Lean volvió a su cuarto después de lo ocurrido. Por una parte estaba feliz y por otra no. ¿Qué iba a pensar Noviembre sobre él después de ello? ¿Qué pasaría de ahora en adelante?
Alguien llamó a su habitación, fue a abrir feliz pensando que era su amada, pero se encontró con Maxwell en la puerta, por lo que su sonrisa desapareció de su cara fugazmente.
-Siento molestarte Lean, pero han llegado unos hombres.
-¿Quienes son?
-Castellanos. Quieren hablar con el Laird, o sea tú.
-¿Conmigo?
-Sí, supongo que vendrán a por la chica, se la llevarán consigo de vuelta a Castilla, ¿no crees? Deberías de llamarla y hacer que ella este delante, este asunto le concierne.
-No, iré yo solo a hablar con ellos, tú ve a hablar con ella.
-Así que ya no estás enfadado con ella, ¿no?
-¿Por qué dices eso?
-Hace unos días tenías planeado mandarla de vuelta sin tener en cuenta si ella tendría recursos y si podría volver, ahora ya no tienes esa misma idea, ¿me equivoco?
-Bueno... Voy a hablar con los recién llegados, estarán hartos de esperarme.
Maxwell rió para sus adentros, le conocía perfectamente y sabía acerca de sus sentimientos, estaba claro que a él Lean no podría negárselo, pero claro, era muy cabezón. Tras salir de la habitación del Laird, se encaminó hacia la habitación de ella.
Los recién llegados y Lean se sentaron alrededor de una mesa de caoba larga, los asientos tenían el respaldo elaborado con pieles para una mayor comodidad.
-Y bien caballeros ¿a qué debo su visita a mis tierras?
-Verás, somos de Castilla y hace unas semanas desapareció una chica por aquí según dicen. Esa chica es la prometida de nuestro amo, el futuro duque de Lerma.
Al escuchar ello, una oleada de furia corrió por el cuerpo de él. Noviembre ya le había hablado sobre él y no quería saber nada más ni que lo mencionaran en su presencia. Era cierto, él estaba muy celoso de él, temía que Noviembre se marchara con ellos para cumplir con su compromiso. Tras lo ocurrido con ella en su habitación, no quería que se marchase, había sentido algo muy especial, más especial que cuando pasaba el tiempo con ella, estaba a su lado, la escuchaba hablar sobre su vida... Sin duda no quería desprenderse de ella ahora.
-¿Cómo es la chica?- preguntó él intentando estar calmado.
-Rubia, con el pelo rizado, ojos verdes y piel blanca.
Lean estaba dudando sobre contarles la verdad o mentirles y explicarles que por allí no había pasado ninguna forastera de dichas condiciones.
De repente, la puerta se abrió y Noviembre pasó sin importar haber pedido permiso. Habían venido buscándola a ella.
-Don Tomás, yo soy a quien busca.
Lean se sintió decepcionado, quizás Noviembre realmente se iba a marchar con ellos y no la volvería a ver nunca más.
-Bien, nos alegramos mucho que se encuentre bien, nos marcharemos dentro de poco. Muchísimas gracias señor Lean por cuidarla durante todo este tiempo, el señor Alejandro le donará un gran incentivo por todos los gastos causados por ella.
-No tengo claro del todo si quiero irme. Quiero pensarlo bien.
Ello dejó a todos los presentes sorprendidos, no se esperaban ni mucho menos que Noviembre fuera capaz de romper su pacto matrimonial con Alejandro de Lerma, sus familias lo habían concertado así y ella no podía hacer nada. Al fin y al cabo ella era una mujer, no tenía derecho de decidir si casarse o no.
-¿Cómo dice? Señor Lean, por favor, siento tantas molestias- se disculpó Tomás Pacheco- pero creo que debería obligarla a venir. No se puede romper un pacto matrimonial así como así.
Lean miró a Noviembre, ella parecía tener esperanzas puestas en él y desde luego, él no iba a ser el que la defraudara y esperaba que su decisión final fuese quedarse con él.
-Yo no soy quien para retener y obligar a marcharse a alguien- respondió finalmente.
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Amor o compromiso
Historical FictionNoviembre, una burguesa castellana, viaja con sus padres por el Océano Atlántico antes de su boda con el hijo de un noble; sin embargo, su familia y ella sufren un naufragio y ella llega a tierra firme pero, ¿cómo sobrevivir en un lugar que no conoc...