-Mi habitación está al lado, si me necesitas llámame y si estás en peligro chillas, ¿entendido?
Noviembre asintió y le dedicó una sonrisa amplia al Laird.
-Supongo que a partir de ahora soy tu súbdita- susurró ella.
-¿Mi súbdita?- preguntó él confundido.
-Sí. Ya sabes, formaré parte de tu clan y tú serás mi Laird hasta que vuelva a Castilla.
-Oh bueno, ¿me has dicho que eras rica no?
-Sí, así es- respondió ella extrañada- mis padres eran unos ricos comerciantes, ¿por qué?
-No hace falta que seas mi súbdita, Noviembre, eres más rica que yo tal vez y nos trataremos de igual a igual, ¿qué te parece?- preguntó Lean rascándose la nuca.
-Oh bueno, está bien, gracias por todo seño..., quiero decir Lean- concluyó Noviembre con una sonrisa- por cierto, por casualidad, ¿tienes por ahí un oratorio?
-¿Un qué?
-Oratorio, para rezar, quiero rezar y orar a Dios Todopoderoso para que acoga las almas de todos los fallecidos en el barco y darle las gracias por dejar que siga viviendo.
-¿Eres católica?- preguntó él y se acercó en un modo amenazante.
Noviembre se echó hacia atrás del miedo que sintió ya que Lean desprendía ira y rabia, debía de haberse mantenido con la boca cerrada, dijo mentalmente.
-Sí- cerró los ojos y sintió más miedo todavía, si era posible, en su cuerpo.
-No nos gustan los católicos, Noviembre. Tenemos nuestra propia religión, la celta.
-Vuestra reina es católica.
-¿La Reina María Estuardo? Está encarcelada por su prima en la Torre de Londres, los ingleses son ahora protestantes porque su nueva reina lo es. Nosotros preferimos seguir con nuestra tradición.
-Oh, lo siento, Lean, pero no puedo cambiar mi fe, solo abrazo a una religión, la católica- dijo con un tono firme.
-A mí me da igual, es por tu seguridad, no quiero que te ocurra nada malo. No digas en el castillo bajo ningún concepto que eres católica, ¿de acuerdo?
Ella asintió con la mirada baja, solo se sentía segura cuando Lean estaba cerca ya que no sabía, ni lo quería saber, que cosas podrían sucederle sin que él estuviese cerca.
Notó la mirada de Lean en ella, la levantó y se perdió en el gris de sus ojos. Él se acercó a ella y Noviembre sintió que su pulso se aceleraba y su cuerpo se estremeció al notar el contacto de la boca de él en su mejilla derecha.
-Hasta mañana, Noviembre, descansa.
-Hasta mañana Lean, que descanses.
La noche pasó con tranquilidad, a Noviembre le costó conciliar el sueño pero gracias a su agotamiento mental pudo dormirse.
Semanas después en Castilla, todos recibieron la noticia.
Su amo dio un golpe en la mesa furioso, todos los presentes en la sala se quedaron mudos al ver su reacción.
A Alejandro le acababa de llegar la noticia del nufragio de la expedición en la que se encontraba su futura esposa.
-¿Se ha encontrado su cuerpo?
-No, señor.
-¡No puede ser!- gruñó él con un gran grito, no podía haberla perdido.
-¿Dónde ha sido exactamente?
-En las costas escocesas, señor.
-Quiero que un grupo de hombres vaya a inspeccionar todo bien, yo mismo lo pagaré, y la quiero devuelta conmigo. Viva o muerta.
Su siervo asintió y fue a reclutar hombres para la difícil misión.
Alejandro soltó unas lágrimas, estaba muy enamorado de ella y no quería asimilar el hecho de que podría estar muerta en el océano o a manos de unos salvajes.
Aunque él sintió que algo dentro de su corazón decía que su futura esposa estaba sana y salva en alguna parte, tal vez en una isla abandonada o en una aldea.
Fuera como fuese, se prometió a sí mismo que la encontraría aunque fuese lo único que hiciese el resto de su vida, lo haría y no descansaría hasta encontrarla, palabra de caballero.
ESTÁS LEYENDO
Amor o compromiso
Historical FictionNoviembre, una burguesa castellana, viaja con sus padres por el Océano Atlántico antes de su boda con el hijo de un noble; sin embargo, su familia y ella sufren un naufragio y ella llega a tierra firme pero, ¿cómo sobrevivir en un lugar que no conoc...