Capitulo 17

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NARRADORA

La Corredora estaba tendida en el suelo como una muñeca rota, inmóvil. Lauren sequedó quieta durante unos segundos. La indecisión la había paralizado: ¿y si lepasaba algo malo? ¿O había sido... picada? ¿Y si...?Después de un momento, reaccionó de golpe. La muchacha necesitaba ayudaurgente. 

—¡Normani! —gritó—. ¡Ally! ¡Que alguien los llame!Corrió hacia la chica y se arrodilló a su lado.—Hey, ¿te encuentras bien? —le preguntó. Tenía la cabeza sobre los brazosextendidos y respiraba con dificultad. Estaba consciente, pero se le veíacompletamente agotado. 

—Estoy bien —replicó con balbuceos—. ¿Quién eres tú? 

—Soy nueva aquí —repuso. En ese momento se le ocurrió que las Corredoraspasaban el día en el Laberinto y no habían presenciado los últimos sucesos.¿Estaría enterado de lo de la chica? Era probable... seguramente alguien le habíacontado—. Soy Lauren. Hace sólo dos días que llegué. La Corredora se irguió hasta quedar sentada, con el pelo Castaño pegoteado por elsudor. 

 —Ah, sí —dijo con un resoplido—. La Novata. Tú y la chica. Normani apareció a toda prisa, claramente molesta. 

—¿Por qué estás de vuelta, Lucia? ¿Qué pasó?

 —Tranquila, nena —contestó, recuperándose con rapidez—. Sirve para algoy consígueme un poco de agua. La mochila se me cayó por ahí afuera, en algúnlado.Pero Normani no se movió. Le dio una patada en la pierna, demasiado fuertepara ser en broma. 

—¿Qué pasó? 

—¡Apenas puedo hablar, Sargento! —gritó Lucy con voz áspera—. ¡Tráemealgo de beber!El líder desvió la vista hacia Lauren Tenía una levísima sombra de sonrisaen su cara, que al instante se convirtió en una mueca de enojo.—Ella es la única persona que puede hablarme así, sin que le dé una paliza ytermine volando por el Acantilado.Después, ante la mirada sorprendida de Lauren, dio media vuelta y saliócorriendo, aparentemente para traerle el agua. 

—¿Normani deja que le des órdenes?Se alzó de hombros y luego se secó el sudor de la frente. 

—¿Le tienes miedo a esa payasa? Novata, te queda mucho por aprender.Malditas Novatas.El comentario la lastimó mucho más de lo esperado, teniendo en cuenta quehacía sólo tres minutos que la conocía. 

—¿Acaso no es la líder? 

—¿Ella.. líder? —repitió con un gruñido que pretendía ser una carcajada—.Puedes llamarla como quieras. Tal vez deberíamos decirle presidente. No, mejorAlmirante Normani. Eso es perfecto —y se frotó los ojos mientras reía. Lauren no sabía cómo interpretar la conversación. Era difícil saber cuándohablaba en serio. 

—Entonces, ¿quién es la líder? 

—Nuevita, mejor deja de hablar si no quieres aumentar tu confusión —dijo,y comenzó a bostezar; luego habló para sí misma—. ¿Por qué las personas como tu siempre vendrán aquí haciendo preguntas estúpidas? Es realmente molesto. 

—¿Y qué esperas que hagamos? —exclamó enojada. Como si tú no hubierashecho lo mismo cuando llegaste, pensó, pero no se atrevió a expresarlo. 

—Haz lo que se te dice y mantén la boca cerrada. Eso es lo que yo espero —contestó, mirándola por primera vez a la cara. Lauren, inconscientemente, retrocedió unos centímetros. Pero enseguida sedio cuenta de que había cometido un error: no podía dejar que esa tipa pensaraque podía hablarle en ese tono. Dio unos pasos hacia atrás apoyándose en lasrodillas y lo miró desde arriba. 

—Sí, claro. Seguro que eso fue lo que hiciste cuando eras una Novata. Lucy la observó unos segundos. Luego, le habló otra vez directo a los ojos.

—Yo fui una de las primeras Habitantes del Área, perra. Cierra el hocicohasta que sepas lo que estás diciendo.Con una mezcla de miedo y hartazgo, Lauren comenzó a incorporarse. La chica estiró la mano y le sujetó el brazo. —Siéntate. Sólo estaba jugando contigo. Es que es muy divertido. Ya loverás cuando llegue la próxima Novata... —su voz se apagó y arrugó la frente,desconcertada—. no habrá otra, ¿verdad? Ella le hizo caso, se calmó y volvió a sentarse. Pensó en la chica y en la notaque decía que ella era la última de todos. 

—Creo que no. La Corredora entornó los ojos, como estudiándola. 

—Tú la viste, ¿no es cierto? Todas andan diciendo que es probable que laconozcas o algo así. 

—La vi. No me resulta para nada conocida —contestó Lauren, de maneradefensiva.De inmediato, se sintió culpable por no decir la verdad, aunque no fuera unagran mentira. 

—¿Está buena?-dijo lucy.-  Lauren no se le había ocurrido pensar en ella de esa forma desde que la había vistoenloquecer, entregar la nota y pronunciar aquellas palabras: Todo va a cambiar.Pero recordaba lo bonita que era. 

—Sí, supongo que está bien.

La chica  se inclinó hacia atrás hasta quedar recostada en el suelo y cerró losojos. 

—Sí, por qué no. Si te atraen las chicas en coma —y volvió a sonreír 

 —Seguro.

No tenía muy claro si Lucy le caía bien o no, dado que su personalidadcambiaba a cada momento. Después de una larga pausa, decidió aventurarse. 

—Bueno —arriesgó con cautela—. ¿Encontraste algo hoy? 

—¿Sabes, Novata? Esa es la estupidez más garlopa que podrías preguntarle auna Corredora —replicó, con los ojos muy abiertos—. Pero no hoy. 

—¿Qué quieres decir? —insistió, viendo crecer sus esperanzas de obtenerinformación. Una respuesta, pensó. ¡Por favor, al menos una vez! 

—Sólo tienes que esperar que regrese nuestra presumida almirante. No megusta decir las cosas dos veces. Además, tal vez no quiera que te enteres.Suspiró. La falta de respuesta ciertamente no la tomaba por sorpresa. 

—Bueno, pero al menos cuéntame por qué estás tan cansado. ¿Acaso nohaces esto siempre?Lanzó un gemido mientras se erguía y cruzaba las piernas. 

—Sí, Novata. Salgo a correr todos los días. Digamos que me entusiasmé unpoco y aceleré de más para llegar antes. 

—¿Por qué? Lauren estaba desesperada por saber qué había pasado en el Laberinto. Lucy levantó las manos hacia arriba. 

—Ya te lo dije, Paciencia. Hay que esperar a la comandante Normani. Algo ensu voz suavizó el golpe y Lauren tomó una decisión. La tipo le caía bien. 

—Está bien, me callo. Sólo asegúrate de que me permita escuchar las noticiasa mí también. 

—Perfecto, Novata. Tú mandas —repuso después de unos segundos. Normani apareció al rato, trayendo un tazón de plástico lleno de agua y se lo dioa Lucy, que se lo bebió todo sin parar. 

—Bueno —dijo—, dispara. ¿Qué pasó? 

El Corredor arqueó las cejas y lo señaló. 

—Todo bien —contestó—. No me preocupa que esta Novata escuche. ¡Hablade una vez!Esperó en silencio mientras Lucy se levantaba con esfuerzo haciendomuecas de dolor, con un aspecto que denotaba agotamiento. Hizo equilibriocontra la pared y les echó una mirada fría. 

—Encontré uno muerto. 

—¿Cómo? —preguntó Normani—. ¿Un qué muerto? 

 Lucy sonrió. 

—Un Penitente muerto.               

The Maze Runner: Correr o Morir [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora