XI

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Puntual como un gallo cantando al alba, Lean se plantó en la puerta de Noviembre. Dio pequeños golpecitos en la puerta de madera y a continuación salió ella. Llevaba su pelo rubio rizado, así lo tenía siempre, suelto, el vestido que se confeccionó y una capa que no abrigaba mucho.

El vestido ya de por sí era escotado, pero había que añadirle otro elemento con él, el corsé. Le apretaba un poco y hacía que su pecho se quedase apretado, por lo que todo estaba hecho para la imaginación de Lean.

-Estás preciosa, vamos, sígueme.

Ella asintió, cerró la puerta y fue detrás de él por el camino. Llegaron a una salita, donde había en el centro una mesa, con dos velas encima, platos, cubiertos y vasos. En los extremos de la mesa habían dos sillas. Todo era muy bonito para una Noviembre encantada.

-Lean, está todo precioso, ¿lo has hecho tú?- preguntó maravillada ella.

-Bueno, me han ayudado un poco- se rascó la nuca nervioso.

Noviembre sonrió, le hacía gracia cuando Lean se ponía nervioso ya que eso era muy poco frecuente y no sabía que hacer exactamente cuando estaba en ese estado.

Ambos se sentaron en la mesa y estuvieron charlando hasta que una criada trajo la comida. La criada miró a Noviembre con un odio profundo, siempre lo hacía cada vez que la veía.

Tras un rato hablando, Lean se armó de valor y le preguntó una cosa que tenía en mente desde hacia tiempo.

-Oye Noviembre, hay algo que siempre he querido preguntarte.

Ella esperaba que le confesase que él también estaba enamorado de ella y se infló de ilusión.

-Sí, dime.

-¿Hay alguien esperándote en Madrid a parte de tu familia?

Ella se desinfló, toda la ilusión se había desvanecido con una sola pregunta. Y eso le hizo pensar que ya era hora de hablarle acerca de Alejandro y su compromiso.

-Verás Lean, en Castilla el matrimonio, en la mayoría de los casos, es por conveniencia, por el dinero o por el estatus social.

-¿Por qué me cuentas todo esto?

-Porque verás, yo... Estoy comprometida con un duque.

-¿Un duque?

-Es un noble, mi familia quería que me casase con él para que así yo pudiera ascender socialmente.

-Pues vuelve con tu querido duque a Castilla. Cuando tú me digas partes, hay barcos que van hacia allí.

Se levantó furioso y se marchó, dejando sola a una Noviembre confusa.

Se levantó y fue a buscarle.

-Lean, espérame, por favor- le llamó.

-Noviembre ya está todo dicho.

-No, dime el porqué de tu reacción.

Ambos estaban en medio del pasillo, él se paró en seco y ella se queda justo detrás sin saber muy bien que hacer.

Se giró a mirarla a los ojos y Noviembre se esforzó por no sonrojarse ni hacer ningún gesto de debilidad con esos ojos grises penetrando en los suyos.

-Eso en tu mundo no lo conocerás porque eso casi nunca pasa.

-No te entiendo.

-Olvídalo. Prepara tus cosas si quieres volver a Madrid.

Lean abrió la puerta de su dormitorio y entró dando un portazo. Ella se recostó de lado en la puerta, temía llamar por la reacción de él.

-Lean, de verdad, no es lo que piensas, por favor, déjame hablar contigo.

No obtuvo respuesta, por lo que decidió ir a su cuarto, esperaba no encontrarse con Sienna, no le apetecía contarlo ahora mismo lo que había pasado.

Llegó a su habitación. Las criadas notaron que estaba muy distante, pero no querían preguntar el motivo por si acaso tenía que ver con el Laird.

Noviembre se metió en la cama exhausta y con un profundo dolor en el pecho, se sentía hundida por todo lo ocurrido, no se esperaba, ni mucho menos, su reacción.

Amor o compromisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora