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—¿Por qué todos los demás pueden caminar de la mano o expresar cariño en público excepto nosotras?

Desde hace cuatro meses la descendiente de Maléfica y la hija de Grimhilde habían decidido hacer formal su relación, aunque eso no significaba fuera que pública también. No les avergonzaba el admitir que se habían enamorado una de la otra, es más: les encantaba decirlo en voz alta  y escucharlo una por parte de la otra. Sin embargo, no sabían cómo Auradon iba a reaccionar ante la noticia, pues nunca antes habían oído sobre alguna pareja como la que ellas formaban.

 —Quizá deberíamos esperar un tiempo más —propuso Mal, caminando de un lado al otro. Lo había hecho tantas veces que no dudaba que pronto sus huellas se marcaran en la madera.

—¿Aún más? —cuestionó Evie un poco molesta, llevando su cabeza hacia atrás—. ¿Cuánto tiempo? Mal, por favor. Estoy cansada de escondernos.

—Evie, no seguimos viviendo en la Isla.

—¿Y tu punto es...?

—¿Qué van a decir los demás? 

—¿Acaso importa? Mal, déjame ver si entendí —subrayó aclarándose la voz—. Venciste a tu madre, la más poderosa villana de todas; pudiste con Uma y sus secuaces pero tienes miedo de presentarme como tu cita en la fiesta de año nuevo. No sé si deba ofenderme —finalizó su argumento arqueando una ceja y cruzándose de brazos, pretendiendo lucir molesta.

—Tendrás que cambiar esa expresión falsa por otra, ya te conozco —se burló acercándose a ella y cerrando botón a botón su abrigo.

 —Me gustaría estar molesta contigo.

—Pero...  —la animó a continuar Mal, sabiendo que aún no había terminado.

—No puedo hacerlo. Está bien, cuando estés lista les diremos a los demás.

—Gracias, E —Mal se acercó para darle un beso rápido de agradecimiento, acción que no se logró completar gracias a que la puerta se abrió de golpe, haciéndolas apartarse más rápido de lo que Chico tardó en tragarse la pócima de Mal.

  —Ups, perdón —dijo Jay entrando, cubriéndose los ojos—. Lamento interrumpirlas, pero al parecer sólo faltan ustedes.

 —A esto me refiero —se quejó la peli-azul.

Jay era la única persona que sabía lo que estaba sucediendo entre ambas. No tenían planeado decirle, pero fue inevitable explicarle todo desde cero la noche que las encontró en una posición demasiado comprometedora en la cocina cuando él bajaba por una barra de chocolate para Carlos.

—Pueden seguir en lo que estaban, no me importa, de verdad.

 —Jay, deberías aprender a no arruinar momentos entre las dos —rio Mal, un poco frustrada.

 —Y ustedes deberían aprender a ponerle seguro a la puerta.


♕ 



La fiesta de año nuevo la celebrarían en las afueras del castillo, como tradición de cada año. Había luces reflectoras de colores proviniendo por todos lados, y aunque todavía no estaba nevando, el intenso frío parecía ser una señal clara de que la nieve caería pronto. Evie y Mal llegaron juntas, bajando los escalones de la enorme puerta trasera, listas para reunirse con sus amigos hasta que un hadita se les interpuso en el camino.

¿Quién necesita un príncipe? | Mevie One-Shots (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora