanía, no lo iba a negar, pero era algo físico, una imparable atracción química, que afectaba su vientre y trastocaba su cabeza, mas no invadía su corazón, al menos, no todavía.

Quizás, por su mismo miedo a terminar herida, no pretendía enamorarse otra vez, menos en esas circunstancias. Pero lo deseaba tanto, ¡maldita sea!, lo necesitaba tanto, que no se restringiría ni privaría de nada más. Al diablo con su represión auto impuesta. Al diablo con la vieja y mojigata Hermione Granger. Con él no tenía que aparentar. A estas alturas, la conocía mejor que nadie.

–No voy a negar que en ocasiones, haces que quiera perder la compostura y dejar de ser una dama –le confesó sin tapujos–. Que desde ese baño de vapor me es fácil imaginarte entre mis piernas. Pero eso no quita que fuiste un niño cruel conmigo, y luego, un adulto manipulador. Con o sin motivos, eso da igual. Lo fuiste, y eso no lo voy a olvidar fácilmente.

El rubio lucia confundido, pero ella continuó, jugando con la palomita gris de su cuello, desatándola para dejarla caer, liberando los dos primeros botones de su camisa.

–Por eso, quiero verte intentarlo –añadió, soltando el resto de los ojales, ante un Draco inmóvil que aún no entendía en qué momento había perdido el control de la situación, y en qué momento Hermione Granger se había transformado en esa mujer segura que lo estaba desvistiendo–. Quiero ver cómo piensas conquistarme. Cómo piensas borrar todo lo que me hiciste. Yo no pondré nada de mi parte para ayudarte, pero tampoco haré algo para verte fracasar.

La última palabra lo hizo reaccionar, llevándole a tomar sus muñecas para detener su avance, inmovilizándolas contra el piano de manera dominante, tratando de recuperar el mando.

–No fracasaré –masculló ceñudo con ojos relampagueantes, como si hubiese sido retado a duelo.

Sin embargo, luego de la sorpresa, la expresión de Hermione mutó a una amplia sonrisa, una suficiente, que logró desarmarlo como el mejor de los hechizos. Él aflojó su agarre permitiéndole que ella continuara con su labor de quitarle la camisa, lo cual hizo, deslizándola por los hombros, luego de deshacerse de su túnica, hasta dejarlo de torso desnudo, expuesto para su deleite.

–Tal vez –concedió–. Pero mientras lo intentas, déjame aclararte algo... –añadió, rozando con la yema de sus dedos la piel recién descubierta, desde el abdomen hasta el hombro, reposando la mano ahí–. Te voy a utilizar, Draco Malfoy. Tal como tú lo hiciste conmigo. Y el que tú lo sepas, el que estés consciente de ello, será mi vendetta.

Súbitamente, él la tomó por las caderas y la sentó en el piano, al costado de las teclas, colocando ambas manos en sus rodillas, arrastrándolas hasta sus muslos para afirmarlos y separarlos lentamente, levantando su vestido en el acto.

–¿Así quieres jugar? –susurró maliciosamente contra sus labios, inclinándose hacia ella–. ¿Segura que tus planes no se volverán en tu contra? Porque no me importa en lo absoluto que pretendas usarme de esta forma.

VendettaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora