"...Me pediste que te deje en paz, que no te hable, y eso hice. Lo hice ya sabiendo lo que significa que digas eso, sabiendo que esa era tu forma de cortar de raíz conmigo. Elegiste una forma dura y fría, que quema como un iceberg, para terminar algo con una persona que sólo quiso darle calor a tu corazón. Puedo admitir que mis formas tampoco son las mejores, que quizás te quise demasiado en poco tiempo, que quizás vos necesitabas otra cosa de mí y no lo supe ver, o que simplemente, vos no estabas listo para estar con alguien. Recuerdo que un día me dijiste que vos no querías estar con nadie, no querías una relación, y fue entonces cuando te dije entonces seamos amigos, y eso te molestó, pero nunca comprendiste lo difícil que siempre fue para mí que me coloques (y que yo me deje colocar) en una posición de nadie, siempre en la nada misma. No estoy con vos pero tampoco sin vos, me queres en tu vida pero no queres que vaya a tu casa, queres que me quede pero no queres que sea nada tuyo, decías que me querías e importaba pero siempre te preocupaba que vernos seguido pudiese significar algo...que quizás pudieses enamorarte de mí. Mi problema era sentir que no me querías ahí, pero tampoco me soltabas. ¿Por que me agarras si con tus acciones me pedis que me vaya?.
Estuve semanas, hablando en terapia, sobre qué hacer con tu regalo. Me sentía muy culpable por haber conseguido tu dirección, pero al mismo tiempo sentía que no podía seguir teniendo tu regalo en mi armario. Tenerlo ahí es equivalente (para mi) a que no pueda dejarte ir. Pero con todo lo que pasó, con la internación, me tomé más tiempo para pensar el motivo por el cual quiero hacértelo llegar. No voy a mentirte, al principio quería ir personalmente, tocar tu puerta y dejarlo ahí. Supongo que comprendí que eso sería muy poco sano, que la posibilidad de vernos así solo llevaría a que no me quieras recibir el regalo y que te enojes porque crucé un límite que vos nunca quisiste que cruce. Soy consciente de lo loco que suena y parece, pero también se que no podes culparme por eso...no podes culparme porque tu amor me haya vuelto un poco loca, porque al menos sabes que si estoy loca de amor, algo bien se hizo. Fueron una semanas intensas sobre descubrir el motivo verdadero por el cual quiero que tengas el regalo. Pasé de querer ir a llevartelo, a pensar en mandarte sólo la carta por correo, a volver a pensar que lo mejor es que te envié ambas cosas, tanto el regalo como la carta. Y no lo hago sólo por vos...creo que este último mes di muchas vueltas porque en parte tener el regalo en mi armario implica que no te puedo soltar. Todo el mundo me dijo que venda tu regalo, por lo que me costó, pero la verdad es que lo compré para vos, y si lo vendo todo mi esfuerzo queda en nada. Prefiero que parta a tus manos, y que vos decidas que hacer con él (algo que ya me excede) y con la carta. Siento que parte de soltarte es dartelo. Y no pretendo que lo entiendas, no pretendo que te caiga bien...pero es algo que necesito hacer, por mí. Ahí tenes el motivo. Y no, no es una excusa para nada. No es para que cambies de parecer...es simplemente el resumen de un acto de amor. La carta estuvo conmigo todo este tiempo, en mi agenda...y ayer la saqué y la guardé junto con el regalo en una bolsa, listos para que el correo haga lo que tenga que hacer. Voy a imaginarme tu sonrisa cuando lo abras, sin importar si decidis deshacerte de él.
Lamento que mi locura, que mi amor por vos, lo único que haya logrado hacer es hacerte sentir que soy un peso, un trabajo, algo que te obliga a esforzarte por otro...para mi quererte siempre fue ligero...casi como si no tuviese que hacer nada porque quererte ya lo hacía todo..."
ESTÁS LEYENDO
Dear "A"
RomanceLa historia del encuentro y el desencuentro de dos personas que lejos de odiarse, no saben como amarse.