Capitulo 14

16 1 0
                                    

NARRADORA 

Lauren No podía creer lo rápido que había desaparecido la luz. Desde el Área propiamente dicha, el bosque no parecía tan grande, poco menos de una hectárea. Sin embargo, los árboles eran altos, de troncos macizos, con copas plagadas de hojas. La atmósfera tenía un tono verdoso apagado, como si restaran sólo algunos minutos de luz diurna.Era increíblemente hermoso y terrorífico al mismo tiempo. Se internaba en el follaje tan rápido como podía. Al hacerlo sentía los latigazos de las ramas en su cara. De repente, no pudo evitar tropezar con una gruesa raíz que sobresalía del suelo, pero antes de caerse logro estirar la mano y aferrarme a una rama. Se balanceó hacia delante hasta que recupero el equilibrio.Una acolchada cama de hojas y ramitas crujió debajo de sus pies.Durante la corrida, nunca perdió de vista al escarabajo, que se escabullía por el suelo del bosque. Al adentrarse en la arboleda, la luz roja brillaba con más fuerza ante la creciente oscuridad.Ya había recorrido unos doce metros, esquivando obstáculos y perdiendo terreno a cada segundo, cuando el escarabajo saltó a un árbol particularmente alto y trepo por el tronco. Se acerco hasta allí, pero ya no quedaban rastros de él. Había desaparecido entre las hojas, como si nunca hubiera existido.Había perdido a ese miserable. 

—Mierda—susurro, casi en tono de broma. Por extraño que pareciera, la palabra brotó naturalmente de sus labios, como si ya estuviera transformándose en una Habitante del Área. 

El chasquido de una rama hacia su derecha la hizo levantar la cabeza en esa dirección. Trato de no respirar mientras escuchaba atentamente.Luego sonó otro ruido más fuerte, como si alguien hubiera partido una rama  con la rodilla. 

—¿Quién anda ahí? —grito, sintiendo un cosquilleo de miedo en su espalda. Su voz rebotó como un eco entre las copas de los árboles. se quedo congelada en el lugar, mientras todo se acallaba, excepto el canto de unos pájaros a la distancia.Pero nadie contestó su llamado, ni volvo a escuchar más sonidos en esa dirección.Sin pensarlo dos veces, se encamino hacia el lugar de donde provenía el ruido. Se abrío paso empujando las ramas, sin preocuparse por ser sigilosa.Entorno los ojos, esforzándose por ver en la creciente negrura. Deseo haber llevado una linterna. Ese pensamiento se disparó la memoria. Una vez más,recordó algo tangible de su pasado, sin poder ubicarlo en un determinado tiempo y lugar, ni asociarlo con ninguna otra persona o situación. Era frustrante. 

—¿Hay alguien por ahí? —volvio a preguntar. Se sentía más calmada, ya que  el ruido no se había repetido. Seguramente había sido un animal o quizás otro escarabajo.

—Soy yo, Lauren La Novata. Bueno, la segunda Novata...Hizo una mueca y sacudío la cabeza, esperando ahora de verdad que no hubiera nadie, porque parecía una completa idiota.Una vez más, no hubo respuesta.Rodeó un gran roble y se detuvo en seco. Un escalofrío le recorrió la espalda:había llegado al cementerio.El Lugar era pequeño, tendría unos diez metros cuadrados, y estaba tapizado por una maleza densa que crecía a ras de suelo. Clavadas en el piso, había varias cruces de madera torpemente realizadas. Sus varas horizontales y verticales estaban atadas con un nudo de cáñamo. Las placas con inscripciones habían sido pintadas de blanco por alguien que estaba, obviamente, muy apurado, a juzgar por la calidad del trabajo. Los nombres habían sido tallados en la madera. Se acerco indecisa a la cruz más cercana y se arrodilló para observar. La luz era tan débil qué se parecía estar mirando a través de una niebla oscura. Hasta los pájaros se habían callado, como si se hubieran ido a dormir, y el ruido de los insectos era apenas perceptible. Por primera vez, se dio cuenta de lo húmedo que era el bosque, pues ya tenía la frente y las manos empapadas. Se inclino sobre la primera cruz. Parecía recién hecha y llevaba el nombre Stefania grabado encima. Estaba justo en el borde porque el tallador no había calculado bien el espacio que necesitaba. Stefania, pensó, sintiendo una tristeza inesperada pero indiferente. ¿Cuál es tu  historia? ¿Acaso Dinah te mató con su conversación? Se levanto y camino hasta la siguiente, que estaba completamente tapada por la hierba, con la tierra firme en la base. Debía pertenecer a una de las primeras en morir, porque su tumba parecía ser la más vieja de todas. Se llamaba Marlen . Miró a su alrededor y vio que había unas doce sepulturas más. Un par de ellas lucían tan nuevas como la primera que había examinado. Un centelleo plateado llamó su atención. Era distinto del escurridizo escarabajo que la había conducidoal bosque, pero igual de raro. Camino entre las lápidas hasta que llego a unatumba cubierta por una lámina mugrienta de plástico o de vidrio. Entrecerró losojos para contemplar lo que había del otro lado y lanzo un grito ahogado cuandola imagen se hizo nítida. Era una ventana que dejaba ver los restos polvorientosde un cuerpo en descomposición.Completamente espantada, pero atraída por la curiosidad, se inclinó haciadelante para ver mejor. La sepultura era más pequeña de lo normal: sólocontenía la mitad de la persona muerta. Recordó la historia de Dinah sobre la chica que había tratado de bajar por una cuerda a través del foso oscuro de laCaja y fue cortada en dos por algo que pasó volando por el aire. Había unaspalabras grabadas en el vidrio, que resultaban muy difíciles de leer: Que esta medio larcha sea una advertencia para todas ustedes...

Sintió el extraño impulso de sonreír; era demasiado ridículo para ser verdad.Pero también estaba disgustada consigo misma por ser tan simplista y superficial.Había dado unos pasos hacia el costado para leer los nombres de otros muertos,cuando una ramita se quebró justo delante de ella, detrás de los árboles ubicados alotro lado del cementerio. Luego otro crujido. Y otro. Cada vez más cerca. Y laoscuridad era impenetrable

  —¿Quién anda ahí? —gritó. Su voz sonó temblorosa y apagada, como siestuviera hablando dentro de un túnel—. En serio, esto es una tontería —agregó.Odiaba tener que admitir lo atemorizada que estaba.En vez de contestar, la otra persona abandonó cualquier intención de sersigilosa y se echó a correr a través de la arboleda que estaba enfrente delcementerio, rodeando el lugar donde ella se encontraba. El pánico la paralizó. Asólo unos pocos metros de distancia, pudo distinguir la sombra de un niña flaquita que corría rengueando rítmica mente. 

—¿Quién es esa mald...? La visitante surgió de golpe entre los árboles antes de que terminara la frase.Lo único que alcanzó a distinguir fue una ráfaga de piel pálida y ojos enormes: laimagen fantasmal de una aparición. Entonces gritó y trató de correr, pero ya eramuy tarde. La figura saltó en el aire y cayó sobre sus hombros, sujetándola firmemente con las manos y arrojándola al suelo. Sintió que una de las placas seincrustaba en su espalda antes de partirse en dos, dejándole un profundo rasguñoen la piel.     

The Maze Runner: Correr o Morir [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora