Cuatro elementos

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"...Adentro mío justifiqué todas tus acciones, e incluso esos momentos en que simplemente me volvías invisible e irrelevante. "No te apures, no corras, todo llega a su tiempo". ¿No ves que el tiempo es eso que se nos va? ¿no ves que en realidad estamos acá los dos, y me pedis que no te toque, que no te quiera, sólo porque el tiempo algún día va a llegar?. El tiempo está acá, el momento lo tenes en las manos, y aún así, lo desperdicias. No sabes valorar lo que tenes, y cuando tenes algo, es algo que simplemente elegiste mal. Elegis a las personas que nunca te dieron la mano, elegis los lugares que no te hacen feliz, elegis mujeres que nunca son capaces de pensar en vos, de valorarte, de quererte en el momento, de apreciar tu vida (!!!). Y quizás ese fue mi error: valorarte, quererte, estar y quedarme cuando NADIE más lo hizo, quedarme incluso después de que quemaras los puentes. Nuestro tiempo...mi tiempo...el tuyo...era ese que pasó, frente a tus ojos, y en vez de subirte al tren, en vez de arriesgarte, de jugartela, de sentir, en vez de querer...elegiste no elegir, elegiste no amar, no ser amado...¿sabes cuán triste es eso?. Te quedaste en las vías de ese tren, donde todo empezó, te quedaste en el miedo, te quedaste donde siempre dijiste no querer estar...te quedaste sin mí, como estabas antes, como (al parecer) siempre quisiste estar. Rodeado de nada, sintiéndolo todo.
Un lunes por la noche, totalmente colapsada por todo, llorando con el celular en la mano, en uno de esos intervalos en los que fingíamos que estaba todo bien y no nos hablábamos, decido decir algo. Algo que termina en una avalancha de sentimientos, algo que termina en palabras saliendo a borbotones de mi boca. Y no se como parar, pero necesito decirlo, necesito que me escuches, necesito que me entiendas. "No me hagas explicarte, no tengo ganas, ya te lo dije mil veces..." y yo, que lejos de entenderte, sólo logro sentirme más perdida en tu mundo. "Explicame de nuevo por favor, quiero entender" y vos te exasperas, porque no tenes paciencia, porque nunca nadie te pidió que la tengas. "Deja de intentar entender...sabes que? va a ser mejor que no seamos nada, que frenemos todo esto, porque ya me cansé, me cansé de que insistas para que nos veamos y empiezo a pensar en vos como si fueras un trabajo...". ¿Un trabajo? me pregunto, frunzo el ceño cuando lo leo, cada vez que lo leí, y me frustra, que siempre veas en mí tantas cosas malas...que siempre decidas que algo tan positivo como que alguien quiera verte, abrazarte y besarte, que alguien quiera hablar con vos en persona, que quiera escucharte contarte la semana...que todo eso y más, sea algo malo. "Seamos amigos...". Pero yo no quiero ser tu amiga, o mejor dicho, no puedo. ¿Cómo hago para verte y no querer besarte?. Y siento que me estas arrancando todo lo bueno que me diste...y todo lo bueno que te dí yo, te lo llevas. ¿A que mierda jugas cuando jugas a querer así?. Quisiera poder escribir acá las cosas que decías, todo ese dolor que me infringías como castigo por ser sincera, pero eso lo dejo para después, porque siempre hay más de eso, de tu lengua viperina...que dice pensar antes de hablar, pero cuando lo hace lastima, lastima como la puta madre, con esa intensión sucia de querer lastimar. Porque mi sinceridad será dura y fría, e incluso torpe porque sale de mí sin que la pueda contener...pero la tuya, la tuya es maldad pura.
Quizás si tengo que resumirlo, diría que quererte a vos fue como pasar por todos los elementos. Al comienzo, me hacías sentir liviana, como si pudiese flotar, volar, como si el amor finalmente no tuviera que necesariamente doler, como si hubiésemos aprendido (ambos) de nuestros errores, como si finalmente pudiésemos ser todo eso que antes no parecía posible, me hacías sentir como si fuese aire, vida, potencia, energía cinética recorriéndolo todo, estabas en todos lados, y eso me hacía feliz. Pero con el tiempo, y tu distancia, con esa distancia que creaste para no involucrarte, para no sentir, caí a la tierra donde mi corazón tuvo que sobrevivir a la helada, donde mi corazón que lo sentía todo, ese corazón que te quería por sobre todo lo demás, se congeló. Me obligué a no sentir nada...me obligué a no sentirte porque tus palabras eran como dagas, atravesándome, y tus silencios me rompían en mil pedazos. Y cuando viste en mi estado de mayor indefensión y mirándome a los ojos, lo quemaste todo. Me quedé ahí, rodeada por el fuego, el fuego que todo lo consume, que todo lo lleva a cenizas. Si vas a dejarme ir, si vas a quemarme como la foto que nunca nos sacamos, prefiero ver cómo lo haces, prefiero observar la indiferencia con la que te animas a matar algo tan lindo, cómo te animas a matar lo que vive de vos en mí. Cuando no quedó nada...corrí por las colinas, corrí hasta quedarme sin pulmón, corrí lejos de vos, lejos de esa persona que desconozco, de quien me empuñaba el cuchillo con el que me atravesó, de quien me vio sangrar y no lloró, corrí hasta llegar al fin, hasta llegar al borde de la cornisa. Frené un minuto, y sin mirar atrás, cerré los ojos y de espaldas me lanzo...porque si hay alguien en quien puedo confiar, es en mí. Caigo y el agua me rodea, el agua, me limpia la heridas y las escuece. Ya no lucho por salir a la superficie, necesito este tiempo, este momento, para mí. Y justo cuando pensé que no podía respirar, justo cuando todo parecía terminar...me sentí viva otra vez...
Pero antes...antes de la liberación...deberíamos hablar, hablar de todo, de todo lo poco que te importé...Léelo, atentamente, puede que encuentres en estas palabras un poco del dolor que me hiciste sentir y entiendas...entiendas que aunque no lo merezcas te perdono...te perdono porque es la única forma de dejarte ir..."

Dear "A"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora