Mal despertó tallándose los ojos y aclarándose silenciosamente la voz, sintiendo los huesos de la espalda tronar de una forma satisfactoria. Abrió los ojos, no entendiendo lo que pasaba: el color de las paredes, la televisión, los rollos de tela, estambres y la acolchada cama con sábanas azules no era lo primero que solía ver en las mañanas.
«¿Qué hago en la habitación de Evie?»
Por más que trataba de hacer memoria, no lograba encontrar un indicio del por qué. Lo último que recordaba no le daba pistas de absolutamente nada.
Sin aviso previo, la puerta de la habitación se abrió, entrando Evie ya vestida con una pequeña bandeja.
—Hey, por fin despertaste —saludó Evie con una sonrisa, cerrando la puerta—, ¿cómo te sientes? Sé que odias la gelatina, pero...
—E, ¿cómo terminé aquí? —preguntó Mal mientras se sentaba y recostaba su cabeza en el respaldo.
Evie soltó una pequeña risita y le acercó la comida, colocándola en sus piernas. Había una temblante gelatina color verde nada apetitosa, una taza con agua y una rebanada de pan con una ración bastante generosa de jalea de fresa, su favorita.
—Además es verdad, odio la gelatina. Pero en serio. ¿Qué hago en tu cama?
—¿No recuerdas lo que hicimos anoche?
Mal abrió los ojos tanto que sintió sus pestañas rozar sus párpados, mirando a la hija de la Reina Malvada con cara de espanto y sin saber cómo reaccionar. Evie soltó a los segundos una carcajada.
—No tonta, no me refiero a eso. Te desmayaste.
—¿Me desmayé?
—Parece que alguien no asistió a las clases de ciencias. Si hubieras puesto atención, las leyes de reflexión no hubieran jugado en tu contra —dijo mientras cortaba con los cubiertos la rebanada de pan—. Abre grande.
—En español, por favor —la peli-morada sentía como si la cabeza le fuera a estallar, no necesitaba más acertijos. Abrió la boca para que el bocado que le estaba ofreciendo Evie entrara.
—Tampoco eres la persona más lista del mundo —dijo riendo cortando otro trozo.
—Cielos, gracias E. Es bueno tenerte conmigo, tus cumplidos son los mejores —dijo sarcástica, con la boca llena.
—¿En serio no recuerdas nada?
Mal negó con la cabeza mientras masticaba.
—¿La chaqueta de allá no te da una pista?
Mal miró hacia la puerta del armario, donde estaba colgada su nueva prenda de ropa.
—Oh...
♕
—Y... ¿Qué te parece?
—Evs, me encanta —dijo mirando las mangas de su nueva chaqueta. Se puso frente al espejo de cuerpo completo de la habitación/estudio de diseño de Evie, y comenzó a posar de distintas formas—. Extrañaba este tipo de ropa, las cadenas son mis favoritas.
—No necesitas ser de la Isla para tener un look semi-gótico —informó— además, te queda mejor. Esa es la verdadera Mal.
—Lo sé —dijo viéndose de nuevo en el espejo, cambiando su expresión a ruda—. ¡Pero en serio! imagina cómo se vería esto en la Isla.
—Serías la villana con más estilo de todas.
—Ahora que lo pienso, nunca me he visto a mí misma hacer magia. Con esto seguro luciría como una verdadera villana de un cuento —exclamó la hija de Maléfica, emocionada.
—Ya lo creo —dijo, siguiéndole la corriente— pero dámela, aún no la termino.
—Espera. Sólo por curiosidad...—dijo aclarándose la voz y apuntando un dedo al espejo, formando unas ondas de color verde fosforescente— La magia del dragón, me ayudará... ¡Esto se ve increíble! —interrumpió su encantamiento, fascinada.
—¿Qué estás haciendo? ¡No!
—a que cuando menos lo espere la persona desfallecerá —terminó.
Evie se agachó en un instante, cubriéndose del hechizo. Mal, por el contrario no se movió para observar. Para su mala suerte, la magia dio con el espejo y rebotó, dándole a ella misma.
—Mal ¿estás bien? —preguntó Evie poniéndose de pie, sin saber si preocuparse o reírse.
Mal giró hacia a ella con la mirada un poco perdida, cayendo desmayada al otro instante. Evie la atrapó en sus brazos, tratando de no tirarla al suelo.
—Tienes razón, todos huirían de tí —musitó con ternura, sabiendo que no la podía escuchar— porque serías un caos con magia.
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¿Quién necesita un príncipe? | Mevie One-Shots (1)
Fiksi PenggemarLas amistades tan íntimas e incondicionales a veces ocultan más de lo que se cree.