Disparo al corazón

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"...Nunca imaginé que el día en que fuese besarte pudiese llegar. Y por eso dije que el que tenía más convicción sobre eso, eras vos. Para mí, tu sí estaba tan lejos como la posibilidad de que durmieras conmigo, abrazado como una hiedra, abrazado como si fuese lo único a lo que pudieses aferrarte. Te beso mientras la noche se escapa, te beso mientras la habitación se incendia, te beso mientras lo nuestro lentamente se reduce a cenizas sin que pudiese notarlo. Te quise en silencio, durante las noches que compartimos. Y mi cama se convierte en un oasis, apartado de todo lo que el día apareja, aislado de tus problemas y los míos, esos de los cuales muchas veces no hablábamos. Será que cuando nos vimos sentía como si te conociera de toda la vida, como si no hubiese espacio para la desconfianza o la timidez, como si pudiese decirte lo que pasara por mi cabeza sin pensar que podía ahuyentarte. Nos vimos tres veces el cuerpo, pero tu corazón es mío hace tanto tiempo que creo que ni siquiera vos sos consciente de ello.
Por algún motivo, cuando dijiste que sí, se sentía como que realmente querías decirlo. Y fue así hasta la tercera vez que nos vimos. Los miércoles se volvieron mi día de la semana favorito porque salía de la facultad y vos venías, porque esperaba tu mensaje diciendo que querías venir, y cuando finalmente arribó, me arrancaste la sonrisa más genuina de todas. Ahí estabas vos, interesado por mí, por primera vez, realmente interesado por verme. Y corrí de la facultad a casa para bañarme y cambiarme, y pintarme un poco la cara pálida de quien está enfermo y lo oculta. Porque cuando vos venías, me sentía sana, me sentía completa y llena de algo que me atrevo decir era felicidad, ese pequeño elixir que hace tiempo no probaba. Cuando voy a abrirte la puerta te beso, y siento que podría acostumbrarme a esto, acostumbrarme a saber que siempre vas a aparecer y salvar mi día con uno de tus besos, con tu compañía. Nos volvimos lobos compartiendo la noche, escapando de los miedos y las inseguridades. Porque mientras yo escapaba de la realidad y vos lo hacías del pasado.
Vamos dejando un espectro de cariño donde sea que nos movemos, porque nunca quise cuidar a nadie tanto como a vos. Aunque no lo hayas escuchado, te dije que estoy acostumbrada a usar a los hombres y que ellos me usen a mí, y a ser consciente de eso. Pero con vos no era así. Creo que esa noche, cuando me puse en puntas de pie para abrazarte fuerte en el medio del comedor, y vos me sujetaste como si no quisieras dejarme ir...en ese momento, cuando te mire a los ojos...ahí me di cuenta de que estaba enamorada. Y no se si lo viste en mis ojos o no, si te asustó o no, pero mis ojos te gritaron "te quiero, no me lastimes, te quiero, no me dejes ir".
Por la mañana, me despierto y te veo al lado mío, Me quedo observándote en silencio, sin que te des cuenta, y no me animo a interrumpir tu sueño, no me animo a romper con esa imágen que estaba grabando en mi cabeza. Pero me tienta la idea de abrazarte. Decido acercarme y hacerme un bollito al lado tuyo, y cuando me sentís, me abrazas y apoyo mi cabeza en tu pecho. Puedo escuchar tu corazón...y siento tanta paz...siento algo que nunca sentí. Hago mi mejor intento por retenerte, pero no lo logro. Y no es por mala voluntad, no es porque quiero que llegues tarde al trabajo. Sólo quiero que esto dure, sólo quiero que esto se repita infinitamente aunque el reloj de arena esté agotandose. Quiero que todos los días sean miércoles si ese es el día que queres venir.
Y cuando te fuiste, lo que siguió a ese día, lo que siguió a la historia de mí estando locamente enamorada de un hombre que no sentía lo mismo...se sintió como si me hubieses disparado, justo al blanco, justo en el corazón..."

Dear "A"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora