Armonía: X

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Una brisa fría agitó violentamente el cuerpo rígido de Discord. Mas que una brisa, era un sentimiento, una sensación que antes ya había sentido; perturbación de magia. Una muy grande y violenta. El serpenteo inesperado hizo caer algunas pilas de libros, sobre las que Discord descansaba.

El amo del caos se tomo el pecho un momento y exhaló. La biblioteca real volvió a quedar en silencio.

"La cabaña de Fluttershy es perfecta para tomarse un respiro, pero... Sin Fluttershy, no es mas que un árbol hueco adornado con paja fría... Ya sólo me siento tranquilo en este lugar" pensó, retirando su mano de león de su pecho y mirando las viejas librerías que adornaban la biblioteca real.

Triste, empezó a charlar consigo mismo. Un segundo Discord se materializó frente a el, contestando. De igual manera, un tercer, cuarto e incluso un noveno Discord aparecieron en escena, trabajando alrededor suyo, limpiando las estanterías, sacudiendo los libros y acomodándolos, dándole vida a la biblioteca una vez más.

—Un experimento.
—Un dios.
—Un amigo.
—Un monstruo.

Las diferentes copias comenzaron a responder, debatiendo una pregunta que se respiraba en el aire, tratando de dar tranquilidad al propio Discord y desmentir un pasado borroso y olvidado. "Causa y efecto" pensó.

Un silbido se escapó de sus dientes, el rozar con sus colmillos lo convirtió en casi un canto. Un lamento de un plan fallido.

El ente se puso en pie, y empezó a caminar entre sus copias, escuchando sus palabras. Alguno contó un buen chiste, sobre Hipogrifos y sirenas. Conversaciones, quejas, dudas y chistes. Ninguna escrita por un diestro guionista, ni planeada por la mente imaginativa de un ser infinito. Eran palabras, sentimientos de entidades reales, vivientes. Seres únicos e iguales de dimensiones que se han difuminado, convirtiéndose en sombras, como las de un bosque infinito.

"¿Piensas hacerme daño?" recordó las palabras de una joven unicornio, cayendo del cielo envuelta en un capullo de magia y poder

—Estamos hechos de la misma magia... Un monstruo no puede matar a otro —dijo, mientras recargaba su cabeza sutilmente sobre el giratiempo.
—Calamidades. ¡Atrocidades! —secundó el Discord que limpiaba los ventanales de la biblioteca.
—Nos basamos en el mismo principio... —añadió otro Discord, a la vez que leía el fascículo 34 del Comando Mágico, volúmenes 1 al 36—. Es el principio del ser multidimensional...
—El hechizo final de Star Swirl —retomó el amo del caos—. Y la razón de porque su investigación fue prohibida por el consejo del Comando Mágico...

El ente milenario, despegó su frente del giratiempo y con una mirada de nostalgia, retiró la manta color crema que lo cubría. Dejando al descubierto el hermoso artefacto de metal negro, adornado por un gigantesco reloj de arena de paredes cristalinas.

Una mota de polvo voló sobre su cabeza, posándose en la punta de su nariz y causándole una graciosa, pero molesta reacción.

"¡Choo!" un gran estornudo hizo vibrar el giratiempo, recordándole la tierra y la arena en la Estación de trenes de Ponyville. Quien diría que la siempre amable Lyra Heartstrings haya sucumbido en ese mismo lugar, sobre el sucio y frío asiento 3-B de la estación, donde un hermoso collar de perlas invadió su cuello. Discord suspiró, viendo frente a el, el recuerdo vivo de como le ofreció su mano de león y cuando al negarse, el amo del caos la ataco con un hechizo fulminante de chispas negras y moradas, pero no le hizo rasguño alguno.

El crujir de los nudillos de su mano de león interrumpieron la amigable, pero sincera charla que compartían sus acompañantes, dejando la biblioteca de nuevo en su típico silencio aterrador. Sin darse cuenta, había herido la palma de su mano con sus propias garras. Esta vez, su poder era inútil contra el enemigo.

Arcoíris CrepuscularDonde viven las historias. Descúbrelo ahora