"...Decías que ibas a deshacerte de tu celular, porque te privaba de estar en esa tranquilidad que necesitabas, pero te dije que escapar no es la solución, que a veces la vida nos hace vivir ciertas cosas para que justamente dejemos de hacer lo mismo de siempre, para que aprendamos. Y creo que al igual que yo, vos tenes un libro repleto de historias de escape.
Al día siguiente te mandé un mensaje y no respondiste, llamé a tu celular y nada. Estaba en el trabajo, de nuevo con mis manos nerviosas e inquietas, y decido llamar a mi psicólogo para preguntarle que debería hacer y me dijo sin dudarlo que era momento de hacer uso del número de celular de tu novia. Le mando un mensaje, para no asustarla, uno que rezaba más o menos así "Hola, soy Maite, amiga de A, por favor, necesito hablar con vos, es urgente e importante, ¿te puedo llamar?". La respuesta me pareció tan infantil y estúpida ya que no decía absolutamente nada "que paso?" dice, y yo frunzo el ceño porque no entiendo cómo puede responder así si digo que es importante y que es sobre vos, su novio, pero recuerdo que tiene 19 años y que no se le puede pedir mucho a una chica de esa edad, y de cualquier forma no es mi asunto así que me limito a mandarle un mensaje diciéndole "te llamo, por favor atendeme" sin esperar más respuestas incongruentes para un momento como ese.
Me da tono, y salgo de mi lugar de trabajo hasta la escalera interna que da lugar al hall central del edificio y me paro ahí, estática y ansiosa. Cuando me atiende procuro hablar con cautela, sin exasperarme, vuelvo a explicarle quien era, le digo que hubo una situación complicada (sin contarle que había pasado) con vos y que por favor no te ignorara, que te atendiera el teléfono, que fuese lo que fuese que pasara entre ustedes, cualquier enojo podía esperar. Ella respondía con palabras de dos o cuatro letras "si" "no" "ya se" "bueno" "chau". Y quiero tirarle el teléfono en la cabeza aunque no la tenga enfrente, para que reaccione, cómo es que no entiende, cómo es que no le importa...porque creeme, sonaba como si no le importaras y sí, soy buena leyendo voces. Pasadas unas horas me hablas, enojado porque ella te contó que la contacté, y era obvio que iba a hacerlo, es una pendeja y le preocupa más el hecho de que me hayas dado su numero que tu vida, QUE TU PUTA VIDA ¿ENTENDES? pero...¿que esperabas? ¿se suponía que iba a quedarme callada?¿se suponía que iba a permitir que algo te pasara?. La respuesta siempre fue un firme no. Contundente, aunque eso implicara que fueses a alejarte de nuevo. La defendes como si ella fuese buena con vos, como si no le diera igual y te cuidara...pero ¿acaso estas ciego? ¿acaso no podes ver que la única que siempre está para vos soy yo?.
Por un momento, era tal tu enojo conmigo que pensé que ibas a irte, a dejarme de nuevo. Sin darme cuenta, mi nuevo miedo se convirtió en ese, en volver a repetir la historia, en volver a quedar desolada cuando vos decidis dejarme atrás como si no significara absolutamente nada. Pero después de la gran tormenta, se asoma la calma, y empezamos de nuevo a hablar todos los días, como si no hubiese pasado un año sin hacerlo. Me pedís que no hablemos sobre lo que pasó y lo respeto, porque si pensarlo te lastima, entonces no tiene sentido hacerlo. Y de nuevo, pienso más en vos que en mí. Hablamos de la vida, de todo lo que había pasado mientras no estuve. Y empiezo lentamente a recordar lo adictivo que era hablarte, lo necesario e indispensable que se vuelve cuando me acostumbro a saber que todos los días algo vamos a compartir, aunque sea algo irrelevante y superficial.
Pero siempre parezco olvidar que sólo soy un nombre en un teléfono (como vos dijiste hace poco), y eso me vuelve dispensable y eliminable. Me vuelvo todo lo que vos nunca podrías ser para mí, todo lo que yo no te haría, todo lo que vos siempre encontras el coraje para decir, aunque sepas que vas a abrir una herida del tamaño de un cráter en mí...Y mientras yo pienso en cuidarte y protegerte, vos pensas en vos..."
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Dear "A"
RomanceLa historia del encuentro y el desencuentro de dos personas que lejos de odiarse, no saben como amarse.