13 Day: El regalo secreto de Damian.

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¿Para quién es ese regalo?

Ver al demonio de 15 años demasiado tranquilo hasta educado con el resto de las personas era una señal de la apocalipsis, pero esta idea aumentó cuando vieron que el menor estaba preparando un regalo para alguien al cual no tenían nombre y por más que preguntarse -Mandando como chivo expiatorio a Dick para ello-, no lograban sacarle la sopa al menor.

Todos querían saber quién le robo al menos un atisbo del corazón helado del menor, todos menos Tim. Porque él no le importaba en nada lo que el otro hiciese sobre todo porque nunca se llevaron bien, y no tomaba como sería ese cambio tan radical del menor de comportamiento, solo creyó que este buscaría la forma de arruinarle la Navidad lastima era que pasaría la Navidad en su departamento porque tenía más trabajo de lo habitual de los Titanes como de Red Robin.

-Vamos Tim, tú eres el inteligente aquí ayudándonos....-suplico Dick como todo hermano mayor metido que quiere saber la vida privada de sus hermanitos, hasta de su padre adoptivo. Pero Tim siguió leyendo su libro como debes en cuando bebía un poco de su café caliente o se acomodaba un poco sus lentes de lectura.

-No me interesa, solo hace eso para esconder algún maquiavélico plan en contra mía o de Jason para Navidad-respondió tranquilo, hasta frío y neutro como si no le importará mostrar su indiferencia ante el resto de sus hermanos y menos en aquel pequeño café al que habían ido o mejor dicho arrastrados por el mayor del grupo para saber que tenía Damian entre manos y de paso convencer al más inteligente en descubrirlo.

-¿Aún sigues enojado por lo del año pasado con la salsa de pavo?-preguntó Stephanie con un par de risas de por medio. El entrecejo de Red Robin comenzó a formarse en su rostro recordando eso y más cosas que le hizo el mocoso desde que puso un pie en la mansión para su desgraciada vida, y fueron unas de las pocas razones que lo orillaron a pasar más tiempo en la Torre T que en su propio hogar.

-Claro, la salsa del pavo, como no olvidarlo-dijo con ironía y hasta sarcasmo frío, molesto y mordaz, era algo difícil de ver en Tim y solo captó la atención de los presentes como dejaron de lado sus juegos y boberías-. Ah no esperen, tampoco hay que olvidar mencionar: El estúpido mapache rabioso que me regalo a sus catorce años, el dejarme muriéndome de hipotermia en el patio de la mansión cuando tenía trece años, el destrozar toda mi habitación y manchar mis paredes y demás a los doce años, el romperme una pierna, dos costillas y un brazo cuando el desgraciado me tiro de las escaleras de la mansión a los once años...-comenzó a enumerar cada una de sus desgracias y eso eran las del propio día de Navidad por decirlo.

-Oh vamos Tim, el demonio solo estaba mostrando su amor y cariño hacia ti-dijo en burla y algo de sarcasmo Jason, mientras robaba un pedazo del pan dulce que tenía Stephanie en su plato. Lo cual la rubia no le molestó en nada, porque después se vengaría en robarle la mejor pieza de pastel de Alfred cuando regresarán a la mansión.

-Saben que, ustedes sigan creyendo la estúpidez de que el demonio a cambiado, mientras que yo me largo feliz de la vida a mi departamento, porque tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo en un demonio que nunca cambiara-con eso dicho el joven tercer ex Robin tomó sus cosas dejando su café a la mitad en la mesa de aquella cafetería, para largarse devuelta a su departamento.

Esas palabras fueron las últimas con las que intercambio con todos los presentes miembros del clan de los murciélagos, porque se pasó el resto de los días antes de Navidad en su hogar y solo le dejaba el paso a este a Bart o Conner, de allí a nadie más ni menos Dick que intentó cambiarlo de parecer para que fuese a la dichosa fiesta de Navidad.

Una Navidad al puro estilo Robin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora