XIII

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Una pequeña expedición de madrileños llegó a las costas. Era un grupo de hombres en el que habían caballeros y esclavos, llevaban en el barco la bandera de su reino, Castilla.

Era la expedición mandada por Alejandro de Lerma, el heredero del título nobiliario del Duque de Lerma, que buscaba desesperadamente a su prometida, no descansaría.

Incluso él quería participar pero su padre se lo prohibió, no iba a dejar que su único hijo vivo muriese buscándola, ya no tenía más descendientes. Su padre le prometió que una vez asegurado el terreno por sus esclavos y caballeros.

Ante la imposibilidad de librarse de su padre, decidió rendirse y resignarse mientras esperaba con ansias la llegada de los enviados.

La expedición del futuro duque desembarcó en la playa donde Lean rescató a Noviembre. Allí, vieron que había un trozo de tela enganchada en un árbol. Pertenecía a la bandera de Castilla, se veía el símbolo de una de las dos torres que lo formaban.

-Preguntaremos a la gente que encontremos si la han visto. Que a nadie se le ocurra hacer ninguna locura, ¿queda claro?- informó Tomás, era un caballero mejor amigo de Alejandro.

Tomás Pacheco Rubiales provenía de una familia de sirvientes, tenía cinco hermanos y ellos siempre habían servido a los duques de Lerma. Él había entablado una fuerte amistad con Alejandro, lo que hizo que le jurara fidelidad como caballero y se conviertese en su mano derecha. Tomás sabía cuan enamorado estaba su amo de aquella chiquilla de 16 años, por lo que decidió que él mismo dirigiría la expedición enviada a Escocia, habían pasado semanas dentro de aquel barco.

Todos se pusieron de inmediato a buscar a Noviembre.



Sienna intentaba una y otra vez que Lean entrase en razón sobre la situación con Noviembre.

-Déjalo ya, es mi decisión y punto.

-Dame una sola razón de porque te has enfadado con ella y me callaré, te lo prometo.

-No me dijo que estaba prometida, de haberlo sabido la hubiera mandado de vuelta a Castilla de inmediato.

-No, tú lo que tienes es rencor hacia ese duque. Admitelo, querías que estuviera soltera solo para ti.

-¿Pero qué dices? ¡No es eso!

-Claro y entonces dime, ¿por qué las negociaciones con el clan Campbell sobre tu matrimonio con Claude no se han movido? Además, defendiste a Noviembre delante de madre, eso tú nunca lo habías hecho por otra muchacha, así que creo que me deberías de dar la razón a mí, Lean.

Él se fue furioso hacia adentro, dejando sola a una Sienna que sonreía triunfante. Ya era hora que Lean recapacitase sobre sus sentimientos.

Noviembre estaba sentada en su cama, con el rosario que llevaba consigo siempre. Estaba rezando para que Dios Todopoderoso fuera misericordioso con su futuro, ahora incierto por el repentino enfado de Lean. ¿Era esta ocasión una prueba más que le ponía el Señor?

Alguien tocó su puerta, ella rápidamente escondió entre los pliegues de su falda violeta oscuro su preciada posesión.

-Adelante.

Tímidamente entró Lean, aquello la asombró, ¿ello significaba que ya no estaba enfadado?

-Lean, no te esperaba por aquí- dijo sorprendida.

-Lo sé, ni yo mismo me esperaba aquí.

-Pasa, no te quedes ahí en la puerta.

Él la cerró y tranquilamente se dirigió hacia ella. Noviembre dejó el rosario debajo de su almohada por si acaso. Él se sentó en la alcoba también y se expresó muy sincero.

-Siento mi comportamiento estos días, de verdad. Me molestó un poco que estuvieras prometida y no me lo hubieses contado.

-Tampoco me lo preguntaste y no sabía como decírtelo.

Él se quedó mirando los preciosos ojos de la chica, se acercó a ella lentamente y la besó sin pensárselo dos veces.

Ella se quedó confusa por si corresponderle o no, pero finalmente, gustosa, sí que lo hizo. No quería que ese momento se acabase nunca, había una especie de burbuja mágica a su alrededor que hacía que no despertase de ese trance, posiblemente era lo que muchos hablaban sobre el amor hacia una persona, un amor de verdad.

Amor o compromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora