Situada en Descendientes 2
—Mal, mi poción.
—Sí, um... —Titubeó ella, sacando la esfera de su minúsculo estuche.
—Y esto... —Comenzó DeVil— ¿Hará que pueda decirle a Jane cómo me siento?
—Sí, así podrás decir la verdad. Tómalo o déjalo.
—Perfecto.
La rubia platinada le entregó a su amigo la perla color rojo traslúcido en la mano, esperando que hiciera un buen uso de ella.
—Gracias Mal, la-la guardaré para cuando esté listo.
—Bien. Bueno, tengo que ir a terminar unas cosas que cociné para Ben, o me matará —mintió alejándose, lista para salir de la habitación.
—Mal, ¿Puedo preguntarte algo?
—Lo harás de todas maneras —dijo, frenando en seco y girando hacia él—. Dilo.
—¿De verdad estás feliz con Ben? —preguntó con tacto, acercándose a ella— No te he visto tan feliz con él en las últimas semanas.
—¿Yo? ¡Pfffft! Sí, soy la más feliz, no podría estarlo más —dijo entre risas no muy convincentes.
—Ajá. Te creo entonces. Oye, antes de que te vayas, ¿sabes qué es eso que cuelga del techo? Jay y yo lo hemos tratado de quitar desde que llegamos a Auradon.
—¿Qué?
En cuanto la hija de Maléfica volteó hacia arriba y abrió un poco la boca, Carlos introdujo de manera impetuosa la pócima, la cual Mal tragó involuntariamente por el susto.
—¿¡Qué te ocure?! —preguntó molesta, tocándose el cuello con disgusto—. ¡Por poco se me queda atorada en la garganta!
—Sólo te hago un favor.
—¿Favor de qué? ¡Pudiste haberme pedido que me la tomara!
—No hubieras aceptado, te conozco. Pero en fin, ahora ve con Ben.
—Sí, tengo que ir a hacer aparecer toda la comida porque olvidé que hoy era mi cita con él —habló sin darse cuenta mientras salía por la puerta.
Carlos levantó una ceja, riéndose y deseando poder estar presente en el espectáculo que se aproximaba. Sacó su celular del bolso detrás de sus pantalones y comenzó a escribir.
Jay, está hecho.
Carlos.
♕
— ¿Te gustaría un rico d'oeuvre?
—Sí, por favor —agradeció Ben acercándose para recibirlo en su boca, con una sonrisa.
Mal lo miró emocionada, esperando alguna reacción. Había llegado tiempo a su picnic/cita antes de la hora, haciendo aparecer específicamente lo más delicioso de la gastronomía francesa, esperando que su novio lo reconociera.
—Es lo mejor que he comido —reconoció después de saborearlo.
—¿Te gusta?
—Es más que eso, es... Un doble gusto —dijo mientras se acercaba a propósito con Mal y tomaba otro de los bocadillos.
—¿Te sorprendí?
—Claro, me sorprendiste.
—Genial, porque los acabo de hacer con magia.
Inmediatamente después, Mal se cubrió la boca acobardada. Las palabras se habían resbalado de su boca sin siquiera pensarlas o formularlas. Ben dejó de comer y dejó el panecillo en su plato, indignado.
—¿Q-qué dijiste?
—Es que olvidé que hoy era nuestra cita y no tenía nada preparado, y con magia no tengo que esforzarme —confesó Mal, cubriéndose la boca de nuevo al finalizar.
—¿Estás bromeando, verdad?
—¡No, todo es verdad! —se sinceró Mal arrepintiéndose al terminar, ordenándose a sí misma no abrir la boca de nuevo.
—¡Creí que esta cita era importante para los dos! —reclamó poniéndose de pie.
—¡Pues no lo era para mí!
—¿Te estás burlando? ¿Qué acaso ya no te importo?
—Me importa alguien más —confesó involuntariamente levantándose también.
—¿Disculpa? ¿A qué te refieres con eso?
—¡Que me gusta otra persona, que estoy enamorada de otra persona! ¡A eso me refiero!
—¿Y de quién, si se puede saber? —demandó con un tono enojado.
—Pues...
—¿Sabes qué? Suficiente Mal, no quiero oírlo —interrumpió—, ojalá estés mejor con ese chico que conmigo —estalló retirándose.
«Chico»
Mal tomó asiento unos momentos más dándole vueltas al asunto. La magia había hecho algo que ella no había sido capaz de hacer: aceptar que en verdad estaba enamorada de cierta persona, hecho que se negaba a reconocer ocultando la idea bajo llave. La declaración había sido igual de sorprendente tanto para el Rey como para ella «Oh, en serio lo estoy », aunque no lo sería para los demás; quienes ya habían notado la forma única en que Mal la miraba —admirándola embobada como un gatito con un estambre—, la manera tan cálida en la que le sonreía y cómo su ánimo cambiaba siempre estando con ella. No todos estaban convencidos si era recíproco, pero todas las señales lo indicaban. Ambas parecían estar siempre más felices juntas que cuando una clase de la preparatoria o compromisos las obligaban a separarse.
Impresionada aún de lo bien que había funcionado la magia, se dirigió a su habitación para poder revisar a solas el contra-hechizo y curarse, antes de que terminara peleando con otra persona al decirle verdades que no querían oír o declarando sus sentimientos por su mejor amiga a cualquiera que se le cruzara en el camino. Por tener su cabeza en otro lado, se estrelló con otra persona en los pasillos, golpeándola con la canasta de pícnic y tirando el libro de hechizos.
—Perdón, no te vi —se disculpó, mientras se agachaba para recogerlo.
—¡Mal! Te estaba buscando, Jay dijo que querías verme.
—Ay no, Evie —murmuró al escuchar su delicada voz, sintiendo su corazón en la garganta.
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¿Quién necesita un príncipe? | Mevie One-Shots (1)
FanficLas amistades tan íntimas e incondicionales a veces ocultan más de lo que se cree.