Ella lo perdió...

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"...Antes de que todo empezara a deshacerse, antes de que incluso de que yo pudiera ver venir tus maltratos, estaba tu cumpleaños. 15 de noviembre. No soy buena para las fechas conmemorativas de nacimiento, pero la tuya nunca la olvido, así como dudo que vos olvides la mía. Estaba tan emocionada porque iba a ser la primera vez que iba a compartir tu cumpleaños con vos, que compré tu regalo con dos semanas de anticipación. Habías dicho que como el ibas a salir antes con tus amigos en la semana, si no hacías nada, ese día podíamos pasarlo juntos. Puse no sólo la plata, sino la predisposición y el detalle de pensar en qué podría gustarte, de qué podría comprar que significara algo para vos, y que también, de alguna forma te recordara a mí. Siempre pongo detalle en las cosas que regalo, porque son un reflejo de que pensaste en la otra persona, sin importar si gastaste poco y nada o mucho. El precio, no era lo principal. De hecho, no tuve mejor idea que elegir algo que al menos en Latino América está agotado. Me metí en Mercado Libre y lo busqué, y aunque el precio me pareció desorbitado, lo compré igual, pensando en que si sonreías o te reías al verlo, ya lo hubiese valido. Lo fui a buscar hasta Villa Urquiza, caminé 25 cuadras desde el subte hasta el local donde un chico muy feliz por mi compra me lo entregó y 25 cuadras de vuelta. Y digo esto, con el único sentido de demostrar que no sólo gasté mi plata y mi creatividad eligiendo el regalo, sino también mi tiempo y dedicación. Esa semana, te escribo una carta, tan linda que cuando la leo ahora, se me rompe el corazón de nuevo de tan sólo pensar en que tenías todo eso...tenías todo ese amor mío...y lo tiraste a la basura. ¿Cuantas personas se gastan así por vos? Si te animas a contarlas y nombrarlas, quisiera saber, quisiera ver como te sorprendes, quisiera ver cómo mi nombre es el primero en la lista...aunque siempre hayas elegido ponerme última.

Pero, como ya es historia contada, nos empezamos a pelear. Y todo lo que hacía o decía te venía bien para castigarme y privarme de verte. Porque sí, eso era un castigo para mí que me moría por abrazarte y quererte, y besarte, y compartir mi tiempo con vos, con nadie más que vos. Pero tus rechazos constantes me duelen demasiado, y vomito mis verdades cuando hablamos porque si vos vas a quemar los puentes que nos unen, ya nada importa. Pensé que conocía tu costado frío, pero lo que mostraste esta vez, fue como ir al Ártico y dejar que me mataras de hipotermia mientras vos disfrutabas de la calidez del fuego en una cabaña aislada del ruido para no escuchar mi llanto. Discutimos el lunes, y el martes todo es silencio. Dejo pasar unos días porque se que estás enojado, pero cuando te hablo, me tratas mal. Y cuando digo mal, ES MAL. Desearía haber guardado esas conversaciones, sólo para poder escribir acá tus palabras, sólo para que sea de público conocimiento lo mucho que me lastimaste, sólo porque se que el maltrato ajeno, cuando es expuesto, sólo puede dolerle al maltratador. A mí, tus palabras, ya me dolieron todo lo que podían dolerme. Y cuando ya no te quedaron palabras para maltratarme, encontraste silencios. Descubriste que la indiferencia es una arma mucho más poderosa, mucho más hiriente. Me dejas en silencio por días, y yo te hablo sólo para no perder la cabeza, porque por mucho que intentes alejarme, intento quedarme. Pero siento que todo esto me consume, siento que cada día que pasa, cada conversación que no tenemos, es una cuchillada en el esternón.
A cuatro meses de la operación, a cuatro meses de volver de la muerte, siento que muero de nuevo, de a poco, entre todas esas cosas que decís para lastimarme y esos espacios vacíos que simplemente dejas en mí para que todo se deshaga adentro mío, y todo para después poder decir que vos no hiciste nada, para poder lavarte las manos ensangrentadas, empapadas de la evidencia, empapadas de todo el amor que pierdo por vos cada vez que me lastimas. Me siento tan mal y tan asqueada por la forma en que me tratas durante dos semanas...por la desesperación y frustración que me genera ver cómo parece que disfrutas de salir de mi vida con la misma facilidad con la que entraste, que pierdo el balance en mi cuerpo. Primero pierdo el sueño, pero después (y más preocupante) pierdo el apetito. Y no es que no quiero comer, no es que dejo de comer a propósito, NO, no te confundas. No puedo comer significa que intento comer y vomito involuntariamente. Literalmente. No puedo comer porque tengo el estómago cerrado (o así se siente). Y no me preocupo, porque asumo que es la angustia que lejos de estar en mi pecho, está atorada en mi estómago, en mi garganta. Así pasan cuatro largos días, sin dormir, sin comer, hasta que un viernes me descompongo, en el trabajo. "Estas violeta" me dijo un compañero del trabajo. Y me sujeto el cuerpo porque me siento tan mal que no me puedo parar. Empiezo a tener este dolor, estas punzadas en el abdomen que me matan. Me voy asustada en taxi al hospital donde espero en la sala de urgencias, toda hecha un bollito, dolorida, asustada...
No puedo creer que ese mismo día más temprano estuve intentando pensar cómo carajo solucionar esto, cómo carajo se llega a alguien que se colocó lo suficientemente lejos tuyo como para no poder hacer absolutamente nada. Me privaste de saber dónde vivis (aunque vos te sepas mi dirección de memoria), y vos cantas victoria cuando un día decís "yo no me hago problema, porque vos estas en mi celular ¿no te das cuenta? yo puedo borrarte cuando quiera y ya no existis". Así de impune con sus palabras, así de hiriente. Te pido que al menos dejes que te de tu regalo, y después, si queres, nos despedimos, pero como corresponde, cara a cara. Siento que por todo lo que hice por vos, por lo que compartimos, me lo debes. "Yo no te debo nada", decís...y seguís diciendo cosas para abrir más heridas en mí. Supongo que me privas de eso también, y decís sin sentir remordimiento ni verguenza "pero si yo no te pedí ningún regalo, no me gusta que me regalen cosas, no me importa el regalo, lo que pasa es que vos queres usar el regalo como excusa para verme". Y ahí puedo ver que no sabes valorar lo que se te da, porque en realidad nunca nadie te dio tanto de sí como yo. Y toda mi creatividad, mi dedicación, mi tiempo, mi plata...NADA te importa. Todo me parece una ridiculez. Así que decido que si no puedo verte para darte el regalo como una persona civilizada, voy a conseguir tu dirección para llevártelo, dejarlo en la puerta de tu casa, dar media vuelta y no mirar hacia atrás. Siento que enloquezco, que él me lleva a esto. Yo estaba bien antes de que él apareciera, estaba feliz porque había vuelto a vivir...pero como siempre él me hace sentir que todo es mi culpa, que si hago locuras por su amor, no estoy bien de la cabeza. Y sí, lo consigo...porque soy así de perseverante, así de decidida con las cosas que hago. La forma poco importa, porque no vale la pena ni comentarla acá...pero tengo tu dirección.

Con mi prima (un de las personas que sabe de vos) planeamos ir el sábado bien temprano por la mañana a llevar el regalo junto con la carta que te había escrito y dejarlo en la puerta o portón o lo que sea que hay delante de tu puerta, por lo que ese viernes íbamos a ir al cine y ella iba a quedarse a dormir en mi casa para no pensar tanto en el tema, porque ella no quería que fuese sola. Pero ahí estaba...en el hospital...y cuando me atendió la médica y le cuento que no pude comer por unos días, me mira y me dice "vas a tener que quedarte internada, para pasarte suero, y hacerte estudios para ver el origen del dolor...pero te advierto...esto puede haber generado complicaciones con la operación...y si vemos algo en los resultados, hay una probabilidad de que esto termine en otra operación...". Y me pongo a llorar, en silencio, con los ojos abiertos como platos, y no se como explicar que lloro porque ya no puedo más, porque ya no soporto que la persona a la que quiero me mal trate y destrate así. De pronto recuerdo cuando dijiste que no pretendías lastimarme...y mirame... ahora el suelo está manchado con mi sangre, y el cuchillo...el cuchillo está en tus manos..."

Dear "A"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora