Tengo un pero

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—¿Puedo pasar?

—Es de mala suerte que vean a la novia antes de la boda, Evie —advirtió Lonnie, abriendo la puerta lo menos posible y asomando la cabeza—. Mal aún no está lista.  

—Lo sé. Pero yo sí puedo verla, no soy Ben. Además éste es mi estudio.

Planear la propuesta de matrimonio había sido uno de los trabajos más difíciles y lastimosos que Ben le había pedido hacer a Evie, y no precisamente por la carencia de ideas, pues ella ya había pensado en mil y un formas románticas para pedir la mano de Mal. Lo que lo hacía tan complicado era pensar que ella no sería quien le colocara el anillo, sino el Rey de Auradon.

Lo peor vino después, al tener que participar en su plan haciendo de segunda en la coreografía en el Lago Encantado, viendo en primera fila cómo al final de la canción Ben se arrodillaba y le entregaba la argolla con un diamante amatista en forma de dragón —idea de Evie— a su ahora fiancée. Todos los presentes lloraron de felicidad al escuchar el «sí acepto» y ver el beso entre los dos, haciendo que las lágrimas de tristeza de Evie pasaran por alto. Por dentro sintió cómo su corazón se oprimía y se partía en dos.

El asunto de ser la dama de honor acababa con ella cada vez más, y el coser el vestido de novia para la persona que estaba enamorada sabiendo que no lo usaría para ella lo hacía todo más triste.

La hija de Mulán dejó pasar a Evie, encontrándose con Mal de espaldas portando su vestido color lila en degradado que terminaba por convertise en un púrpura oscuro. A un lado se encontraba Jane, tratando de ajustarlo.

—¿Estás lista?

Mal se dio la media vuelta enseguida al escuchar su voz, dejando a Evie con la boca abierta y sin aliento.

—M —suspiró, sonriendo—. Te ves... Hermosa.

—Gracias E. El vestido no podría ser mejor, creí que los brillos no me gustarían pero, se ven perfectos.

—Se ven perfectos en ti. No hay de qué.

 —Nosotros nos vamos, aún tenemos cosas que hacer —Jane salió, seguida de Lonnie. Ambas se estaban encargando de la decoración, y por lo que los demás habían visto, habían hecho un muy buen trabajo.

—Entonces... Es tu boda —dijo Evie, tomándola de las dos manos frente a ella y sacudiéndolas—. Serás una reina de ahora en adelante.

—Sí, lo es. Estoy muy nerviosa, no sé qué debo hacer, o qué debo decir, ¿qué debería decir? Nunca pensé que llegaría este día  —dijo Mal con una risa temblorosa.

—Te ves muy feliz —admitió Evie, sintiendo las palabras quemar su garganta.

—Creo que es porque lo estoy  —dijo encogiéndose de hombros.

—Entonces yo lo estoy por tí —Evie la rodeó con sus brazos, recargando su cabeza en su hombro—. Serás la novia más bonita que haya visto.

—Pero... Evie, es la primer boda a la que asistes.

—No hace falta ir a más —la halagó con una sonrisa a medias, separándose de ella.

—Sobre eso...

—¿Qué pasa, M? —dijo con ternura, quitándole un grumo de rímel que tenía en sus pestañas, para luego arreglarle el escote del vestido.

—Sé que es tradición que el padre lleve a la novia pero, tú sabes. No he visto a mi padre en años y mi madre odiaría verme así, dudo que sea una buena idea. Tú eres lo más cercano que tengo a una familia. Siempre has estado conmigo, sin importar qué. Evie, eres más que una amiga para mí. Eres algo así como...

¿Quién necesita un príncipe? | Mevie One-Shots (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora