—¿Lista?
—Lista —aseguró la hija de Maléfica, mostrando todos sus dientes en una risa nerviosa.
—¿Tienes todo? —cuestionó Ben, tomándola del brazo—. ¿Algo nuevo?
—Mi vestido.
—¿Algo usado?
—El dije.
—¿Algo viejo?
—El velo.
—¿Algo azul?
Mal lo miró con una sonrisa.
—Evie.
Todos pensaban que en algún momento verían a la hija de Maléfica con un vestido de novia y al Rey de Auradon con un elegante traje para una celebración de boda, y estaban en lo correcto; con la excepción de que la persona con la que Mal contraería matrimonio no era él, sino sería con su real amor verdadero, Evie.
Después de que todos los recuerdos se cruzaran por su cabeza, la peli-morada tomó un gran suspiro, preparándose mentalmente para el gran paso que estaba a punto de dar, aún sin procesarlo. Sentía náuseas y un nudo en su estómago, pero no podía dejar de sonreír. En cuanto el órgano despidió la clásica armonía dando pauta al inicio de la celebración, ambos se encaminaron al altar. Todos se pusieron de pie para recibirlos.
—¡Se ve increíble! —opinó Lonnie.
—¡Lo sé! —respondió Jane, quien estaba junto a ella—. No puedo esperar a que Evie la vea.
Todas las personas que habían formado parte de su vida en forma positiva estaban presentes, murmurando entre ellos sobre lo bonita que se veía, de lo bien lo bien que le quedaba ese vestido lila haciendo juego con las orquídeas moradas del ramo y de lo feliz que estaban por ella. Una vez que llegó al frente, Ben se despidió para unirse con los demás.
A los pocos segundos, Evie salió por la otra puerta del salón, del brazo de Jay. Portaba un vestido largo color azul y el cabello suelto con una diadema trenzada, luciendo como una verdadera princesa.
«Wow». Musitó Mal, cubriéndose la boca con la mano y al borde de lágrimas de emoción. Cuando sus miradas se encontraron entre sí, perdieron la atención a su alrededor para concentrarse en leer la expresión de la otra, tanto que Evie estuvo a punto de tropezar con los escalones del salón. Su amigo la ayudó a subir y se despidió.
—Te ves hermosa, M —susurró la peli-azul, halagándola y feliz de haber aceptado el trato: Mal no había permitido que Evie diseñara su vestido de novia, pues quería sorprenderla en el día de la boda.
—Gracias, E.
—Amigos, familia, habitantes de Auradon y sus alrededores —comenzó el Hada Madrina—. Gracias por estar aquí, en este evento tan especial. Hablo por todos cuando digo que les deseo la mayor de la felicidad y el mayor de los éxitos en este nuevo capítulo de sus vidas. ¿Quién tiene los anillos?
Carlos caminó hacia ellas acompañado de Chico. Traía un cojín de terciopelo azul en el hocico con 2 anillos sobre él.
—Gracias.
Carlos asintió sonriéndole a ambas y se fue con su mascota.
—Evie, tú primero —señaló la madre de Jane.
El discurso que Evie anteriormente había planeado las noches anteriores lo dejó de lado, decidida a crearlo de cero y así dejar que las palabras salieran directo de su corazón; pues en momento, teniendo a Mal frente a ella, se sentía más enamorada que nunca.
—Muchas personas dicen que reconoces el amor cuando lo ves, así que ¿por qué estuvimos tan ciegas tanto tiempo? No entiendo por qué seguíamos buscando el amor en todos lados, si lo teníamos frente nuestro. Mal, siempre tratas de protegerme, me has cuidado cuando me enfermo, ¡por favor! ¡Me has salvado la vida! ¿Quién más haría eso por mí? —preguntó, haciendo sonreír a su prometida—. Eres la persona más valiente que conozco, la más fuerte y decidida, pero ¿sabes? Eso no quita lo tierna que eres. Cada tontería que haces me hace enamorar cada día más de ti. No tienes idea de cómo me haces sentir, y si me permites estar a tu lado, me pasaré el resto de mi vida tratando de hacerte sentir de la misma manera.
Evie tomó la mano de Mal y le insertó dulcemente el anillo, el cual tenía incrustado un diminuto cristal púrpura. Mal no dejó ir la mano de Evie, pues la entrelazó con la suya antes de que pudiera alejarla.
—E, no puedo creer que por fin estamos aquí, y no podría pedir más que esto —continuó, mirando a su alrededor—. Hace mucho tiempo que elegimos el bien y no me arrepiento ni un solo día, porque nunca nos hubiéramos dado la oportunidad de que esto pasara —declaró, logrando ruborizarla con sus palabras. Notó cómo lágrimas brotaban de sus ojos marrones, aun cuando en su cara seguía dibujada una sonrisa—. Siempre me dieron miedo este tipo de compromisos, pero ya no me asustan más. Si me caso contigo, no hay por qué temer, pues nunca podría arrepentirme. Tú eres y serás lo único que necesitaré en mi vida para ser feliz —terminó, poniéndole el anillo con la piedra preciosa de zafiro.
—Evie, ¿tomas a...
—Espere —balbuceó la peli-azul, ocultando su cara con la mano. Imploraba que las lágrimas dejaran de brotar.
—Awww, E —expresó Mal arrugando su nariz, estando segura que ella también lloraría si Evie no paraba.
—Listo, lo siento —se disculpó la peli-azul, limpiando una lágrima de su nariz.
—Evie, ¿tomas a Mal como tu esposa?
—Sí, acepto —contestó de manera firme, mirando a los ojos de Mal.
—Mal, ¿tomas a Evie, como tu esposa?
—Si no, no estaría aquí. ¡Sí, claro que acepto!
—Por el poder que me otorga Auradon y sus Reyes, proclamo este matrimonio oficial —confirmó el Hada Madrina, sonriendo y provocando los aplausos por parte de los presentes—. Puede besar a la novia.
Las dos se miraron mientras escuchaban el alboroto de la gente, no sabiendo quién debía besar a quién. Cuando la chica de cabello púrpura estaba a punto de acercarse, los ojos de Evie se tornaron verde brillante por un segundo, borrando la sonrisa de Mal y provocándole un escalofrío que recorrió cada centímetro de su espalda.
—Evie, ¿qué fue eso? —preguntó algo asustada, desconcertando a las personas.
—¿Qué fue qué?
—No, nada —rió, creyendo que lo había imaginado—. ¿Me besas tú o te beso yo?
—¿No sería extraño besar a tu madre?
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¿Quién necesita un príncipe? | Mevie One-Shots (1)
FanficLas amistades tan íntimas e incondicionales a veces ocultan más de lo que se cree.