La carta

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"Querido Agustin:

Prometimos no hablarnos. Prometí respetar tu decisión de no inmiscuirme en tu vida, de no formar parte de ella (a tu pedido), prometí irme cuando me pediste que lo hiciera. Pero no puedo prometerte no escribir sobre vos. Esto que escribo es lo que me queda de vos...son retazos...recolecciones y recuerdos que, si bien no son muchos, valen como si hubiesen permanecido más en el tiempo, como si nos hubiesemos abrazado por años...aunque sólo fueron tres las veces en que pude hacerlo ¿No estuvimos acá antes? ¿Esto es acaso un deja vu?. No se siente como si fuese el mismo lugar, pero por algún motivo, si me alejo, todo guarda mucha similitud con momentos que ya vivimos, con historias que ya escribimos. Creo, si me dejas decir, que si estamos acá, de nuevo, es por algo, es porque algo no aprendimos, es porque probablemente en algo falle yo y en algo fallaste vos. Supongo que esta vez quiero sacarlo todo afuera, haciendo mi mejor esfuerzo para no lastimarte, haciendo mi mejor esfuerzo para ser clara y precisa.
Llevo un tiempo queriendo escribir esto...esto que voy a decir...toda la verdad. Quiero escribirlo porque quizás así entienda, principalmente yo, las razones por las cuales todo terminó como lo hizo. Y sí, esta historia esta llena de errores, de malentendidos, de conversaciones silenciosas, de historias no contadas, de verdades dolorosas y sí, también de sonrisas, de abrazos tatuados y besos llenos de versos de amor que nunca se dijeron. Quiero contarte todo, porque entonces así no me siento tan sola pensandolo, sintiéndolo, y después viene la inevitable y dolorosa despedida. Voy a escribirlo como si nunca hubiese escrito algo dedicado a vos, como si nunca mis textos hubiesen llevado tu nombre calcado de formas invisibles, de formas que sólo vos hubieses podido reconocer.
Te conozco, te conozco más de lo que conozco a nadie más. Y creo que en cierto modo vos me conoces mejor que nadie. Recuerdo nuestras charlas, de cuando eramos más chicos, teníamos dieciséis años y hablábamos de temas que quizás nadie a esa edad está dispuesto a hablar. Por ese entonces no sabía tanto de tu vida personal, pero por cómo hablábamos, se sentía como si nos conociéramos de mucho tiempo. Como si compartiéramos algo que ni vos ni yo podíamos identificar pero estaba ahí. Siempre encontré en el anonimato en el que comenzamos a hablar un estilo de distancia que me permitía separar las cosas. Pero conocer tan bien tu corazón hacía que no conocerte, en persona, se volviera una incongruencia. Y toda mi lógica entendía que, llegado el momento, ibamos a empezar a formar parte de la vida del otro. Recuerdo un día en que dijiste que lo sabías, que siempre lo supiste, que un día iba a formar parte de tu vida, que un día nos ibamos a ver e iba a formar parte de esa vida que uno lleva en el día a día, entre la rutina del trabajo y el estudio, entre familia y amigos, entre conocidos e incluso los extraños que uno cruza por la calle. En ese momento, no te creía, porque yo para vos era un nombre sin cara, un apodo sin cuerpo ni corazón. Pero esa convicción tuya de entonces, creo que esa sensación que un poco después me contagiaste, fue la razón por la que varios años después, te llevaste la razón.
Fuiste la única persona que dejé entrar, la única persona que sabe todo de mí y que lejos de juzgarme, escuchaba. No se cómo pero, hablar con vos era casi como un hábito imposible de arrancar. Es verdad que entonces no hablábamos siempre, pero nos acordábamos el uno del otro. Siempre volvíamos y nos hablabamos como si no hubiese pasado el tiempo, como si nadie pudiese cortar con ese hilo que nos unía. Y cuando te dejé saber quien era, que color de ojos tenía, cómo realmente se veían las cicatrices en mi piel, sentí que ya éramos alguien, mutuamente, alguien en la vida del uno y del otro. y no alguien cualquiera...porque no, no creo que cualquiera conozca tu corazón, no todos conocen los secretos que nacen para morir en sus profundidades. Y vos...vos podía ver a través de mi corazón como si fuese un mar cristalino, podías ver más allá de la oscuridad, más allá de mis mentiras, vos podías ver la verdad en mí..."

Dear "A"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora