II

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El océano era magnífico para Noviembre, tan azul y profundo. Desde que salieron, las aguas estaban calmadas, una travesía en óptimas condiciones para ir en barco.

-Noviembre, vamos a comer- anunció su madre irrumpiendo en su dormitorio.

En el camarote había dentro distintas habitaciones, una para ella y otra para sus padres puesto que dormían juntos, la de la joven se encontraba en el lado izquierdo.

-Ya voy, madre.

La comida constaba de sopa y pescado, estaban en alta mar y la comida duraría poco tiempo en buen estado.

Una vez que terminaron de comer, el padre se retiraba a sus aposentos donde descansaba en la alcoba mientras que su madre y ella se sentaban en sillas donde o bien leían o tejían una manta o una camiseta. Así lo hacían cada día dentro de aquel barco.

-Mi querida Noviembre, ¿ya has decidido como quieres tu boda? Ya sabes que Alejandro la ha dejado a tu elección, ¿la harás en nuestro campo o en el suyo?

-Prefiero en nuestro campo, al lado del viñedo, será la última vez que esté ahí ya que me iré a vivir a su casa.

-Lo sé, creces tan rápido mi niña... El vestido de novia te va a quedar espectacular, blanco y con bordados dorados, un lujo, en mi boda lucí uno blanco simple, pero para mí fue un gran día. Ya verás como vas a estar tan radiante como el oro.

-¿Tan bonito es?

-Oh, sí. Además, a diferencia de muchos, tu padre y yo nos queremos, espero que tú también corras esa suerte.

-Eso espero, madre.

-La señora Ortiz me ha dicho que ha oído decir a unos nobles que Alejandro está muy enamorado de ti, rechaza a cualquier mujer porque no tiene ojos para ellas, pocos hombres como él vas a encontrar.

-No puedo agradecer más a Dios Todopoderoso por hacerme digna de él.

Ambas se sonrieron, Noviembre comenzó a leer La Celestina, una obra en la cual un hombre se enamora de una dama y para que le corresponda le dice a una anciana bruja que le dé una pócima de amor. Gracias a la pócima, Melibea se enamora de Calisto, pero finalmente ambos mueren de amor, puesto que Melibea no puedo vivir sin su amado.

La joven se quedó pensando, ¿ella también se enamoraría de Alejandro tan intensamente? ¿También tendría un final trágico en su vida al no soportar vivir sin él?

Como respuesta, ella pensó que solo Dios misericordioso tendría la respuesta y sabría como acababa su vida.

Después de cenar, Noviembre y sus padres se fueron a dormir, un día menos de viaje, estaban cerca de las tierras de Escocia, según el capitán les había indicado sobre su ubicación, una tierra encantada y verde que estaba dividida en dos, las Highlands y las Lowlands, traducidas al castellano como Tierras Altas y Tierras Bajas.

Escocia era famosa también por su unión no en poblados, si no en clanes. Cada clan tenía su propio territorio, que podía extenderse o disminuir por las guerras que se libraban, sus costumbres, su indumentaria típica...

Había estudiado algo de gaélico escocés, la lengua que se hablaba en Escocia, pero solamente sabía hablar lo básico.

En la madrugada, Noviembre sintió como una sacudida. Se despertó alarmada y sintió que todo su alrededor se movía mientras que de fondo escuchaba el requiteo de la lluvia cuando las gotas golpeaban la madera del barco y el sonido de truenos y rayos que por lo fuerte que sonaba, la chica dedujo que la tormenta se encontraría encima de ellos.

Se levantó, se vistió rápidamente y fue a despertar a sus padres para avisarles o más bien su verdadero propósito fue que la calmaran porque no estaba en absoluto tranquila, cuando iba a tocar la puerta, el barco se inclinó y ella se cayó puesto que perdió el equilibrio, aterrizando en el suelo inundado de agua a causa de que la ventana de su camarote se había roto y entraba mucha agua. ¿Qué estaba pasando?

Amor o compromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora