Capitulo 12

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LAUREN POV

Un extraño silencio acechaba el Área, como si un viento sobrenatural hubierabarrido el lugar y aspirado todos los sonidos. Ally había leído el mensaje en vozalta para aquellas que no podían ver el papel, pero en vez de provocar el caos,había dejado a las Habitantes con la boca abierta. Había esperado gritos, preguntas, discusiones, pero nadie dijo unasola palabra. Todas las miradas estaban fijas en la chica, que ahora estabaacostada allí, como dormida, con el pecho subiendo y bajando al compás de unasuave respiración. Al contrario de lo que habían pensado en un principio, estababien viva. Esperaba una explicación de Ally, como si fuera la voz de la razón ouna presencia tranquilizadora, pero lo único que hizo ésta fue quedarse quieta estrujando la nota y apretando el puño, con las venas a punto de estallar. Me sentí desfallecer. No sabía por qué, pero la situación me inquietaba mucho. Normani se llevó las manos a la boca y gritó: « ¡Doctoras!» .Segundos después, Recibí un brusco empujón. Dos chicas mayoresse abrían paso por la multitud: una era alta, de pelo bien corto con una nariz queparecía un limón. la otra era baja y,Esperaba que pudieran aclarar lo que estabaocurriendo. 

—¿Y qué hacemos con ella? —preguntó la más alta, con una voz mucho másaguda de lo que yo no hubiera esperado. 

—¿Cómo puedo saberlo? —dijo Normani—. Ustedes son las Doctoras. Resuélvanlo.Docs, repetí en mi cabeza y se me hizo la luz. Debe ser lo máscercano a un médico que tienen aquí. la más baja ya estaba en el suelo,arrodillada al lado de la chica, tomándole el pulso y escuchando los latidos de sucorazón. 

—¿Quién dijo que Emma tenía que ser la primera? —se escuchó un grito desdela multitud, seguido de varias carcajadas—. 

—¡Yo soy la siguiente!¿Cómo pueden reírse?, pensé. Está medio muerta. Sentí náuseas. Normani frunció el ceño y esbozó una dura sonrisa que demostraba que no estabade humor. 

—La que toque a esta chica —anunció— pasará la noche durmiendo con losPenitentes en el Laberinto. Desterrada y punto —hizo una pausa, girandolentamente para todas pudieran ver su expresión—. Más vale que nadie seacerque a ella.Era la primera vez que me agradó oír algo que saliera de la boca de la líder verdadera. 

 La tipa bajita, al cual se habían referido como Emma —por lo que habíaalcanzado a escuchar—, terminó de examinarla. 

—Parece estar bien. Respira perfectamente, la frecuencia cardiaca escorrecta, aunque un poco lenta. Quién sabe, pero yo diría que está en coma. Cara,hay que trasladarla a la Finca.Su compañera se adelantó para tomarla de los brazos mientras ella la sujetabade los pies. Deseó poder hacer algo más que observar. Cada segundo quepasaba estaba menos segura de haber dicho la verdad. Ella sí Me parecíaconocida, sentía que había una conexión entre nosotras, pero me resultaba imposiblerecordar algo. La idea me puso nerviosa y mire alrededor, con temor de quealguien me hubiera escuchado mis pensamientos. 

—A la cuenta de tres —dijo Cara—. ¡Uno... dos... tres!La levantaron de una rápida sacudida, casi arrojándola por el aire —eraobviamente mucho más liviana de lo que habían pensado— y Estuve apunto de gritarles que tuvieran más cuidado. 

—Supongo que tendremos que ver cómo sigue —dijo Cara a nadie enparticular—. Si no se despierta pronto, podemos alimentarla con sopa. 

—Sólo vigílenla de cerca —dijo Ally—. Debe ser alguien especial, si noellos no la hubieran enviado aquí.Se quedó helada. Sabía que yo y la chica estábamos conectadas de algunamanera. Habían llegado con un día de diferencia, ella me resultaba familiar, sentíaun impulso irresistible de convertirme en Corredora a pesar de las cosas terriblesque había averiguado... ¿Qué significaba todo eso? Normani se inclinó para mirarla una vez más antes de que se la llevaran. 

—Pónganla al lado del cuarto de Selena y hagan guardia día y noche. Tengo quesaber todo lo que pasa. No importa que hable dormida o se eche una Mierda.Vienen y me lo dicen. 

—Bueno —murmuró Cara. Luego ambas se fueron hacia la Finca arrastrandolos pies, mientras transportaban el cuerpo de la chica que rebotaba a cada paso.Las otroas Habitantes del Área finalmente comenzaron a hablar de lo ocurrido,esparciendo sus teorías como burbujas en el aire. Yo Contemple todo eso en silencio. No era la únicoa que sentía esaextraña conexión. Las acusaciones no tan veladas que había recibido unosminutos antes probaban que las demás también sospechaban algo. Pero ¿qué? Ya me encontraba totalmente confundida y esas imputaciones sólo me hicieron sentirpeor. Como si pudiera leer mis pensamientos, Normani se acercó y lo me tomó delhombro. 

—¿Nunca la has visto antes? —le preguntó.

 —No... nunca. Al menos no que yo recuerde —Respondí con miedo. Esperaba que mi voz temblorosa no delatara sus dudas. ¿Y si la conociera...qué significaría eso? 

—¿Estás segura? —insistió Ally. 

—No, creo que no. ¿Por qué están interrogándome de este modo? —lo únicoque quería en ese momento era que se hiciera de noche, para poder estar sola eirme a dormir. Normani sacudió la cabeza y volteó hacia Ally, soltándome el hombro. 

—Algo anda mal. Convoca una Asamblea.Habló bajo, de modo que pensó que nadie la había escuchado, perosu voz no presagiaba nada bueno. Luego las dos se alejaron y me sentí aliviada alver a Dinah que se acercaba a mi. 

—Dime, amiga, ¿qué es una Asamblea? Parecía orgullosa de saber larespuesta. 

—Es cuando se reúnen las Encargadas. Sólo se realiza si sucede algo raro oterrible. 

—Bueno, creo que lo de hoy encuadra perfectamente dentro de esas doscategorías —algunos ruidos en su estómago interrumpieron mis pensamientos—.No terminé mi desayuno. ¿Podemos conseguir algo de comer? Estoy muerta dehambre. Dinah me miró y levantó las cejas. 

—¿Ver a esa niña chiflada te dio hambre? Debes ser más enfermita de lo queimaginaba. 

—Dame un poco de alimento y cállate la boca —respondí tras unlargo suspiro. 

 La cocina era pequeña, sin embargo tenía todo lo necesario para realizar unabuena comida. Un horno grande, un microondas, un lavaplatos, un par de mesas.Se veía vieja y deteriorada, pero limpia. Al ver los aparatos electrodomésticos yla disposición familiar de los objetos, sentí que algunos recuerdos —reales,consistentes— afloraban en mi memoria. Pero otra vez, faltaba la parte esencial:nombres, caras, lugares, hechos. Era enloquecedor. 

—Siéntate —dijo Dinah—. Te voy a traer algo, pero te juro que ésta es laúltima vez. Puedes estar contenta de que Ariana no ande por aquí: odia queataquemos su refrigerador. 

Como no había gente en el lugar, pude relajarme. Mientras dinah andabapor ahí entre platos y panes, sacó una silla de madera que estaba debajo de unamesita de plástico y se sentó. 

—Esto es cosa de locos. ¿Cómo es posible? ¿Quién nos mandó acá? Tiene queser alguien diabólico. Dinah se detuvo. 

—Deja de quejarte. Acéptalo y no pienses más en eso. 

—Sí, perfecto —dije, mirando por la ventana. Ése era un buen momento parahacer una de las millones de preguntas que daban vueltas por mi cabeza        

The Maze Runner: Correr o Morir [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora