11. Cambio de planes

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Durante la jornada, intentó enfocarse en sus negocios para no contactarla, tratando de no pensar en ella. Y es que se sentía tan estúpido por haber caído como un niñato en la trampa de su propio hijo, que saber que había desperdiciado la oportunidad de concretar algo con Granger en ese baño de vapor, algo que hasta ese momento solo era un deseo oculto, le dolía más de lo que estaba dispuesto a reconocer.

Por otro lado, no sabía como tomarse el hecho de que ahora Scorpius estuviera también encaprichado con ella a un nivel personal, lo que complicaba todo aún más para su desgracia, pues solo quería enseñarle una lección, no lastimarlo en serio. Después de todo, era sangre de su sangre, aunque eso al muchacho no le gustara en lo absoluto y no dudara en enrrostrárselo cada vez que podía.

Así que, de mala gana, ese día viajó a Bulgaria para firmar los papeles definitivos del traspaso de su nuevo jugador, y tuvo que aguantar con una sonrisa falseada las mil y un preguntas que el unineuronal de Krum hizo sobre su invitada de la otra noche. El bastardo se estaba afilando los colmillos de una manera descarada, y de una manera descarada él le mintió, dejando entrever que la hechicera ya no estaba disponible, ya que él se le había adelantado.

Desde ahí, la situación se volvió incómoda entre ambos, y se apresuró a regresar a su mansión, pasando a su despacho a dejar las escrituras, para luego enfilar a su destino predilecto cuando el mundo lo atormentaba: su cama.

Sin embargo, al llegar notó que existía una carta encima de su quilt, lacrado con el sello de la familia Parkinson. ¿Qué podría querer Pansy si ya se habían visto en la mañana? Estuvo a segundos de dejar la misiva a un costado para más tarde, pero un presentimiento extraño evitó tal movida. Sacó el contenido con rapidez para salir del trámite y deslizó los ojos por el papel a toda velocidad, percibiendo como su rostro se descomponía.

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"Querido Hurón;

Sé que te estás preguntando por qué diablos te escribo siendo que nos vimos hace unas horas, pero tengo una novedad que contarte, más bien, un chisme, pues necesito desahogarme y pedirte asesoría.

Como bien sabes, Alexander asumió hace poco el puesto de Ministro de Magia, ¿y a que no adivinas quién le escribió hoy ofreciendo sus servicios?... ¡La insufrible sabelotodo! Justo ahora que Kingsley Shacklebolt se retira, busca volver al ministerio renunciando a su puesto en Hogwarts. ¿No crees que es demasiada la coincidencia? Si ella hubiera permanecido dentro del gobierno, habría sido la sucesora natural de ese pelón, pero en su ausencia, Alexander tuvo un desempeño impecable y se merece el cargo más que nadie, no que esta mujer venga a empañarle su momento de gloria, ¿no crees?

Sospecho que la muy astuta quiere volver solo para aserrucharle el piso y quitarle el cargo, pero Alexander es demasiado inocente y está pensando su reincorporación como jefa del Departamento de Seguridad Mágica... ¡Hasta la invitó a cenar mañana en la noche para ofrecerle el cargo y afinar los detalles! Tengo unas ganas mortales de echarle algo en su comida para dejarla en evidencia, ¿tú qué opinas? Necesito tu consejo. No quiero meter las patas.

En fin. Te dejo un abrazo,

De esos que te incomodan,

P.P.

Ps: se me olvidó interrogarte sobre esa foto en Bulgaria PRECISAMENTE con ella. Ya me darás las explicaciones pertinentes."

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Esto era otro giro de eventos inesperado. ¿Granger queriendo arrancar del profesorado? ¿Dejando Hogwarts? ¿Por qué ahora? Sacó pergamino y un lápiz para garabatear una respuesta breve y se echó sobre su cama a dormir, aunque le fue difícil conciliar el sueño.

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