"...Creo que todo este año fue un año de reencuentro conmigo misma, de aceptar el hecho de que no soy la que solía ser antes de julio, e incluso antes, ya no me sentía como lo hacía el año pasado. Supongo que eran mucho cambios, que eran muchas cosas para que todo pudiese funcionar bien. Todos (incluyéndome) estaban tan felices de que haya salido viva del hospital en julio, que nadie hubiese podido ver venir todo el colapso emocional que tuve. En cierto punto, no te culpo de eso, se que no es tu culpa porque de cualquier forma nunca supiste el verdadero motivo de por qué me tuvieron que operar. Pero quizás si deberías saber que en ese breve período posterior a la operación, sufrí mucho. El dolor de la recuperación fue largo, pero no estaba sola, no me sentí sola en ningún momento. Nunca hubiese podido predecir que ibas a aparecer de nuevo, en mi momento de mayor debilidad y de mayor fortaleza también. Y ese día, cuando me hablaste desde las vías del tren, cuando te pedí que no me dejes, cuando te dije que te quería, lo dije enserio, más allá de que necesitaba con todo lo que era que le dieras una oportunidad a la vida. Siento que ese día te cedí otro pedacito de mí, que siempre estoy dispuesta a cederte partes mías si eso significa que sigas respirando, donde sea que lo hagas, en compañía de quien te haga feliz. Nunca me arrepentiría de tenerte en mi vida, nunca me arrepentiría de haber querido tanto a alguien que cedí una parte mía para que el viva, no me importa porque a veces el amor hace eso, te hace hacer locuras, locuras que quizás por nadie más harías, locuras que en otro contexto no harías. Se que no lo entendes porque nunca sentiste que harías lo que fuera por mí, nunca me quisiste al punto de saber que dejarías tus orgullos por mí. A pesar de todo, me siento afortunada de que hayas pasado por mi vida, de que hayas decidido querer verme. Estoy agradecida porque te hayas quedado, de que me hayas escuchado cuando te pedí que no lo hagas, de que estes vivo, estoy agradecida por los roces inocentes y los que no tanto, por los besos (tus besos), por los abrazos (bien fuertes), por tu cuerpo al lado mío en mi sillón, por tus manos en mi rodilla, por las miradas cómplices, por las risas en la cama, por tus brazos enredados en mi espalda, por esos momentos en el ascensor cuando nadie miraba, por los silencios compartidos y esas charlas sinceras a las 3 de la mañana. En tres meses, sin siquiera ser consciente de lo que hacías, me hiciste sentir viva. Viva después de la muerte, viva después de tanto dolor, viva después de mucho tiempo sin saber lo que significaba realmente estar con alguien con la cabeza, el cuerpo y el alma.
Supongo que por eso es que insistí tanto, por eso me quedaba sola hablando en conversaciones que llevaban tu nombre en el celular en las cuales vos no estabas, por eso te decía "te quiero, no te vayas". Admití mis más preciadas imperfecciones, admití mis fallas, pedí perdón, pero aún así no alcanzaba. No creas que soy así con todo el mundo. Sos la única persona a la que le mostraría mi núcleo aunque siempre te animes a lastimarme, aunque ser vulnerable con vos siempre me deje llena de cicatrices. Y como no reaccionas, como pareces totalmente indiferente a todo, casi impermeable a mi dolor, a mi necesidad de tenerte en mi vida, termino diciendo "te quiero, no me dejes, por favor...". Esta parte...esta parte duele tanto cuando la escribo ahora como dolió cuando lo dije en su momento. El suplicio de rogarle a alguien aún sabiendo que se va a ir, aún sabiendo que no importa nada de lo que digas, aún sabiendo que nada hubiese cambiado el hecho de que siempre te quise más de lo que un día vos pudiste querer quererme. Y esa forma tan fría en que te disociaste de mí, de lo que pasaba, de todo lo bueno (dejando que todo lo malo le gane)...eso fue lo que me rompió el corazón.
Ahora entiendo que era necesario perderme, que sólo se encuentra el que se busca a sí mismo, aunque para ello tenga que pasar por mucho dolor y sacrificio. Cuando me internaron en noviembre, pensé en hablarte, pero no lo hice. Te culpe a vos de no haber acudido, pero la verdad es que nunca te pedí ayuda, y comprendí que no lo hice porque temía que aún sabiendo que estaba hecha mierda, no dudaras en decirme algo lo suficientemente dañino como para terminar de partirme. No te llamé porque no me sentí capaz de confiar en vos, de confiar en que eligieras cuidarme por encima de todas esas peleas en que nos habíamos hundido, de confiar al punto de contarte qué es lo que realmente pasó en julio cuando me operaron. Me moría por contartelo todo, me moría porque seas la única persona fuera de mi familia que lo supiera...pero no confié. Y ese...ese fue mi error. Que aunque te quería incondicionalmente, siempre esperaba lo peor de vos...siempre esperaba que por un enojo te fueras, que por una pelea desaparecieras, que por no ser exactamente lo que esperabas que fuera dejara de resultarte llamativa. No confié por mis propias inseguridades, y eso, no es tu culpa.
Pensaba que quizás la vida nos juntó sólo para desencontrarnos, pero en el fondo se que no es así...vos y yo siempre nos encontramos, y siempre nos queremos. Creo que quizás nunca supimos cómo hacerlo, cómo estar juntos sin distanciarnos, cómo formar parte de la vida del otro sin limitar las formas, cómo hacer que alcance todo lo bueno para contrarestar lo malo. Quererte me enseñó más sobre mí de lo que me enseñó sobre vos, y siempre fui abierta con vos diciendo que tengo mil defectos, mil aspectos que cuadrar sobre quien soy y quien quiero ser a largo plazo, pero se que la vida al final es esa compilación de momentos y personas que te hacen llegar a vos mismo, y vos fuiste sos y serás parte de mi vida, de mi historia, porque así lo quise, porque sin importar que es lo que te pasó a vos, yo sí te elegí..."
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Dear "A"
RomanceLa historia del encuentro y el desencuentro de dos personas que lejos de odiarse, no saben como amarse.