VIII

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-Lean, he estado dándole vueltas a la cabeza, y la verdad es que me gustaría echarme una amiga. Solo puedo hablar contigo y bueno... Hay ciertos temas que como hombre digamos que tú no entiendes.

-En ese aspecto tienes razón, puedo ver si a alguna dama no le importe ser tu confidente por el hecho de ser extranjera.

Ambos iban paseando por una pequeña pradera que había cerca de allí, ella agarraba el brazo de Lean con su brazo, y Lean acariciaba con la otra mano, la de ella.

-Me está condicionando mucho todo el hecho de ser de Castilla. Creo que será mejor que vuelva, no te quiero causar muchos problemas por mi estancia aquí.

-¿Qué?- él se paró, se deshizo del agarre y se posicionó delante de ella, tenía una mirada asustada y él deseaba que no se marchase de su lado- ¡No te puedes ir ahora!

-Debería de hacerlo, de seguro que me estarán buscando.

-¿Quién? ¡No te vayas, por favor!

-¿Por qué?

-Porque yo...

Un rugido de animal se oyó, Noviembre se quedó paralizada del susto, nunca había tenido tan cerca a un animal salvaje cerca y siempre esperó que nunca le pasara.

-¡Ay Lean, nos va a devorar seguro!- dijo ella aterrada y llevándose las manos a la cara.

-Noviembre, no grites bajo ningún concepto. No te pasara nada, yo te protegeré de ese animal.

-¿Y tú?- preguntó ella.

-Yo estaré bien, ponte detrás de mí.

-Pero...

-Hazlo, no te pasará nada.

Noviembre asintió y en silencio rezó para que Lean resultase ileso si el animal les atacaba. Había rezado tantas veces y rogado a Dios que no le pasase nada que perdió la cuenta incluso.

El animal salvaje se dejó ver, era un jabalí y parecía estar furioso.

Lean sacó su arma, su espada, con ella pensaba matarlo e incluso podría llevarlo para la cena de esa noche.

El Laird no mostraba ningún apice de miedo en su rostro, ello contrastaba con Noviembre, estaba tan asustada que le temblaban las piernas y prácticamente todo el cuerpo, y el motivo no era precisamente el frío característico en aquella época del año en las Highlands.

Cuando el animal estuvo muy cerca, ella cerró con fuerza los ojos esperando el golpe, pero lo que escuchó más bien fue el blandir de la espada y como se la clavaba al jabalí.

Noviembre abrió los ojos y vio al animal muerto, se estaba desengrandando debido a la herida mortal que le hizo Lean.

-Noviembre no mires ahora al jabalí.

Asintió y se dio la vuelta para no mirar. Escuchó que Lean estaba arrancando algo, posiblemente del jabalí, por lo que no dudó ni un instante en desobedecerle.

-Llevaremos esto al castillo, me cambio y seguimos con nuestro paseo. No quiero ir con sangre de animal por ahí contigo- rió él.

Ella asintió y sonrió. El castillo no estaba muy lejos, ambos seguían conversando amenamente como antes, pero esta vez, Noviembre no miraba a Lean, le daba asco ver al animal en ese estado.

Ellos llegaron, el Laird le entregó su caza a los cocineros y ellos lo llevaron a la cocina inmediatamente, seguramente sería la cena de la noche o la comida del día siguiente.

Mientras, Noviembre se quedó en la sala del comedor, acurrucada al lado de la hoguera para entrar un poco en calor debido al frío gélido que hacía en el exterior, aquellas tierras eran heladas y no se comparaba en absoluto ni con Madrid ni con Castilla.

Un rato después, Lean bajó y se marcharon hacia un prado lejano.

Durante el camino, Noviembre sintió que una duda la carcomía la cabeza y finalmente, reunió valor para preguntarselo.

-Lean, antes me has dicho que no querías que me fuese de las Highlands, y te has quedado a medidas con la respuesta, ¿Por qué no quieres que me vaya de aquí?- preguntó ella despacio, masticando cada palabra que salía de sus labios.

Amor o compromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora